Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes
Albert Einstein
Acercándose peligrosamente la primavera del 2014, temporada para cuando ha sido pronosticado el colapso económico por la crisis de la deuda, varios países revisan a la baja la expectativa de su desempeño económico para este año. En caso de cumplirse las conjeturas de los adivinos de Wall Street, los países más afectados por esta crisis largamente diferida, serían aquellos que sacrificaron su planta productiva para insertarse en la globalidad. Al concentrarse en un puñado de países las decisiones industriales y comerciales, así como las patentes y las marcas mundiales, la estabilidad de todos los demás países atados a este modelo de desarrollo, depende de recibir recursos monetarios del exterior.
México, inserto en la lógica globalizadora del eje trilateral del Foro Económico Mundial y el Consenso de Washington, al igual que los demás países proveedores de materias primas y fuerza laboral barata, se encuentra al final de la era del capitalismo monopólico ante el riesgo de sufrir de lleno las consecuencias del colapso financiero. Durante treinta años la economía mexicana se transformó para sostenerse mediante inversión extranjera en su sistema bancario, ingresos por exportación de recursos naturales -que regresan transformados y caros, como la gasolina- y exportación de productos maquilados en territorio nacional por grandes consorcios internacionales. Con el paulatino debilitamiento de la planta productiva nacional, el gobierno mexicano le está apostando a traerse maquiladoras chinas para contratar mano de obra mexicana, sin considerar que con ello, intentando evadir la tormenta financiera occidental, atraerán el tifón asiático con todas sus consecuencias.
Si por un lado el modelo industrial maquilador globalizado no resulta una solución viable y por el otro el colapso monetario financiero es el tremendo agujero negro que succiona toda la riqueza por medio del sistema monetario global, habrá que buscar en un modelo distinto, una opción viable.
La economía del conocimiento, economía basada en conocimiento (EBC) o industria del conocimiento (en inglés: Knowledge Economy), es el sector de la economía que utiliza el conocimiento como elemento fundamental para generar valor y riqueza por medio de su transformación a información, patentes, marcas, modas, etc. Parte de priorizar el esfuerzo para crear valor a través de la educación y la investigación y desarrollo. En algunos casos se convierte en tecnología de punta a partir de la informática, telecomunicaciones, robótica o nanotecnología. Es el área de la economía que más riqueza genera. Desde finales del siglo XX, la inversión en capital intangible ha crecido considerablemente, incluso en mayor medida que el capital tangible (maquinaria, materias primas, etc).
La gran diferencia con la economía tradicional es que se toman como factores importantes la información y la tecnología. La Economía del Conocimiento permite a un país generar riqueza a partir de educar a sus ciudadanos revalorando la vocación económica, cultura, identidad y posición geoestratégica que le distingue de los demás. Al contrario de la globalidad que ahora iguala a todos los países y regiones, -que ocasiona que todos los países se debiliten mutuamente compitiendo entre sí por los mismos mercados y productos-, la EBC permite resaltar lo que los economistas clásicos llamaban desde el siglo XVIII las ventajas competitivas. La inversión que realiza un país que apuesta por la EBC, en educación, centros de investigación, bibliotecas, centros de información o laboratorios, es mucho menor que la requerida para instalar grandes plantas de industria maquiladora, que además, cobran con sangre si pagan salarios de miseria. Mediante la EBC, la inserción en la globalidad se hace a partir de lo que a cada país le hace distinto, único, valioso, original.
El modelo de EBC se sustenta en la identidad y vocación económica de las regiones y localidades que conforman el país. De allí el concepto elemental de la EBC que es la Ciudad del Conocimiento. Ésta es una región urbana de rango relativamente mayor en la que la ciudadanía emprende una iniciativa deliberada y sistemática para fundar su desarrollo futuro en la identificación y gestión balanceada y sostenible de su sistema de capitales. Se refiere a un cambio en la forma de entender los factores que contribuyen al crecimiento de la actividad económica. Es un territorio geográfico en donde, conforme a un plan y una estrategia general, asumido conjuntamente por la sociedad y el gobierno, sus actores tienen el propósito común de construir una economía basada en el desarrollo del conocimiento.
• Una ciudad del conocimiento considera a sus habitantes como Creadores, un aspecto fundamental de ciudadanía económica.
• Es atractiva para los Creadores de otras ciudades y facilita su presencia.
• Es nodo de las redes de conocimiento y destina recursos para la formación de Creadores.
• Tiene instrumentos para hacer el conocimiento accesible a sus Creadores.
• Considera cada uno de sus recursos y espacios como oportunidades para inspirar y generar nuevo conocimiento.
• Conecta sus instituciones con nueva infraestructura urbana para crear una red de generadores de innovación.
Así, un buen gobierno -local o municipal- es aquel que fomenta el desarrollo sustentable de ciudades del conocimiento en su territorio. Una Ciudad del Conocimiento Sustentable, orienta su desarrollo urbano, vial e inmobiliario para favorecer la interacción de sus habitantes desarrollando su cultura, educación y creatividad. Promueve el acceso de sus habitantes a la conectividad cultural y digital, propiciando el acceso a infraestructura de primera calidad para ello. No es una economía basada en la manufactura; es una economía de “mentefactura”. No es un proyecto de corto plazo; es una forma de vida, aunque genera resultados mediatos e inmediatos. Es una imperiosa necesidad de cambio cuyo responsable es el gobierno local -municipal- que tiene la obligación de entregar, al final de su período, una mejor ciudad de la que recibió.
@jlgutierrez