La voz y pluma de Elena Poniatowska / Un cuarto propio - LJA Aguascalientes
03/07/2024


Las mujeres son las grandes olvidadas de la historia.

Los libros son la mejor forma de rendirles homenaje

Elena Poniatowska

Este pasado miércoles la gran escritora mexicana Elena Poniatowska recibió el premio Cervantes de literatura, hay quienes lo equiparan con el Nobel de literatura pero en la lengua española. Vestida en rojo y amarillo con el regalo que recibió hecho por las manos de las mujeres de Juchitán, Oaxaca y en fiel cumplimiento a una promesa hecha, portar el vestido en su siguiente premio. Elena, ocupó un espacio símbolo de la literatura sí, pero también del reconocimiento que pocas, muy pocas veces llega a la escritura de las mujeres. La escritora mexicana es la cuarta mujer en recibir dicho premio creado desde 1976, antes lo han recibido 35 hombres. Sin embargo este fue motivo suficiente para que la gran Poniatowska no fuera sola a recibir dicho premio y durante la ceremonia presentará a cada una de las mujeres grandes e importantes que debieron antecederla, Sor Juana Inés de la Cruz, María Zambrano, Tina Modotti, Frida Kahlo, Simone Weil, Dulce María Loynaz, Gabriela Mistral, Ana María Matute, Leonora Carrington, Rosario Castellanos, María Luisa Puga, Rosario Ibarra de Piedra, Las madres de la Plaza de Mayo, las mujeres indígenas, las alzadas de Chiapas, y desde luego las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez. Sólo Elena podía haber traído al premio de literatura, frente a los ojos de la monarquía y del estado español como representantes de los señores del poder la lucha individual y colectiva de las mujeres, sus batallas, sus resistencias y desde luego su existencia pese a ser tan poco reconocidas por un mundo masculinizado y hegemónico.

Mientras el mundo se desmorona por la muerte irreparable de Gabriel García Márquez, ella, Elena, nos muestra la vigencia de lo hecho por las mujeres que alimentaron la obra del mismo escritor colombiano y de muchos otros. Mencionó un sinfín de mujeres que también se atrevieron principalmente en la soledad y en el señalamiento del colectivo masculino.

Por ejemplo cuando habla de Sor Juana Inés de la Cruz dice: Del otro lado del océano, en el siglo XVII la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz supo desde el primer momento que la única batalla que vale la pena es la del conocimiento. Con mucha razón José Emilio Pacheco la definió: “Sor Juana/ es la llama trémula/ en la noche de piedra del virreinato”. Su respuesta a Sor Filotea de la Cruz es una defensa liberadora, el primer alegato de una intelectual sobre quien se ejerce la censura.

En la literatura no existe otra mujer que al observar el eclipse lunar del 22 de diciembre de 1684 haya ensayado una explicación del origen del universo. Ella lo hizo en los 975 versos de su poema “Primero sueño”. Dante tuvo la mano de Virgilio para bajar al infierno, pero nuestra Sor Juana descendió sola y al igual que Galileo y Giordano Bruno fue castigada por amar la ciencia y reprendida por prelados que le eran harto inferiores. Sor Juana contaba con telescopios, astrolabios y compases para su búsqueda científica.

El premio Cervantes otorgado a la escritora mexicana, es el premio a La Noche de Tlatelolco, a la ruptura del silencio que hace Elena sobre el asesinato que cometiera el gobierno mexicano en 1968 aquel trágico 2 de octubre. Y de ahí se levanta la voz, una voz más al coro multitudinario que atropelló el silencio de los periódicos y de las televisoras coludidas con el oficialismo corrupto e impunemente instalado desde entonces en nuestro país. La voz de Elena Poniatowska encarnó en ese sentido la voz de un pueblo que le quitó la máscara al acostumbrado y maltrecho discurso “democrático”, ese libro fue la verdad del secreto a voces que recorría el mundo entero, el gobierno mexicano había disparado contra su pueblo, sin duda en la historia de México hay un antes y un después en torno al 2 de octubre de 1968 y eso en muy buena parte se lo debemos a la escritura de Elena.

Este acto de presencia de la escritora queda marcado otra vez por la denuncia, la indignación y la lucha de quien desde el periodismo y la literatura señala que América Latina sigue teniendo como realidad, la pobreza, la injusticia y la desigualdad. Apunta recordando que México es el país más inseguro para ejercer el periodismo, es donde más mujeres y hombres dedicados a esta labor han desaparecido o han sido asesinadas y asesinados.


Junto a su palabra/denuncia junto la de migrantes y la historia dolorosa de La Bestia que los devora, la frontera norte y sur como un destino apocalíptico de quienes sostienen la inmensa riqueza de los Estados Unidos. Y vale poner atención cuando habla de la forma en que aprendió español a su llegada a México en 1942 y una realidad que no ha cambiado, mientras el auditorio se queda en silencio, atónito, ella nuevamente rompe con su voz: “Cuchito, cuchito/ mató a su mujer/ con un cuchillito/ del tamaño de él./ Le sacó las tripas/ y las fue a vender./ —¡Mercarán tripitas/ de mala mujer!” Todavía hoy se mercan las tripas femeninas. El pasado 13 de abril, dos mujeres fueron asesinadas de varios tiros en la cabeza en Ciudad Juárez, una de 15 años y otra de 20, embarazada. El cuerpo de la primera fue encontrado en un basurero.

La literatura está de gala, las mujeres y las escritoras aún más porque llegó otra voz con un sentido profundamente político, rebelde, cuestionador, Elena Poniatowska se ha jugado la vida no sólo en sus historias de ciencia ficción como tanto alardean muchos escritores, ella se ha jugado la vida porque desde hace muchos años es la voz y la pluma de la denuncia social más gris que este país intenta acallar.

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