De nuevo llegó a México una noticia española que no pasó de ser una más de la sección de curiosidades y morbo, aunque manifiesta discusiones más profundas de una biopolítica en disputa en el viejo continente. La Asociación de Profesionales del Sexo (Aprosex) dio a conocer sus talleres de sexo para mujeres (aunque también hay otros cursos para hombres), en los que también participa el Colectivo en Defensa de los Derechos Sexuales de las Trabajadoras del Sexo, organización que fue premio René Cassin de Derechos Humanos y miembro de la Alianza Global Contra la Trata de las Mujeres.
Si bien estas agrupaciones están a favor de la legalización del sexoservicio para una mayor protección, sus actividades no sólo se enfocan a la profesionalización del comercio sexual, sino que también muestran una visión integral de los derechos a una sexualidad plena, que debería ser una garantía individual de todos y todas.
Por ejemplo, el curso “La talla 38 me aprieta el chocho” busca minimizar las frustraciones por el cuerpo estereotipado de la estética moderna, 90-60-90; otro está enfocado a la terapia sexual, pues una escort se convierte también en médico sentimental; además, se realizará un coloquio sobre los panoramas del sexo de paga informal y formal, ofertado en establecimientos o en la calle; tema que puede ser de alto interés para académicos del mundo laboral, como sociólogos, economistas, psicólogos y, por supuesto, politólogos.
Sin embargo, ¿en México se podrían ofertar estos talleres, y tener una modesta demanda? En México ya se cuenta con el Congreso Nacional de Educación Sexual y Sexología, los temas abordados parten del punto de vista académico, en su mayoría desde las posturas disciplinarias de la biología y la medicina, lo cual ya es un gran avance; sin embargo, la educación para el goce sexual es simplemente traducida y estructurada bajo los esquemas de la planificación familiar, es decir: formación de ciudadanos que puedan decidir cómo, cuándo y cuántos hijos tener, pero, ¿todos logramos experimentar un orgasmo?, ¿nadie huye de la luz al tener sexo?, ¿todos nos sentimos con la tranquilidad de expresar nuestros fetiches para buscar un acuerdo con la pareja sexual?
Bajo estos cuestionamientos surgió durante 2009, en Andalucía, España, el manual didáctico de la Consejería de Igualdad sobre cómo masturbarse, con varios puntos de reflexión. Por una parte, la masturbación es un descubrimiento de las terminales del placer, un proceso en la intimidad, pero tampoco es posible asegurar que todos lo han disfrutado; por ejemplo, recuerdo que una alumna comentó que una pareja pidió ayuda a un médico para poder embarazarse, y tras miles de tratamientos se dieron cuenta de que el problema era que únicamente practicaban el sexo anal, algo que ni el galeno llegó a imaginarse por ser tan “obvia” la reproducción. Asumiendo la posibilidad de estos escollos, los proyectos españoles de promoción de la masturbación también hacían énfasis en desmentir mitos como el que los hombres son quienes ofrecen y las mujeres quienes aceptan, o que el condón inhibe totalmente la sensibilidad; lo cual también abonaba a las estrategias mundiales para reducir el contagio de enfermedades de transmisión sexual, así como frenar los embarazos no deseados a temprana edad.
Por múltiples factores socioculturales, el sexo seguirá atemorizando por un tiempo a la esfera pública en México, no está de más traer a colación contextos ajenos a nuestra realidad cercana para identificar elementos y contrastarlos con nuestras propias circunstancias. Por ejemplo, en España se han impartido cursos generados por instancias académicas y por entidades gubernamentales sobre asistencia policial a prostitutas, organización en atención a personas en situación de trata, así como identificación y prevención de “drogas de violación”, lo cual lejos de promover el sexoservicio son acciones estructurales inmediatas de apoyo a leyes más globales y ambiciosas como el erradicar la trata de personas; estrategias que en nuestro país, tal vez, llevarían a más de una persona a la hoguera, claro, metafóricamente, o al menos eso esperaría. ¿Aún estaremos años a distancia de promover una vida sexual plena, con respeto, sin complejos y credos?
Twitter: @m_acevez