La torta del león / Minutas de la sal - LJA Aguascalientes
15/11/2024

A esta minuta la acompaña una ilustración de R. Sgrilli. Pertenece al libro El león comelotodo, de la Editora Cultural y Educativa S.A. de C.V., coedición Capitol/Novaro, impreso el 12 de diciembre de 1968 según indica el colofón. Todavía tengo mi ejemplar, fue un regalo de los Tres Reyes Magos. Tengo el recuerdo claro de ver unos ejemplares de esta colección junto a la ropa que nos tocaba también como regalo. Supongo que leí el libro muchas veces, pues le hace falta la mitad de la tapa y está remendado con cinta canela. E inicia así:

Mis niños queridos:
sus cinco sentidos
me van a prestar.
Escuchen el cuento
de un león hambriento,
que voy a contar.
A nadie le engaña
que el glotón se daña
con tanto manjar.

El león comelotodo es una historia que ocurre en la “Hostería de Corderito”, de gran fama gastronómica, cuyo dueño -cordero, por supuesto- se las ve negras cuando un león hambriento se convierte en su comensal. Claro, un comensal que quiere probar todo el menú, pero el clímax llega cuando se acaban las provisiones. Por supuesto que al final el león recibió su castigo, y la hostería sobrevivió para servir grandes viandas a ardillas, liebres, tejones, gatos y demás fauna. La gula del felino lo llevó a tragarse una piedra disfrazada de pastel (bautizada como la torta del león) y tuvo que guardar reposo y ayuno por siempre, supongo, pues nunca dicen cómo se curó.

Es curioso lo que uno guarda de su infancia visual, aquello que atrajo nuestra atención y que años después podemos reconocer como el posible origen de nuestras pasiones, nuestros oficios o nuestras aficiones. Nunca olvidé esta imagen. Siempre me han gustado los leones, creo que porque los asocio con mi signo: desde niña sabía que yo era leo, supongo que gracias a los tintes hippies de los setenta. Mi color favorito es el púrpura, como lo es la portada (la mitad que queda) del libro. Me gusta comer, cocinar y leer sobre gastronomía. Mi oficio es escribir y leer.

A veces siento que estas minutas son un poco como ese libro y los momentos de su lectura. Supongo que muchas cosas nos determinan desde la infancia, pero muchas otras fueron espejos que en su momento mostraron un reflejo de lo queríamos ser. Si pusiéramos más cuidado en ello, encontraríamos más pronto el sentido de nuestra vida o al menos evitaríamos escoger un camino que nos hará infelices. Siempre hay pequeñas señales en el camino, pero solemos ignorarlas, consciente o inconscientemente.

Recuerdo las imágenes de este libro y las de muchos otros. Pero también tengo imágenes del momento de la lectura: esa actividad íntima, en solitario, no una lectura en voz alta o cuando alguien nos lee. Es como si uno se metiera en un compartimento donde sólo están la página y sus letras y nuestra mirada. El pensamiento por un momento está conectado a esas las líneas, esos colores y esos trazos. Si uno es lector, podrá recrear ese sensación una y otra vez. Dejando a un lado el conocimiento, las capacidades y demás beneficios que podemos adquirir con la lectura, ésta es una de las vías para estar consigo mismo.

Todos deberíamos recordar nuestro El león comelotodo, que puede ser o no un libro, y evaluar si pasamos por alto nuestra inclinación primera. Recuperar ese gusto por las cosas nimias, sin el engolosinamiento de la adultez. No sé, según el libro, en la alacena de la “Hostería de Corderito” siempre hay una piedra lista para transformarse en la torta del león. Devorarla no ha de ser tan malo si el consecuente reposo y ayuno de nuestra cotidianidad, aunque sea por un momento, puede regresarnos a la cordura, a recordar quiénes somos. Y termina así:

No abuses del débil, sé con él atento;
sólo así, vivirás feliz y contento.

 



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1 thought on “La torta del león / Minutas de la sal

  1. Muchas gracias por tan hermoso artículo, el léon Comelotodo fué mi primer libro, le he contado con tanto detalle a mi esposo de él, que casi jura que lo leyó, pero la verdad que es que hasta los versos medio se los platiqué, yo no tengo mi copia :(, ojalá algún día lo pueda volver a tener y leer ( lo que me acuerdo)… Sí señores, soy el rey y como manda la ley…( algo de manjares al instante?) ufff, amaría enseñarle a mis hijos el libro. Muuuuchas gracias por la ilustración 🙂

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