Todos los aquellos que cuentan más de treinta velitas en su pastel de cumpleaños recordarán que en nuestra no tan lejana infancia, no existía gran oferta en lo que a caricaturas se refiere, seguramente todos ustedes estaban condenados a ver cualquier cosa que canal 5 ofreciera, y en muchas partes de la provincia estábamos peor, porque ni a eso llegábamos, ya que vivíamos a merced de lo que las pequeñas retransmisoras decidían (o podían) ofrecernos a los niños. Así que sin importar cuantas veces nos repitieran el mismo capítulo, ahí estábamos un par de horas (no más) pegados al televisor, ávidos de seguir viviendo las aventuras de Don Gato, El rey Leonardo, Remi, El inspector ardilla, Cascarrabias, la ardilla voladora y, por supuesto, del increíble perro genio Peabody y su compañero Sherman, todos ellos no sólo eran nuestro entretenimiento, sino nuestros compañeros de infancia.
Por eso, los niños de ayer de repente nos emocionamos -y a veces nos horrorizamos- con esta moda que los estudios hollywoodenses -y algunos mexicanos- han adoptado desde hace unos años, de revivir, modernizar y llevar a la gran pantalla muchos de los antiguos shows que hacían nuestras tardes maravillosas.
A veces el experimento nostálgico sale bien como con Los Locos Adams, a veces sale más o menos como sucedió con Don Gato -que tal vez no fue tan buena pero que los fans de entonces disfrutamos mucho– y otras veces resulta desastroso, ahí tienen la película de Rocky y Bullwinkle y, más recientemente, El llanero solitario, estos últimos sólo lograron que, cuando menos a mí, se me olvidaran los buenos recuerdos que tenía de los personajes y me curaron de espanto de los “refritos” por un buen rato.
Por esta situación era que yo tenía mis reservas con el filme de Peabody y Sherman, quienes aunque aparecían en una breve capsulita dentro del show de La ardilla voladora, eran unos de mis favoritos. Afortunadamente, llegó la recomendación de un amigo que la disfrutó mucho junto con su hijo pequeño y eso fue aliciente suficiente para que me pusiera en marcha hacia la sala cinematográfica.
Me es grato comentarles a todos los “niños de ayer” que Peabody y Sherman es una cinta que disfrutarán enormemente, sobre todo si la comparten con algún “niño de hoy”. Para los adultos será un entrañable viaje al pasado, pues el perrito genio y su niño compañero no han perdido ninguna de sus características originales, ambos siguen siendo los mismos de antes. Peabody es todavìa el sabelotodo, autosuficiente, medio presumido, amoroso y eficiente personaje que recordamos y amamos, porque increíblemente despierta ternura en el espectador, y Sherman no ha perdido la gracia, curiosidad y chispa que lo caracterizaba en aquellos tiempos.
La increíble animación y todas las ventajas del 3D y otras maravillas tecnológicas con las que han vestido a estos queridos personajes, no han hecho más que darles más valor del que tenían. Incluso la historia está contada con la misma agilidad, chispa e ingenio que yo recordaba, si acaso, puedo contarles que con este filme me reí más que con aquellos cortos capítulos.
Estas características son precisamente las que logran que los niños de esta generación disfruten de la película a la par que los adultos. Para ellos, el viaje al pasado es el que plantea el guión como parte de la trama y pueden divertirse con las peripecias de los héroes de la cinta, disfrutar de la peculiar forma que tienen de presentar a famosos personajes y reírse de cómo, supuestamente, Peabody y Sherman influyen el desarrollo de importantes eventos de la historia mundial.
Les cuento un poco, Peabody es el perro más listo del mundo, no sólo habla y es inteligente, sino que es reconocido por su erudición, ha ganado premios Nobel y es buscado por los líderes del mundo para que los ayude y oriente, su único problema era que estaba solo, así que decidió adoptar a un humano, un pequeño niño llamado Sherman a quien ha educado no con libros, sino con viajes al pasado -con una máquina del tiempo de su invención- y visitas a los grandes hombres y mujeres de la historia, de manera que vea las cosas desde su fuente original.
Los problemas se introducen en el mundo ideal de este peculiar padre e hijo cuando Sherman cumple siete años y es hora de ir a la escuela, ahí muy pronto demuestra sus conocimientos y se enfrenta con su primer caso de bullying, el cual, por cierto, no maneja muy bien y su reacción puede tener consecuencias desastrosas para él y su padre-perro.
Ante la amenaza de ser separados, Peabody y Sherman, en compañía de Penny, la niña que originó todo el problema, tienen que viajar al pasado, al futuro y al presente más de una vez, para solucionar todo el asunto.
No se pierdan la oportunidad de ver esta película con sus hijos, sobrinos, nietos o ahijados, seguramente se divertirán de lo lindo e incluso, como bono especial, tal vez, motivados por la historia, estrechen aún más sus lazos familiares.
Productor: Alex Schwartz y Denise Nolan Cascino; Director: Rob Minkoff; Guión: Craig Wright, basado en las series de televisión producidas por Jay Ward; Música: Danny Elfman; Voces en español: Salvador Reyes, Erica Edwards, Daniel del Roble, Iván Bastidas, Humberto Solórzano, Mario Arvizu, Moisés Iván Mora, Jesse Conde, Eduardo Tejedo, Diana Alonso, Pedro D’Aguillón Jr., José Lavat, Alejandro Villeli, Eduardo Giaccardi, Roberto Mendiola, Olga Hnidey, Abdeel Silva y Ángel Rodríguez; Duración 1 hora 32 minutos.