La idea de la cinta Divergente resultaba interesante la primera vez que oí de ella, ese sentimiento se multiplicó cuando vi los carteles y espectaculares que la promovían, pues prometía ser una película de acción con temática interesante. Después, debo confesar que sufrí una terrible desilusión al enterarme que estaba basada en un libro dirigido a “jóvenes adultos” pues me di cuenta que se trataba de la adaptación fílmica de la obra de otra escritora más que “queriendo matar víbora en viernes” se subía al lucrativo tren que puso en marcha Stephenie Meyer con su saga Crepúsculo, y al que rápidamente se subieron Kami García, Suzanne Collis y Cassandra Clare con sus propias series de libros –Hermosas Criaturas, Los Juegos del Hambre y Cazadores de Sombras, respectivamente- los cuales Hollywood ha convertido éxitos de taquilla (quizás con la excepción de Hermosas Criaturas) y fuente inagotable de ingresos para los ejecutivos de los estudios y de aventuras y fantasía para la población adolescente del mundo.
Una vez que me di cuenta de esto mis ganas por ver este filme descendieron considerablemente, pero como este género es mi gusto culpable -tanto en sus versiones fílmicas como en las literarias-, y al menos dos de las películas de su director, Neil Burger (El Ilusionista y Sin Límites), me encantaron, decidí que seguramente no sería una pérdida total el darle una oportunidad.
¿La conclusión?… Divergente es una de esas película que los críticos odiarán por sus inconsistencias, su poca fuerza, sus situaciones absurdas y su nula coherencia, por las escenas que le sobran y todas aquellas que le faltan, por presentar una trama sosa y sin imaginación que más parece un ensayo sobre Los Juegos del Hambre que una obra original; y no obstante, la audiencia a la que se dirige (adolescentes y jóvenes adultos) la amarán y, seguramente, lo convertirán en éxito rotundo para todos los involucrados, desde la escritora hasta los dueños de los complejos cinematográficos, pasando por los actores, dueños de estudios, distribuidores y hasta para el que cuida los autos fuera del cine. Sin duda alguna ha nacido el culto a la saga de Divergente, que incluye por ahora dos libros más, lo que en lenguaje de Hollywood significa, cuando menos, tres cintas y mucha mercancía promocional.
Divergente nos plantea una sociedad post-bélica que se asienta en lo que otrora fuera Chicago, ahora, la sociedad está dividida en cinco facciones: Verdad, Erudición, Cordialidad, Osadía y Abnegación; los individuos, que pertenecen a cada una de estas secciones, viven, trabajan, hablan y se comportan conforme al valor determinado por su facción, así que mientras los de Abnegación, dada su generosidad y nulo egoísmo, son quienes conforman el gobierno, aquellos que conforman Osadía, quienes priorizan la valentía ante todo, son los encargados de la seguridad de toda la comunidad.
Una vez que se ha establecido esto, conocemos a nuestra protagonista, Beatrice, justo en el momento más importante de su vida: el día de en el que se someterá al examen que le indicará para cuál de las facciones tiene habilidades y, con este soporte, elegir por ella misma en dónde quiere pasar el resto de su vida.
Para los miembros de la audiencia no es difícil entender por qué Beatrice tiene dudas de si quedarse o no en Abnegación (que es en la que nació) y por qué se siente atraída por los miembros de Osadía, pues qué adolescente de 16 años prefiere andar por ahí con una horrible ropa gris ayudando desinteresadamente a los demás cuando la alternativa es vestir de cuero negro y pasarse la vida de fiesta, trepando y saltando de una aventura a otra.
Seguramente habrán adivinado que Beatrice -ahora llamémosla Tris- se decidió por la aventura, aunque guarda celosamente el resultado de su prueba de aptitud, pues ésta la definió como apta para formar parte de tres diferentes facciones, lo que la convierte en un elemento divergente, lo cual -por alguna razón que no queda del todo clara- es extremadamente peligroso y que la marca como un elemento que debe ser destruido.
Entre el entrenamiento para convertirse en una luchadora, la culpa por abandonar a su familia, el intento de romance con uno de sus entrenadores, el esfuerzo porque su secreto no sea descubierto, y un intento de golpe de estado y de aniquilación de una de las facciones a manos de otra, vamos atestiguando el crecimiento de nuestra heroína y vamos conociendo el planteamiento de lo que será una historia que veremos desarrollarse a lo largo de varios años.
A mí la cinta me pareció simplemente entretenida pero nada más, y aunque visualmente resulta atractiva -sin ápice la belleza de las otras película dirigidas por Burger que ya mencioné- creo que también en ese aspecto el director se quedó corto, pues parece que sacrificó diálogos, actuaciones, efectos y hasta la música, por concentrar todos sus esfuerzos en establecer los cimientos de las siguientes entregas de esta saga. Lo que sí es cierto, es que hacía mucho que no veía una película de este tipo que se apegara tanto a su versión literaria, y ¿saben qué? Contrario a lo que yo hubiera pensado, ese detalle le restó más en coherencia y ritmo de lo que pudo haberle sumado.
En fin, lo que puedo decir a ciencia cierta es que si se cuentan dentro del target demográfico al que apunta este filme, seguramente pasarán un muy buen rato y quizás hasta se animen a leer la trilogía, lo que resultaría muy bueno, en caso contrario, si sólo se van a acercar a él por curiosidad o para acompañar a algún o alguna adolescente emocionada, créanme que no la pasarán mal del todo, acuérdense que siempre podría ser peor.
Productor: Douglas Wick, Lucy Fisher y Pouya Shahbazian; Director: Neil Burger; Guión: Evan Daugherty y Vanessa Taylor, basado en el libro de Veronica Roth; Fotografía: Alwin Küchler; Edición: Richard Francis-Bruce y Nancy Richardson; Música: Junkie XL; Elenco: Shailene Woodley, Theo James, Ashley Judd, Jai Courtney, Ray Stevenson, Zoë Kravitz, Miles Teller, Tony Goldwyn, Ansel Elgort, Maggie Q, Mekhi Phife y Kate Winslet; Duración: 2 horas 23 minutos.