No recuerdo la fuente, pero alguna vez leí que en alguna encuesta el superhéroe favorito era Batman por encima de Superman. Y coincido con las tendencias, el hombre murciélago es una versión muy humana que habita en la posmoderna Ciudad Gótica; mientras que la mayoría de los superhéroes inician con sus poderes merced a un hecho mitológico o mágico (Thor) otros en la ciencia-ficción (Spider-Man o X-Men) el hombre murciélago simple y llanamente se aferra a la fuerza de su entrenamiento físico y en especial a los recursos tecnológicos y científicos que su fortuna le puede proveer.
La humanidad del hombre murciélago surge de la mayor injusticia que puede padecer un niño: ser privado de sus padres, transformarse en un huérfano aumentando además el trauma al presenciar el sádico asesinato en manos del Guasón, su archienemigo, otro personaje muy humanizado aun con toda la esquizofrenia que lo acompaña tanto en el cómic como las versiones cinematográficas, en especial en las dementes, sicóticas y delirantes encarnaciones (perfectas) tanto de Jack Nicholson como de Heath Ledger.
Su humanidad le permite encarnar una idea muy particular de la justicia, aunque pareciera que en principio se acerca a la justicia distributiva, es decir la equidad, lo cierto es que en la mayoría de las veces su justicia está más emparentada con la venganza, se aleja del formalismo jurídico positivista o del subjetivismo naturalista, para enfrascarse en una lucha donde si bien su objetivo es presentar a los criminales ante los tribunales, no duda en ajusticiarlos cuando la situación lo amerita. Tal vez habrá quien esté en contra de esta posición pues Batman trata de entregar a las autoridades a los criminales, pero prácticamente a los líderes o cabezas, porque en el transcurso de las violentas persecuciones muchos de los secuaces mueren o son asesinados por nuestro héroe, sin que en un estricto sentido jurídico podamos hablar de legítima defensa, más aún prácticamente en las películas que se han hecho sobre el superhéroe sólo se ha llevado a unos cuantos criminales a la cárcel.
Así, esta idea de justicia se acerca más a lo que el común de la gente entiende por justicia y no con el concepto jurídico de la misma, nadie en su sano juicio renegará de la forma en que mueren cualquiera de los villanos cuando en la lucha cuerpo a cuerpo Batman sale victorioso. Y sin embargo cualquier teoría penal cuestionaría al murciélago, la idea de un personaje con traumas infantiles que anda armado hasta los dientes en la calle, cuyos daños colaterales en el uso de sus destructores sistemas de persecución son enormes, difícilmente aprobaría los mínimos estándares de derechos humanos relacionados con el uso de la fuerza.
Para hablar de Batman tenemos que partir del cómic, una idea seria del protector de los desvalidos que se encarnaba en los años cuarenta, en aquel mítico nacimiento de manos de Bob Kane en el episodio El caso del sindicato químico aparecido en el número 27 de la revista Detective Comics. Personaje que desgraciada (o afortunadamente) se deformó en esa serie camp ciertamente divertida y súper clásica de los sesenta que encabezó Adam West, en el fondo a pesar de que sea afiche de cafés para hipsters y demás fauna contemporánea, la detesto por su pérdida de humanidad, por la banalización de todos esos valores y pasiones que sí vive el Batman del cómic, que también se proyecta en el personaje de las películas de Tim Burton y Christopher Nolan y que nuevamente pierde la seriedad en la etapa de Schumacher Batman Forever (1995) y Batman y Robin (1997).
Durante las próximas colaboraciones de Cinefilia con derecho iniciamos una serie sobre Batman y el derecho con base en las ideas generales hasta aquí expuestas, por ello es necesario hacer algunas advertencias. La primera, y que es fundamental, el mundo de Batman (cómic, series, películas, etcétera) es sumamente amplio, las ideas que se exponen parten de generalizaciones del Batman de masas, es decir prácticamente de las películas de Burton y Nolan y en ciertas características que el común de la gente identifica en el héroe de Gotham. Esto nos lleva a una segunda advertencia, se analizarán las cintas de los dos directores antes señalados, excluyendo el resto del material audiovisual (en especial el de Adam West y de Joel Schumacher).
Última advertencia, verdad de Perogrullo: es una posición muy personal, muy subjetiva. Por ello no tendré empacho en señalar a priori que siempre preferiré el Batman de Burton, más culto, más gentleman que el playboy neoliberal y posmoderno de Nolan. Bajo estas ideas del hombre justiciero, del Batman humano, del caballero, del simple mortal que perdió a sus padres, comenzamos esta serie sobre Batman y la jurisprudencia.