La poesía es un artículo de primera necesidad: Hugo Gutiérrez Vega - LJA Aguascalientes
22/11/2024

  • El poeta, ensayista, actor, diplomático y difusor cultural cumple 80 años de edad
  • La poesía es una iluminación, la poesía en buena medida viene del inconsciente, en eso consiste su enorme atractivo

Para Hugo Gutiérrez Vega (Guadalajara, Jalisco, 11 de febrero, 1934), uno de los poetas más destacados de nuestro país, es difícil entender cómo las personas pueden vivir sin poesía, ya que la considera un artículo de primera necesidad, que ilumina y ayuda no sólo a vivir, sino también a morir.

“Es un artículo de primera necesidad, yo sinceramente no entiendo a alguien que pueda vivir sin la poesía; la mayor parte vive sin ella, pero se la pierden. Yo creo que la poesía ayuda a vivir y ayuda a morir, la poesía ilumina, la poesía denuncia, son muchas las funciones de la poesía, por la poesía se descubren cosas del propio ser y del ser de los otros”.

En el marco de su cumpleaños número 80, que se celebra este 11 de febrero -aunque fue registrado el 20 de febrero, por lo que para cuestiones legales se considera ese día como su fecha de nacimiento- el escritor, quien es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, apuntó que la poesía lo iluminó desde muy joven.

“No había antecedentes familiares, no había mayor estímulo, entonces yo me estimulé solo”, con la lectura de dos poetas de Jalisco, Francisco González León y Alfredo R. Plascencia, ambos relacionados con Ramón López Velarde, a quien Gutiérrez Vega considera “el padre soltero de la poesía mexicana moderna”.

Esos poetas jaliscienses influyeron determinantemente “no en mi obra, pero sí en mi gusto por la poesía”, comentó Gutiérrez Vega. A González León comenzó a leerlo con apenas ocho o nueve años de edad y lo impresionó, “porque es un poeta difícil y al mismo tiempo transparente, aunque parezca paradójico”.

Uno de sus poemas, titulado Inicial, el autor, reconocido con el Premio de Poesía Xavier Villaurrutia en 2002, lo recuerda con memoria prodigiosa. “Habla de su amor de la primaria, una muchachita llamada Graciela y dice: ‘sus manos, lenidades de paloma / sus manos escolares que me empeñé en besar / sus manos que exhalaban el aroma / de un lápiz acabado de tajar’”.

En ese entonces, el pequeño Gutiérrez Vega sabía que el poeta, quien además era el boticario del pueblo en Lagos de Moreno, se reunía en la plaza y un día “lo estuve cazando, me le acerqué y le dije: ‘Señor, yo sé que usted es poeta’. Él me miró muy afectuosamente, me puso la mano en la cabeza y me dijo: ‘Sí, hijito, pero ya no lo vuelvo a hacer’”.

Así, el escritor entró a la poesía. Sus primeros versos, reconoció, eran un horror. Después, la lectura de López Velarde y los poetas españoles de la generación del 27 como Federico García Lorca y Rafael Alberti, le llevaron a escribir un poemario breve, titulado El niño y la mar, que lo hizo ganar unos juegos florales en Sahuayo, Michoacán.

Cuando le preguntan qué poetas lo influyeron, el autor de Antología con dudas, que reúne poemas de todos sus libros, contesta simplemente que todos, ya que como señalaba Miguel de Cervantes, los poetas son ladrones, los unos de los otros y uno los retoma, se retroalimenta de las figuras escritas por alguien más.


Sin embargo, reconoció que la presencia de Rafael Alberti sí fue muy poderosa, tanto que su primer libro, Buscado amor, publicado en 1965, cuenta con el prólogo del poeta español y Gutiérrez Vega bromea, al señalar que el prólogo es “lo mejor del libro”, el cual tiene enmarcado en la pared de su casa, escrito del puño y letra de Alberti.

El libro, comentó, es un libro juvenil, que cuenta con cierta influencia de Salvador Novo, la cual hasta se demuestra en el título, con un juego de palabras que asemeja al Nuevo amor, de Novo, y “es un libro que es mi primera apuesta por la transparencia, que he mantenido a lo largo de mi trabajo y de mi vida, porque sigo siendo un poeta bobo y transparente”.

Para Gutiérrez Vega el amor es esencial en la poesía, pero también el encuentro, el desencuentro, el olvido y la memoria son temas esenciales. “No sólo no podemos, sino que no debemos huir de ellos, los grandes poetas son los poetas amorosos, y la mayor parte son amorosos, Sabines, Becerra, el mismo Paz, en Piedra de Sol, el capítulo de Madrid: ‘los dos seres se miraron y se amaron por defender nuestra porción eterna, nuestra ración de tierra y paraíso’. Sabines, Los amorosos; Gustavo Adolfo Becker, todos los románticos, no sólo eso, románticos trágicos como Manuel Acuña, es un tema fundamental, y nunca cansa, hay que darle vueltas, hay que remodelarlo, porque cada amor es un amor nuevo”.

La poesía también es, dijo, un espacio de comunión, un acto difícil como decía Octavio Paz, que en últimas fechas está en “la catacumba, habiendo sido en una época un acto tumultuoso, en la época de los juglares, de los recitales, ahora efectivamente son pequeños los grupos, pero la poesía necesita el apoyo de los medios de comunicación”.

Con el sentido crítico que lo caracteriza, el poeta, cuya obra ha sido traducida a diversos idiomas como inglés, francés, italiano, rumano, portugués, griego y turco, lamentó que la televisión comercial se dedique a promover “la incultura, la vulgaridad y la tontería”, toda vez que se trata de un medio que forma parte de la industria de la conciencia. Sólo bastaría con media hora al día de poesía para atraer a los lectores, eso sí, buscando con cuidado los poemas, porque “hay poetas capaces de retirar a los lectores de la poesía”.

En su experiencia, comentó, cuando asiste a recitales, “los muchachos de repente te piden más, entran a un mundo de música, de sonidos, de iluminaciones, la poesía es una iluminación, la poesía en buena medida viene del inconsciente, en eso consiste su enorme atractivo, después viene el trabajo formal, darle forma, pero son figuras, imágenes, sensaciones que vienen del inconsciente, otros vienen de la memoria, de algún acontecimiento, de un pedazo de música, de un paisaje, yo durante mucho tiempo escribí sobre temas personales, como el amor, el olvido, la muerte, pero de repente rendí mis armas ante el paisaje. Decía Monsiváis que cambié el sarcasmo por la imagen”.

Finalmente, el poeta se quedó con la imagen. En sus libros Cantos de Tomelloso y Cantos de Plascencia, lo fundamental es el paisaje: “la vibración del color en las cosas, las horas del día, la primavera, las estaciones, la lluvia, la tormenta, el frío, el ciclón, las cosas de la naturaleza que nos afectan y sobre las cuales no tenemos poder”.

En sus últimos libros, escritos en Grecia donde vivió durante más de siete años como embajador de México, lo predominante es el paisaje humano. Una estación en Amorgós, habla de la gente de esa isla del Egeo, donde el poeta pasó una temporada y se hizo amigo de los pobladores: el notario, el jefe policiaco, el alcalde, el boticario, el panadero y hasta de la puta, la cual, en aquel país tiene un lugar social muy importante, ya que “es una profesional seria, que cumple su deber y cobra lo justo y no la ven mal ni las señoras ni los curas”.

Mientras que Cantos del Despotado de Morea, libro de base histórica sobre el último emperador de Bizancio, tiene poemas para los muertos que, explicó, “debería llevar como epígrafe un soneto de Quevedo que escribió cuando se fue a la Torre Manchega y se retiró: ‘Retirado a la paz de estos desiertos / con pocos pero doctos libros juntos / vivo en conversación con los difuntos / y escucho con los ojos a los muertos’, no encuentro mejor definición de lectura, ‘escucho con mis ojos a los muertos’”.

Además de la poesía, la cual declama con singular belleza, otra de las grandes pasiones de Gutiérrez Vega ha sido el teatro, pero en el ámbito de la actuación, ya que alguna vez intentó escribir obras, pero reconoce que falló. “Escribí largas obras de teatro en verso, de capa y espada, imitando a Lope de Vega, que afortunadamente, se perdieron en un cambio de casa (…) y ya no volví a incurrir, preferí ser actor, fui director también, pero preferí ser actor, porque los actores al final nos apoderamos de la obra, así que somos los ‘ganones’”.

Recordó que fue justamente en Grecia donde actúo en algunas obras de teatro y “a la gente le llamaba la atención que actuara en griego el embajador de México, porque era también embajador”, toda vez que Gutiérrez Vega fue miembro del Servicio Exterior Mexicano durante más de 35 años, desempeñándose como agregado cultural y cónsul en diversos países.

Actualmente, el autor se encuentra poniendo en orden lo que llama sus Bazares de asombros, de los cuales ya lleva cuatro tomos y aún, le faltan dos. “Estoy ordenando materiales, la mayor parte son sobre teatro, cine, memorias, algunos de temas políticos, otros de crítica de la cultura, he escrito poesía, ensayo, miscelánea, crónica, columna, estoy poniendo en orden esos materiales y estoy trabajando arduamente, con gran dificultad”.

Y es que, advirtió que a razón de la muerte de su hija Mónica, hace tres años, “me quede un poco seco, como que ya no pude escribir poesía, escribí un poema despidiéndola, me dolió tanto el poema,  que ya no pude…  ahora he vuelto”.

-¿Y cómo se siente?

“Me siento bien, he escrito unas décimas, yo generalmente no escribo de manera tradicional, sino más bien verso libre o verso blanco, he escrito unas décimas que no están tan mal, no estoy seguro todavía, pero estoy preparando un librito, una especie de Taccuino del vecchio, cuaderno del viejo, así se titulaba un libro de Ungaretti, el mío será un cuaderno de viejo, voy a cumplir 80 años, ya me toca escribir mi taccuino”.

Gutiérrez Vega reconoció que no tenía planeado llegar a esta edad. “Yo pensé que me iba a ir antes, me estoy yendo con cierta dificultad, las enfermedades, las limitaciones crecientes, me ponen de mal humor, pero hay dos posibilidades, o estar viejo, o estar muerto, de momento y mientras la calidad de vida sea aceptable, pues estoy dispuesto a seguir viviendo hasta donde me lo permita el destino”.

Creador de sonetos, décimas, liras y otras formas clásicas, el autor quien fue distinguido con la Medalla de Oro del Instituto Nacional de Bellas Artes, prefiere el verso libre que es donde se siente más seguro, libre y abierto a todas las sensaciones.

Lo que le hubiera gustado escribir es una novela, “pero no pude, lo intenté y fracasé, después escribí unos cuentos y dije no, mi camino es la crónica, el ensayo y la poesía, entonces me he limitado a eso, para qué andar experimentando si no hay tiempo, voy sobre seguro, últimamente ya soy menos aventurero que antes”.

Por otro lado, lo que jamás le interesó, fue hacer periodismo de nota roja ni de sociales, aunque, bromea, “lo hubiera hecho siempre y cuando pudiera utilizar el lenguaje de sociales para policiacas y el de policiacas para sociales, figúrese: ‘el repugnante chacal’, decirle al padre de la novia, me parece perfecto, mientras ‘la exquisita señorita’, a una narcotraficante, pues también”.

Gutiérrez Vega también ha sido un incansable difusor cultural, actividad que lo llevó a recibir el Premio Nacional de Periodismo en Difusión Cultural en 1999 y se desempeñó, por ejemplo, como director de la Casa del Lago y de Difusión Cultural en la UNAM.

Para el poeta, reconocido con los premios Nacional de Poesía Aguascalientes en 1975 y el Iberoamericano de Poesía “Ramón López Velarde” en 2001, la difusión de la cultura debe ser masiva, apoyada por la televisión, a fin de que la cultura deje de ser un fenómeno de la élite que si va al teatro y a los conciertos, “entonces tenemos que salir a la calle a hacer un programa de cultura popular, lo que en los primeros años de la Revolución Soviética se llamó Proletkult”.

En un país como México, que es uno de los que menos lee en todo el mundo, considera que su mejor experiencia como difusor de la cultura fue echar a andar una colección de libros, llamada Material de Lectura, siendo director de Difusión Cultural de la UNAM.

Eran libros pequeños, bien ilustrados, con papel de calidad, a un costo de cinco pesos, donde se entregaban textos como La tierra baldía de T. S. Eliot, El cementerio marino de Paul Valery, así como antologías de Ramón López Velarde o de Jaime Sabines.

“Han salido 300 o 400, a cinco pesos, se vendían en una semana 10 mil ejemplares y salía el otro y cuando se llegaba a los 20, se regalaba una cajita para que los coleccionaran, vendíamos en todos lados, en los supermercados”.

Este tipo de promociones son importantes para fomentar la lectura, por lo que Hugo Gutiérrez Vega celebró la colección que ha lanzado la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, con buenos títulos a bajo costo. “Eso es lo que tenemos que publicar, que los editores sigan haciendo negocio, vendiéndonos una novela en 500 o 600 pesos, pero que el Estado atienda de inmediato la necesidad de lectura popular y sólo se atiende con ediciones baratas y bien distribuidas”.

El poeta, quien además ha sido distinguido con el doctorado Honoris Causa por las universidades autónomas Metropolitana y de Querétaro, también reconoció el trabajo hecho por el Conaculta mediante el Programa de Estímulos a la Creación, “es sin duda uno de los mejores del mundo y sobre todo no busca formar intelectuales orgánicos, sino estimular la creación libérrimamente, es un programa muy generoso, lo inició Rafael Tovar y de Teresa en su primera etapa al frente del Conaculta y ahora creo que lo está completando y afinando”.

A sus 80 años, Gutiérrez Vega sigue activo, como director de La Jornada Semanal y se prepara para asistir a diferentes eventos organizados en su honor, por ejemplo, el 20 de febrero viajará a Guadalajara, donde “se inicia un coloquio sobre mi obra y festejan los 80 años, no sé por qué tiznados, pero en fin”, señaló con sentido del humor.

El 23 de febrero recibirá otro homenaje en la Feria del Libro de Minería, “por mis 80 años otra vez, no sé si lo organice Gayosso o lo organice la feria” platica en tono de broma, para después viajar a Mérida donde también será homenajeado.

El próximo 7 de marzo, Gutiérrez Vega será el invitado en el programa Conversando con Cristina Pacheco, “ella pensaba dedicarlo a mis 80 años, ya le dije que lo dediquemos a José Emilio (Pacheco), que leamos cosas de él, que hablemos de él”.

Para el poeta, esta fecha llega en un momento de “plena tristeza, se me han ido tres hermanos: Juan Gelman, José Emilio Pacheco y Félix Grande, el poeta español y principal especialista en flamenco, los tres hermanos míos muy queridos, eso me tiene deprimido, me tiene tristón, sé que lo mejor es leerlos y recordarlos vivos, pero el trancazo no se lo quita uno”.

 

Con información y foto de Conaculta


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