Presidencia Imperial o ¿Política ficción? / Opciones y decisiones - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Sin otra intención que opinar como un ciudadano común, me puse a observar el mensaje del martes, enero 28, “El estado de la Unión 2014” del Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. Uno de los esperados ritos democráticos anuales de la práctica política norteamericana. Sin duda, un discurso cuya trayectoria histórica es celosamente registrada por los anales presidenciales, siendo el día 8 de enero de 1790, el Presidente George Washington quien pronunció el primer “State of the Union address”, ante el Congreso reunido en Asamblea, en la ciudad de Nueva York.

A partir de entonces, se constituyó en una pieza oratoria, o de presentación escrita, mejor cuidada, más pulida e intencionalmente conformada como una “artesana de la persuasión”, para dar cuenta de la marcha del Poder Ejecutivo, en el punto inaugural del año que inicia, ante los representantes políticamente constituidos como Poder Legislativo, pero teniendo como receptor principal al pueblo mismo, como soberanía auténtica, digna de ser informada y a la cual rendir cuentas sobre las grandes tendencias de la vida económica, social y política por las que transita el país. Todo un manjar sazonado por la presunción -a la mejor ingenua- de sentirse y hacer sentir ante el mundo, ser el escenario de la democracia moderna, la tierra de las libertades, la sociedad abierta a las oportunidades, el sacrosanctum de los valores humanitarios y la “capilla sixtina” de la América que Dios bendice desde los cielos.

La pieza oratoria del Presidente Barack Obama del día 28 de enero, 2014, fue pronunciada en un tiempo de 1:05:07 horas. Lo que remite a la evidencia anecdótica de sus antecesores en que el discurso más corto ha sido pronunciado por el Presidente Washington, de 4 a 7 minutos; y el más largo corresponde al Presidente Truman, con un discurso de más de 25,000 palabras enunciadas. El de Obama, en mi opinión, se elaboró como una perla preciosa rigurosamente pulimentada.

Dígalo si no, desde el exordio arranca atípicamente con el referente: “Hoy en América, un maestro pasó tiempo extra con un alumno que lo necesitaba…”.Y luego referir su aportación individual para elevar la tasa de graduación del país, a su nivel más alto, en más de tres décadas Y así, mediante la evocación de ciudadanos comunes, en situaciones laborales comunes y desde tópicos comunes fue construyendo la arquitectura de sus argumentos, para dejar por sentado que la gran nación que hoy constituyen, tiene su fundamento en el “duro trabajo” de centenas de millones de comedidos ciudadanos particulares, a partir del ámbito de su vida privada. Este contraste entre lo privado y lo público se hizo ostensible a todo lo largo y ancho de su discurso.

“Aquí están los resultados de nuestros esfuerzos: La tasa más baja de desempleo por cinco años. Un mercado de la construcción de viviendas que ya rebotó. Un sector de la manufactura que está sumando trabajos, por primera vez, desde los 1990’s. Más petróleo producido en casa del que compramos del resto del mundo -la primera vez que sucede en casi veinte años. Nuestros déficits -recortados por más de la mitad. Y por primera vez, en más de una década, los líderes empresariales alrededor del mundo han declarado que China ya no es más el lugar número uno para invertir; América (EUA) lo es. Es por eso que yo creo que este puede ser un año crucial para América, después de cinco años de coraje y esfuerzo determinante, Estados Unidos está mejor posicionado para el Siglo XXI que cualquier otra nación en la Tierra”.

El cuerpo de su discurso se va desarrollando en ese mismo tenor. Transitando de referencias concretas a situaciones particulares, de ciudadanos comunes en su vida privada, a los tópicos públicos de políticas gubernamentales que marcan tendencias y están construyendo las nuevas oportunidades que anticiparán el porvenir de la nación. De esta manera sus argumentos van construyendo la gran y ardua obra de su Administración.

Enjundiosa retórica política que campea en una sala del Congreso perfectamente dividida: mientras que la bancada de la representación Demócrata, a una con el Vicepresidente Joe Biden, desgrana obsequiosamente intermitentes y continuos aplausos poniéndose en pie; la representación Republicana guarda estricto silencio, estoicamente sentados, a una con el Presidente del Congreso o House Speaker, John Boehner de Ohio, sin concesión alguna a la mordiente retórica del orador. Así transcurrió la candente e ingeniosa oratoria presidencial, mereciendo solamente la anuencia del partido opositor, a tres citas cumbres de su discurso:

1ª.- A la mención del papel de mujer en la suerte del país: “Este año, vayamos juntos, -El Congreso, la Casa Blanca y las empresas desde Wall Street hasta Main Street-, para darle a cada mujer la oportunidad que merece. Porque yo creo firmemente que cuando las mujeres tienen éxito, América es exitosa”. Ovación de pie.

2ª.- Al citar la prevalencia del Estado de Israel: “En tanto que aquí hablamos, la diplomacia Americana está apoyando a los Israelíes y Palestinos, en tanto que se involucran en las pláticas necesarias para dar fin al conflicto allí, para obtener la dignidad y un estado independiente para los Palestinos, y una paz y seguridad duradera para el Estado de Israel –un estado Judío que sabe que América siempre estará a su lado”. Ovación de la audiencia entera, toda de pie.


3ª.- Al referir el caso del sargento Cory Remsburg, un orgulloso Army Ranger, herido gravemente en Afganistán: “‘Mi recuperación no ha sido fácil”, dice él. ‘Nada en la vida que es valioso es fácil’. Cory está aquí esta noche. Y como el Ejército que él ama, como la América a la que él sirve, el Sargento Primero Cory Remsburg, nunca se rinde, y él no renuncia”. Ovación masiva de la sala entera, en pie.

El resto de las citas y referencias sobre los temas domésticos, las finanzas, el empleo, el sistema Educativo, el sistema de Salud y la vivienda; o las leyes de Inmigración y la presencia militar global no merecieron ese honroso tratamiento. Vi un Congreso dividido, de oídos sordos y con un severo juicio de desaprobación; se hizo notar y prevalecer la ruptura del consenso político. La intencional postura de cerrar al Presidente Obama sus posibilidades en este año de elecciones intermedias; la meta de trastocar el dominio Demócrata en una decisiva voltereta al poder Republicano; los intereses partidistas por encima del Derecho de la Nación.

Un Congreso que, como dijera un padre campesino mexicano: “estas hijas mías aparte de socarronas, me salieron remilgosas”. Un Congreso al que el Presidente Obama no dudo en clavar un par de banderillas en todo lo alto:

“Pero lo que ofrezco esta noche es un paquete de propuestas concretas y prácticas para acelerar el crecimiento, fortalecer a la Clase Media y construir nuevas escaleras de oportunidad para las clases medias. Algunas requieren acción del Congreso, y yo estoy deseoso de trabajar con todos ustedes. Pero, América no se va a quedar inmóvil, como tampoco lo haré yo. De manera que dondequiera y cuandoquiera yo pueda tomar pasos, sin legislación, para ampliar oportunidades a más familias Americanas, eso exactamente es lo que voy a hacer”.

De ahí surgió la opinión del Senador Republicano por Texas, Ted Cruz, seguidor del llamado Tea Party -fracción de ultraderecha- y férreo oponente del presidente en: La Presidencia Imperial de Barack Obama, artículo que le publicó el Wall Street Journal. ¿Verdad o política ficción?

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