El transeúnte habitual del centro histórico avanza hacia el primer cuadro, recordando la exposición y venta de libros que permaneció instalada en ese sitio del 15 de febrero al 3 de marzo y constituyó la primera colaboración entre la Asociación de Libreros de Aguascalientes y el IMAC en la nueva administración municipal, y se pregunta: ¿por qué no hacen esto con mayor frecuencia en los barrios?, sin duda su calidad de vida mejoraría sensiblemente. Mueve la cabeza y se aleja con paso tranquilo.
Pese al reconocimiento cosechado por los programas municipales, en Aguascalientes hay sectores de población que perciben el énfasis en los más desprotegidos como una desatención de las autoridades. Cabe recordar que, no obstante su percepción, los habitantes clasemedieros de los barrios tienen la ventaja de su relativa cercanía con los centros de enseñanza artística, bibliotecas, galerías y museos, la mayor parte de los cuales, ya se sabe, está en el centro histórico. También sabemos que la población ha rebasado la capacidad de las escuelas de arte. El acierto de la Casa de Cultura de Oriente llega a los históricos jardines como un viento que arrastra hacia el olvido las necesidades culturales de sus pobladores, junto con las hojas secas de sus árboles. Pero no todos padecen el temperamento melancólico, propicio a la creación artística pero paralizante con respecto a otro tipo de acciones.
Cada vez con mayor frecuencia, en diferentes puntos de la ciudad aparecen iniciativas para desarrollar actividades culturales de todo tipo, desde las meramente recreativas que se realizan por el placer que proporcionan, hasta las más comerciales, relacionadas con algún negocio, como bares y cafés donde también hay música, exposiciones plásticas y a veces libros y revistas. Aficionados o profesionales, se trata de artistas en el sentido conservador del término, que siguen las reglas del arte incluso cuando creen violarlas, y sus transgresiones devienen rituales que han obtenido reconocimiento como expresiones valiosas para las cuales también hay un público en aumento. Y así como estos jóvenes estudiantes de alguna carrera artística esperan algún día no muy lejano dedicarse a su profesión, muchos pequeños empresarios buscan hacer negocio con la prestación de algún servicio cultural. Pero en nuestra ciudad también han surgido expresiones de arte urbano ajenas a las galerías y al mercado que buscan apropiarse de los espacios públicos, razón por la cual, a pesar de que cada día se les suman más adeptos, sobre todo entre los más jóvenes, no siempre gozan de la aceptación general de quienes sin ser expertos aprecian el arte desde puntos de vista más tradicionalistas.
La situación va más allá de la simple convivencia entre diversas maneras de concebir el arte y la cultura. Además de los espacios canónicos, las nuevas visiones del arte buscan incorporarlo a la vida diaria, como procesos liberadores yuxtapuestos o paralelos a nuestras rutinas. Por su parte, los enfoques conservadores, centrados en las nociones de autor, obra, espectador, etcétera, se aprestan a defender los derechos autorales con leyes más severas contra las ediciones ilegales. Con respecto a los libros, según cifras de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, la piratería representa pérdidas de 10% para el sector y los autores que dejan de recibir regalías. Al respecto, no faltan quienes argumenten que el cobro de los derechos autorales no asegura grandes ingresos para sus titulares y acepten las ediciones ilegales con tal de encontrar lectores. Como darse por bien pagado con ovaciones. Igual que en las veladas poético-musicales de nuestros bisabuelos, cuando la realidad económica ha cambiado mucho desde entonces.
Según sus propias estadísticas, en 2012 el sector privado de la industria editorial, que cubre poco más de la tercera parte de la producción total de libros del país, produjo 11% menos títulos y 8% más ejemplares que el año previo; asimismo, su comercialización aumentó en 0.7% y 8%, respectivamente; en el caso de los libros digitales, los títulos y ejemplares aumentaron hasta 60 por ciento. En cambio, el empleo muestra otro tipo de pérdidas, igual o más graves que las primeras: 8% menos empleados de base, 1% menos eventuales y 11% menos contratos freelance. El capital siempre gana; que pierda el trabajo.
Al parecer Aguascalientes atraviesa una transición hacia maneras divergentes de concebir el arte. El pasaje se bifurca hacia el arte urbano, anónimo o colectivo, alimentado por las experiencias de la sociedad, y el arte como principal ingrediente de las industrias culturales, que demandan enfoques inéditos en nuestra latitud. Ambos se relacionan con sus públicos en términos muy diferentes a los de hace un siglo y sobre los que no hay unanimidad. Por eso los responsables de diseñar políticas culturales públicas deben dialogar con la sociedad.
Metros adelante, el paseante se entera del Festival de Gráfica Urbana, el próximo sábado 8 de marzo. Y aprieta el paso con rumbo desconocido.