El caso Oceanografía ha puesto en la mesa nuevamente la impunidad con la que se mueve el gobierno en México, en este caso el de Felipe Calderón. Es además la primera gran prueba para el gobierno de Peña Nieto para saber hasta qué punto combatirán los grandes escándalos de corrupción.
Esta situación no puede entenderse sin el contexto de las internas panistas. Dos políticos igual de cuestionados por sus acciones deciden emprender una campaña para dirigir al partido que perdió el poder hace dos años. El equipo de Ernesto Cordero revela al público una fotografía donde vemos a Gustavo Madero en un avión que pertenece a la compañía que ahora todos repudian, pero que mientras les fue útil, todos la aprovecharon. Tan es así que el propio Madero no vio extraño subirse a uno de sus aviones privados en plena campaña.
La noción que permite que la política funcione es que no hay acto sin consecuencia, y los políticos deben aprender esto antes de terminar hundidos por la opinión pública. Al menos ésta debería ser la regla de oro, pero parece que hay latitudes donde será el calor o la humedad, pero esto no funciona completamente. La regla en tristes tierras como las nuestras es que el acto sólo tendrá consecuencias si afecta los intereses de alguien con suficiente poder para mover la maquinaria de la justicia.
Roy Godson, del National Strategy Information Center en Estados Unidos, considera que uno de los aspectos más dañinos para una comunidad es la percepción de que los actos ilegales no tienen consecuencias. Relacionado con esto, los actos de corrupción más escandalosos son los que terminan lastimando más la credibilidad de un gobierno. Además, provoca serias lesiones en las relaciones interpersonales, y del individuo con las instituciones a las que pertenece. No es tema menor que los gobiernos se enfoquen en atender estos problemas, no sólo desde una visión financiera sino también sociológica.
El juego en México parece ser un concurso para ver quién resulta más cínico, si los funcionarios coludidos con empresas privadas (o en ocasiones sin esa excusa), o las autoridades que supuestamente deben vigilarlos. Muchas veces no se trata de asuntos de voluntad por parte de la autoridad sino de capacidad técnica para abordar tantos casos con tan poco tiempo y en escenarios procesales que parecen buscar más la impunidad que la justicia. Lo que sí es evidente es que, salvo que el gobierno federal decida lo contrario, la voluntad para el castigo sigue siendo una excepción y la regla, es la apuesta al olvido que traerá el próximo escándalo público.
No sé si Cordero lanzó la fotografía con plena conciencia de todo lo que removería, pues de un simple guiño de corrupción contra su adversario se ha convertido en un escándalo de tal magnitud que los propios legisladores han pedido crear una comisión legislativa que investigue el caso. Tal vez su propio equipo, ése que gobernó al país de 2006 a 2012, termine embarrado del lodazal que él mismo creó.
En cuanto al gobierno federal, su posicionamiento inicial ha sido que se trata de un fraude de un particular a otro, por lo que el gobierno se atendrá a lo que las instancias judiciales resuelvan. No existe para ellos la oportunidad de que hubo actos de corrupción por parte de funcionarios públicos en PEMEX.
El gobierno federal tiene la oportunidad de enviar un mensaje contundente, mucho más que cuando encarceló a Granier o a Gordillo. Si la reforma petrolera va a iniciar por buen camino, ésta tendrá que avanzar en la transparencia de los contratos que se celebrarán a partir de ahora, y esto no implica ignorar lo que se hizo en el pasado. Si hubo funcionarios coludidos, éstos tendrán que responder.
Desafortunadamente en un país donde la justicia sigue pasando a través del escritorio del presidente, éste tendrá que dar el primer paso. De lo contrario, seguiremos perpetuando esa espiral de cinismo y escándalos sin castigo. Salirse por la fácil de atribuirlo a un problema entre particulares sólo mantiene la percepción de que al gobierno no le importa, o peor aún, que sigue participando y beneficiándose de estos actos criminales.
Coordinador de la Licenciatura en Gobierno y Finanzas Públicas del CIDE Región Centro en Aguascalientes.
Mas escandalo que el que potagoniso el ratero de Luis Reynoso Femat no puede haber, ese tipo viene Delinquiendo desde el año 1994 bajo la sombra de otro corrupto político y es su socio desde entonces, y nada le han hecho, menos le harán ni a la segunda mujer de Fox ni a la primera, ambas involucradas en el lavado de dinero, por eso Fox protegía a Reynoso, eran y son iguales, familias de lavadores de dinero y de hace muchos años