Planeando a largo plazo con la sociedad civil / Ciudadanía económica - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Con la llegada de nuevos equipos de funcionarios en los gobiernos estatales y municipales en México al inicio del año 2014, surgen de nuevo las convocatorias a repensar los modelos de desarrollo local. Esto sucede especialmente desde los gobiernos que, con la alternancia política, desean desmarcarse del carácter que le imprimiera el gobierno anterior; el esfuerzo de crear una nueva estrategia e implementar nuevas acciones y políticas públicas puede convertirse en la oportunidad para replantear o refrendar un modelo de desarrollo con éxito o bien para juntar secciones de buenas ideas sin orden ni concierto generando un frankenstein ideológico-programático.

El nuevo gobierno municipal de la capital de Aguascalientes, al igual que varios otros gobiernos locales del estado y del país, dedicarán casi los 100 primeros días de su administración a la definición de su plan de desarrollo, restándoles menos de 1,000 días para llevarlo a cabo. El ejercicio de planeación de los gobiernos locales, similar a como se realiza en México, es algo común en la América de habla hispana. Es por ello que, desde hace más de una década, el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES) ha desarrollado metodología y directrices generales acordes con nuestra cultura e idiosincrasia. Esperando que quienes ahora están en el trance planificador las conozcan, comparto con Ud., quien esto lee, las siguientes líneas.

Aseguran los expertos reunidos por el ILPES que ante las tendencias de la globalidad, donde las políticas de equilibrio macroeconómico, ajuste y crecimiento están siendo dirigidas por los poderes fácticos que tienen agenda propia, cada vez cobra más importancia y mayor fuerza la perspectiva espacial, territorial, regional y local. Es a este nivel donde es posible observar con mayor nitidez el rostro vivo de las desigualdades y, por tanto, el lugar común donde es necesario buscar respuestas concretas para la superación de la pobreza, para el emprendimiento de nuevas actividades productivas que incorporen los avances tecnológicos más recientes, para la generación de empleo, en definitiva, para la potenciación de nuevos estilos de desarrollo originados desde la base.

Ante la agenda pendiente, la acumulación de problemas que enfrenta cualquier gobierno municipal durante todo su período en ejercicio, que van desde la delincuencia y la provisión de servicios municipales, hasta la atención a grupos vulnerables, hace que todo se traduzca en falta de recursos para atender lo urgente. La tentación de los planificadores improvisados por algunos gobiernos noveles, ante el temor de quedarse sin recursos, es comenzar a atacar el problema inmediato recortando todo los gastos que -con criterio empresarial y no social- consideran excesivo. Otros, con la torcida visión de extender su fuente de ingresos con el aparato gubernamental a su servicio, recortan toda posible oportunidad que no les represente negocio, perpetuando de esta manera la corrupción que, aunque el lector no lo crea, aún existe en algunos municipios. De hecho, los problemas que enfrentan los gobiernos locales en sus inicios son sorprendentemente similares en toda Latinoamérica.

Todo gobierno local que asume cargos ahora en México, dentro de tres años se habrá ido. La desgracia de la discontinuidad en las acciones gubernamentales, asumidas en su momento por moda o por el simple hecho de borrar las acciones de su antecesor, es que quienes gobiernan así, van dejando a toda la población igual o peor que como estaba en un inicio de su gestión.

Por ello, los especialistas en el campo del desarrollo local coinciden en pensar que en este ámbito y, más específicamente, en el impulso a procesos de desarrollo local es posible encontrar fuertes conexiones entre crecimiento y equidad, entre desarrollo económico y desarrollo social. En concreto, una respuesta efectiva para el ejercicio de un buen gobierno local, comienza con la adopción de políticas destinadas a superar la pobreza de las comunidades de la región.

Si se parte del convencimiento de que las posibilidades del desarrollo local están radicadas en la factibilidad de explotación del potencial de recursos propios en su espacio territorial, una cuestión clave a trabajar es cómo detectar, utilizar y activar su aprovechamiento. Un segundo paso, está en reconocer que no todo lo tiene que hacer directamente el gobierno. Esto es, se pueden basar en el propio tejido social para la creación de empresas y empleos, innovación tecnológica, promoviendo redes de cooperación, formación de recursos humanos, e impulso del desarrollo social.

Esto último, fundamental en la forma más reciente de entender y aspirar a procesos de desarrollo local exitosos, está asociado al “grado de confianza existente entre los actores sociales de una sociedad, las normas de comportamiento cívico practicadas, y el nivel de asociatividad que las caracteriza; estos elementos son evidenciadores de la riqueza y fortaleza del tejido social interno de una sociedad” (Kliksberg, Bernardo & Tomassini, Luciano, Capital social y cultura: claves estratégicas para el desarrollo, Banco Interamericano de Desarrollo- Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2000). Las diferencias entre territorios exitosos y no exitosos, se estima que pueden estar explicadas, a igualdad de otras condiciones, por el surgimiento y potenciación de este capital intangible sobre los mismos.

Los agentes de cambio que se deben encargar de impulsar este proceso son tanto públicos como privados, y se resumen básicamente en: las autoridades locales, universidades, cámaras empresarias, centros de formación, agencias de desarrollo local, y otras, que es importante que transiten por estos procesos de generación de confianza que potenciarían su accionar. Los especialistas en desarrollo local coinciden en que es sólo de esta manera, con la activa participación ciudadana y sus órganos profesionalizados, como se puede lograr no sólo el éxito de un gobierno en particular, sino la continuidad de políticas públicas soportadas con la generación de riqueza. Ojalá que en este proceso que viven los nuevos gobiernos locales se asuma este aprendizaje y se evite que, para dentro de tres años, se esté reinventando el agua tibia.


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@jlgutierrez


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