Acabo de leer un libro que me gustó mucho y se los quiero recomendar. La editorial que lo publica, Ekaré, lo propone para “a partir de ocho años”, pero creo que niños más pequeños pueden amar sus ilustraciones (eso sí, hará falta que alguien les lea o les ayude a leer despacito) y que el interés del lector no disminuye con la edad. Al contrario, me parece que personas mayores pueden encontrar otras resonancias relacionadas con la distancia y la separación… pero me estoy adelantando. Comencemos por el principio: el libro se titula ¡Vamos a ver a papá!, su autor es Lawrence Schimel y las ilustraciones, que combinan viñetas casi hiperrealistas y dibujos estilo hecho-por-un-niño, son de Alba Marina Rivera.
La historia, contada en primera persona, es la de una niña que vive con su madre, su abuela y su perro. Cada domingo, toda la familia espera junto al teléfono la llamada del papá, que vive en otro país desde hace un año, ocho meses y veintidós días. Lo sabemos con tanta precisión porque la narradora cuenta los días que lleva sin verlo y, de hecho, consigna en cuadernos, a modo de diario, todo lo que pasa desde que su papá se fue: la primera libreta que escribió se la mandó por correo a su papá cuando él no pudo visitarlas para las vacaciones de navidad, y espera darle la segunda en persona, de modo que él pueda saber qué cosas han pasado durante su ausencia.
Sin embargo, este domingo pasa algo extraordinario: papá le da a nuestra protagonista la sorpresa de que pronto podrá llevársela a vivir con él. ¡Cuántas emociones encontradas! Por supuesto, la alegría de que va a ver pronto a su papá, y no nada más para estar juntos unos días de vacaciones, sino de forma permanente; pero también la tristeza de tener que dejar su escuela, a su mejor amiga, su ciudad… y peor aún: luego descubrimos que no toda la familia hará el viaje.
Me gustó mucho la manera en que Lawrence se pone en los zapatos de la niña protagonista y nos habla de la ausencia y la separación desde ese ángulo. Me gustó mucho que es una historia emotiva sin ser cursi, sentimental pero no tremendista. Y su forma de centrarse en lo realmente importante, dejando de lado detalles innecesarios, hace que la anécdota sea igual de válida aquí que en China: en estos tiempos ¿qué rincón del mundo no sabe de familias separadas porque uno de sus integrantes debe trabajar lejos? Si la familia es mexicana y el papá se fue a Estados Unidos, o la familia es española y el papá se tuvo que ir a Alemania, da igual: el acento está puesto en cómo viven los niños una separación de esta naturaleza y qué aspectos de ésta pueden preocuparles más. A lo mejor un adulto razona que es obvio que si te mudas a otro país la mascota no puede ir, pero ¿será igual de fácil llegar a esta conclusión si tienes ocho años? Tal vez como adultos pensamos que el cambio de escuela es una aventura nada más y que ya harán los peques nuevas amistades a donde lleguen pero ¿lo verán igual ellos? Lo mejor de todo es que, sin ser didáctico ni moralista, ¡Vamos a ver a papá! nos ofrece una alternativa esperanzada, una forma de tender puentes pese a la distancia…
No les quiero contar más de la historia para no arruinárselas. En vez de eso, voy a insistir en que las ilustraciones son muy hermosas, tan detalladas que uno querrá visitarlas varias veces o detenerse largo rato en cada una; y voy a platicarles algo muy curioso que ocurre con este libro: resulta que Lawrence Schimel (Nueva York, Estados Unidos, 1971) no tiene el español como lengua materna y, de hecho, se gana la vida principalmente traduciendo del español al inglés. Así que fue una gran sorpresa para él que este libro, escrito directamente en castellano (mi lengua madrastra, dice él), resultara tan bien recibido. Hay más: poco después de su publicación original en nuestro idioma, fue traducido al inglés, pero no por Lawrence, sino por Elisa Amado (escritora y traductora nacida en Guatemala). Por si esto fuera poco, hace unos días se anunció que ¡Vamos a ver a papá! acaba de ser traducido nada menos que al japonés. Todo esto, aparte de ser una bonita trivia, se los cuento para reforzar lo que ya dije: que el libro está muy bien escrito y que el lugar donde ocurre esta historia es lo de menos, lo importante es lo que pasa dentro de la cabeza y el corazón de su protagonista.
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