un caminar entre las espesuras
de los días futuros y el aciago
fulgor de la desdicha como un ave
petrificando el bosque con su canto
y las felicidades inminentes
entre las ramas que se desvanecen,
horas de luz que pican ya los pájaros,
presagios que se escapan de la mano,
Piedra de Sol (fragmento)
Octavio Paz
Hace tiempo, la verdad no recuerdo exactamente cuándo, y lo peor es que tampoco recuerdo en dónde, leí que el escritor peruano y Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, seguía escribiendo a mano, no renegaba de la computadora, pero tampoco la usaba de forma sistemática, por cierto, ya que estoy hablando de Vargas Llosa, quiero recomendarte su más reciente publicación El Héroe Discreto, publicado en septiembre de 2013; tuve la oportunidad de leerlo en diciembre, cuando apenas tenía unas pocas semanas en circulación, lo puso entre mis manos Cherry, mi esposa, y me lo devoré en menos de una semana, novela de exquisita y apasionante lectura. Pero dejémonos de divagaciones y disertaciones literarias y regresemos al asunto. Lo que intento decirte es que recordé a Vargas Llosa y su costumbre de dejar correr la pluma, porque lo que ahora amablemente estás leyendo lo estoy escribiendo a mano, ya después habré de transcribirlo en la computadora, pero como en estos momentos no cuento con una y en el entendido de que hay textos, pero nunca pretextos para no escribir, aquí me tienes con la pluma en la mano recorriendo el papel del extremo izquierdo al derecho, así como en los buenos tiempos que hacía a mano mis guiones de radio.
El pasado lunes 31 de marzo se celebraron cien años de nuestro Nobel de Literatura, Octavio Paz, y me gustaría abordar el asunto desde el punto de vista musical, que por otra parte, ha sido el perfil dominante en El Banquete de los Pordioseros.
Hace algunos años, en 1998 para ser exacto, el compositor y pianista Dimitri Dudin compuso una obra llamada “Ofrenda del Tiempo”, es una cantata basada en el célebre poema de Paz, Piedra de Sol. Este no es solamente uno de los textos poéticos más importantes del escritor, tampoco diría que es uno de los poemas más respetados de la literatura mexicana, es más, ni siquiera considero que sea una de las obras literarias más importantes de toda América, me atrevo, en cambio, a afirmar que es uno de los poemas más influyentes de la literatura universal contemporánea. No se queda solamente en el aspecto estético de las letras, es una obra poética llena de un encantador toque místico. El propio autor nos dice que “es una obra compuesta por 584 endecasílabos, es un número de versos igual al de la revolución sinódica del planeta Venus, que es de 584 días”, es decir, es el fin de un ciclo y comienzo de otro. Esto también me hace recordar la Teoría del Eterno Retorno de Friedrich Wilhelm Nietzsche que el autor nos propone en su obra Así Hablaba Zaratustra, y definitivamente esta idea me lleva a pensar en la “melodía infinita” de Richard Wagner que propuso en sus óperas a partir de “El Holandés Errante”, pero principalmente en su inconmensurable tetralogía.
Bien, pero aterrizando en lo que aquí nos interesa, el autor de la cantata “Ofrenda del Tiempo”, Dimitri Dudin, hace un tratamiento exquisito llevando las letras de Paz al contexto musical, me llama especialmente la atención la división silábica del poema Piedra de Sol que hace el compositor sin agredir en momento alguno la estructura del poema de Octavio Paz. Pero no es suficiente un buen trabajo en la composición musical, esto no tendría sentido si no se contara con una solvente y sólida ejecución. La obra fue compuesta originalmente para un pequeño ensamble, es decir, música de cámara, integrado por un quinteto de cuerdas que en la grabación original lo conforman los violinistas Sergei Laievsky e Igor Ryndine. Mikhail Tolpygo en la viola, Miroslav Kotecki en el violoncello y Alexei Diorditsa en el contrabajo, el mismo compositor Dimitri Dudin está en el piano, la voz de Margie Bermejo y la dirección artística del maestro Juan Carlos Lomónaco, actualmente director de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, y muy conocido por el público melómano de Aguascalientes, aunque en el homenaje celebrado a Octavio Paz en el Centro Nacional de las Artes al sur de la Ciudad de México, la obra se ejecutó en un formato diferente, ya no con un quinteto de cuerdas, piano y mezzosoprano, sino para una orquesta de cuerdas y voz, en esta caso la voz ya no fue la de Margie Bermejo, como en la grabación original, sino la de la actriz Margarita Sanz que se encargó de recitar el poema Piedra de Sol entre cada uno de los ocho movimientos en que está estructurada la cantata “Ofrenda del Tiempo”.
Aunque es una obra tonal, es una obra difícil de escuchar, es decir, compromete el oído y la atención hasta sus últimas consecuencias, sobre todo en lo que se refiere al tratamiento vocal, por la ineludible necesidad, tal vez responsabilidad, de que la música esté siempre y en todo momento al servicio de la palabra.
No tuve la oportunidad de escuchar la versión en este nuevo formato con orquesta de cuerdas, que aparentemente, según afirma el propio compositor, le da más color y sonoridad a la cantata, pero la versión que tengo en mi fonoteca personal me parece insuperable; como siempre, tú, amigo lector, tienes la mejor opinión.
Te espero en la mesa para degustar del próximo banquete, si Dios no dispone lo contrario.