- En la literatura, según Bojórquez, hay dos campos de trabajo: el primero corresponde a la carrera literaria y el segundo a la obra literaria
- Si la poesía no produce ese estremecimiento prefiero no ser poeta, señala el autor de El deseo postergado
“Me gusta Aguascalientes, uno de los momentos más triunfales de mi vida ocurrió aquí: el Premio de Poesía Aguascalientes”, dijo el poeta sinaloense Mario Bojórquez a La Jornada Aguascalientes.
En cuanto al premio, se refirió a él como una consagración para quien que se dedica a un género como la poesía mismo que siempre es un general complicado y difícil aunque en su caso le sirvió para terminar con el ejercicio de la competencia, “ya no tengo que competir y eso es un descanso a la hora de hacer el trabajo literario”; pues si cuando se escribe algo está en el pensamiento de mandarlo a un premio o el resolver un anhelo de reconocimiento se convierte en una exigencia pesarosa del ejercicio de la escritura, en cambio, cuando se está liberado de ello puede escribirse con una mayor libertad.
En su caso, su galardón en Aguascalientes fue reconfirmado en el 2012 con un premio en España llamado Premio Alhambra de poesía americana, en él, el mismo libro El deseo postergado ganó en la sección de libro publicado, “de algún modo confirmaba ante mis ojos la buena fortuna que tuvo mi obra”.
Para el poeta, al no tener este elemento de la competencia su obra y vida literaria se afinó, “ahora es más fácil estar seguro de qué me gusta y qué no, decidir si callar o hablar, en fin te da esa seguridad que al inicio no encuentras”, teniendo en cuenta que hace cinco años Bojórquez era todavía un poeta muy desbocado y en ocasiones se metía en problemas por decir o no decir las cosas, ahora él se siente más calmado pero con una firmeza literaria sin igual.
Bojórquez y don Víctor Sandoval
Para Mario Bojórquez, don Víctor Sandoval (le agregamos el don ante la insistencia del poeta a razón de respeto), era su jurado favorito pues no sólo inventó el Premio de Poesía de Aguascalientes, sino también una gran parte del sistema cultural mexicano y los modos en que la cultura mexicana encuentra las maneras y los recursos para desarrollarse, “el tener la presencia de un hombre tan valioso como fue don Víctor Sandoval confirma cualquier razonamiento al respecto de una visión contraria del premio”, si compañeros extranjeros o locales se atrevieran a decir que el máximo promotor de la cultura mexicana sólo fue mera fama, Mario Bojórquez los invita a conocer la vida y la obra real, no sólo de Aguascalientes sino de todo México.
Molestias de unos, sonrisas para otros
Al cuestionarle sobre comentarios negativos hacia su persona antes, durante y después de haber sido ganador del Premio de Poesía de Aguascalientes, respondió sutil y sonrientemente que su trabajo es como la cachetada con guante blanco para todo los “habladores”; en su caso continúa dedicándose a la literatura pues es su trabajo y la única manera que conoce de ganarse la vida y si siguen molestándose por ello pues “que les vaya muy bien y que Dios los bendiga, yo ya no puedo hacer más que eso”.
Reconoció que antes se enojaba mucho al leer o escuchar los comentarios negativos hacia su persona pero que con el paso de los años aprendió a ignorarlos y ahora solamente le aburren, “hay de pronto personas que tienen mala intención, mala entraña, entonces pues su vida también se corresponde con esa miseria”, sin querer seguirles el juego prefiere no tomar en cuenta las declaraciones y hacer su vida como siempre la ha hecho.
Los caminos de la literatura
En la literatura, según Bojórquez, hay dos campos de trabajo: el primero corresponde a la carrera literaria y el segundo a la obra literaria; a veces hay poca nivelación entre estos dos elementos lo que causa desproporción y falta de éxito.
Ejemplificó con la obra de Fernando Pessoa a quien señaló tener una carrera literaria menor siendo que tiene una obra grandiosa, “él solamente en su vida ganó un segundo lugar en un premio municipal, imagínate, el gran poeta del siglo XX, y vaya que hubo grandes poetas, ese hombre sólo ganó un segundo lugar”, la razón: había un desequilibrio entre la obra literaria, que era magnífica a su parecer, y una carrera literaria.
Aunque eso fue subsanado con el tiempo y sin su presencia, pues cuando muere Pessoa se comienzan a publicar sus libros y es así cuando el mundo se percata de la existencia de una gran obra literaria, por eso Bojórquez insistió en la importancia de tener un nivel medio entre ambas cosas.
La poesía para Bojórquez
Para este poeta contemporáneo la poesía sirve para que las personas den testimonio de su existencia sobre la tierra, “hay quien nos cuenta cómo fue feliz, triste, enojado, una cantidad enorme de sentimientos y emociones”, que cuando el lector lee esos escritos lo reconocen en ese discurso, “la poesía habla esencialmente de la vida, si no habla de la vida entonces no tiene importancia”. Adicional a ello debe incluir una exploración del lenguaje, un tocamiento de las almas, un vínculo de las personas, por lo que no tendrá valor sin nada de eso.
La gente se contrasta cuando lee poemas con su propia existencia y también, si tiene suerte, en algún momento puede ser el otro el que está leyendo y vivir la felicidad o la tristeza profunda que aquel vivió; a esto se le llama identificación del lector con lo que está escrito, es decir, con la vida del autor, a esa comunión es a la que Mario Bojórquez aspira en la poesía, “a mí no me interesa una poesía que no produzca ese estremecimiento en los demás, prefiero no ser poeta a prescindir de esto”.
La poesía entonces es un diálogo donde hay un intermediario que es el libro, el cual es el que vincula a dos personas por el pensamiento de quien lo escribió. A veces lo que escribió aquel hombre encuentra su plenitud verdadera en el lector, si lo leyó bien, no en el que escribió el texto sino en el lector, a veces el otro comprende realmente lo que se está diciendo, ahí es cuando realmente se logra el cometido de la poesía.
Foto: Gerardo González