La sopa de piedra es un cuento tradicional. En él se narra la aventura de un monje en una aldea de campesinos tacaños. El monje al sentir hambre se dispone a hacer lo que él llama sopa de piedra. En efecto, busca una piedra, pide un caldero y prepara su guiso ante las risas de todos los campesinos. El monje alaba una y otra vez su receta, y los testigos, entre burlas, empiezan a creerle. El protagonista, poco a poco, logra convencer a los campesinos de que la sopa, por sí sola, es una delicia, pero que mejoraría si se le añadieran más ingredientes. La astucia del monje logra que los campesinos lo provean no sólo de verduras diversas sino hasta de carne. La piedra hierve estoica dentro del cazo junto con los nuevos ingredientes gratuitos. Al final, el monje saca un pedazo de pan que remoja en su sopa de piedra. Claro que los campesinos no fueron invitados a saborear el manjar. Y por si fuera poco, el monje se lleva la piedra consigo para estar preparado ante la necesidad de usarla otra vez.
No voy a detenerme en comentar la ingeniudad de los campesinos o su tacañería, o bien la astucia del monje y su glotonería. Para mí la moraleja, en esta ocasión, se encuentra en el trozo de pan que fue remojado en la sopa de piedra: dice más de lo que creemos. Su miga nos lleva al origen de la sopa, y a la palabra misma. Sin duda la sopa ha existido desde que el hombre dominó el fuego y fue capaz de elaborar recipientes, primero de piedra y luego vía la alfarería y la metalurgia. En la antigüedad, como en el cuento, también se ponía una piedra dentro de los recipientes en que se preparaba comida, la cual era previamente calentada, para hacer hervir el agua. Los recipientes básicos no podían ser puestos al fuego directo. Se dice que las primeras sopas eran más parecidas a los potajes. Con ellas se lograba remojar los granos y ablandarlos para ser consumidos. En estos experimentos se descubrieron el pan y las primeras bebidas fermentadas, como la cerveza.
Al decir sopa tenemos que remontarnos a la Edad Media. La sopa era un plato a base principalmente de trozos de pan que se usaban como cuchara o esponja de un líquido nutritivo. Todavía las principales acepciones de la palabra hacen referencia a este hecho. Si consultamos el DRAE, veremos que la palabra sopa contiene su origen. Leamos: 1. f. Pedazo de pan empapado en cualquier líquido. 2. f. Plato compuesto de rebanadas de pan, fécula, arroz, fideos u otras pastas, y el caldo de la olla u otro análogo en que se han cocido. 3. f. Plato compuesto de un líquido alimenticio y de rebanadas de pan.
Algunas sopas fueron y son usadas como alimento para enfermos y convalecientes por su fácil digestión. Pero también son consideradas como la invitación o la promesa para disfrutar de una opípara cena o comida. En ambos casos, eran consideradas restaurativos. De esta palabra se origina el nombre restaurante. Se dice que las sopas fueron los primeros platillos en servirse en restaurantes en el siglo XVIII en París. No es para asombrarse pues las sopas más célebres provienen de la cocina francesa.
Y también franceses son algunos personajes relacionadas con la sopa y vinculados entre sí. Tal es el caso de Marie Antoinette y Marie-Antoine Carême. Cierto, Carême fue bautizado así en honor de la reina. Cuenta la leyenda que el último platillo de Marie Antoinette, antes de ser guillotinada, fue una sopa. Carême, años más tarde, intentó recrear la receta de este triste platillo real. Se trata de la sopa Vermicelli. Es una de tantas sopas que pertenecen a la nomenclatura elaborada por Carême, que hoy sigue vigente: están las sopas claras (caldos, fondos y consomés) y las sopas ligadas (veloutés, potajes y bisques). Están las sopas frías, como el famoso gazpacho, y las llamadas regionales, nacionales o internacionales que son propias de una región o un país y contienen ingredientes representativos de su lugar de origen.
En fin, la sopa puede ser alegoría de la astucia, del saciado, del sanado o el último sorbo de una condenada. Pero también es pretexto para otras manifestaciones artísticas. De estas hablaremos en la próxima minuta. Sí, dejen preparados sus cucharones.