- Nos hemos acostumbrado al caos, yo lo único que hago es ficcionar sus posibilidades
- Una galería en donde se condensa la soledad, el miedo, la desolación, con personajes que están en el límite
Cuentos violentos en donde la locura, la fantasía, el miedo se confunden en la cabeza de extraños y desolados personajes que habitan una ciudad muy parecida a la Ciudad de México, esa ciudad caótica, en donde los vecinos se miran con desconfianza, con un rencor contenido que siempre se encuentra a punto de explotar, son los personajes que habitan el tercer libro de la escritora Bibiana Camacho (Ciudad de México) publicada a finales del 2013 por Almadía.
Personajes que luchan por no perder su identidad aunque sea a través de la locura, de una identidad un poco retorcida en donde el miedo es uno de los elementos centrales que pueblan los 14 cuentos de este nuevo libro de esta autora mexicana que en Almadía ya había publicado el libro Tras las huellas de mi olvido en el 2010, con el que en el 2007 había obtenido la mención honorífica en el Premio Juan Rulfo, y que en el 2010 también había publicado el libro Tu ropa en mi armario. Platicamos con la autora en una pequeña cantina del centro de la Ciudad de México en donde la rockola sonaba de repente con alguna vieja canción de amor:
“Tengo que viajar mucho en metro, en camión y a veces las distancias son muy largas pero aunque casi siempre llevo un libro a veces es más interesante cerrarlo por un minuto y ver a tu alrededor y casi todos los personajes surgieron de estar recorriendo la ciudad y me parece que es mejor mirar, observar qué pasa a tu alrededor, quién es tu vecino de asiento en el metro, quién va caminando en la calle, y de ahí surgen los cuentos, de estar caminando, de estar recorriendo la ciudad, a veces más por necesidad que por gusto. El primer cuento lo escribí hace como tres o cuatro años y se quedó en el cajón mucho tiempo, el resto de los cuentos me llevaron unos dos años entre que los escribí y que los revise y se publicaron”, nos cuenta la autora sobre cómo inició a escribir este libro de cuentos.
Javier Moro Hernández (JMH): En tus cuentos haces un cruce entre fantasía y realidad, porque los ambientes que contienen tus cuentos es muy cercana a la realidad pero de repente hay una pequeña vuelta, un pequeño guiño que dispara los cuentos hacia la fantasía, hacia un desenlace más cercano a los ambientes fantásticos.
Bibiana Camacho (BC): Es que yo creo que la realidad es así, si tú miras a tu alrededor de pronto hay cosas que no funcionan con la lógica real que deberían seguir el curso normal de los acontecimientos, cosas que a la mejor no tienen mayor importancia, esto no quiere decir que vas a ver un fantasma, pero sí hay elementos, por alguna razón se salen de lo normal, de lo cotidiano, y es justo eso lo que llama mi atención, y a partir de eso ficcionas, haces otra cosa, pero yo creo que la realidad siempre tiene sus detalles extraños. Creo que además hay mucha gente paranoica y de repente hay ocasiones en que uno está anclado en la realidad cotidiana y de repente hay algo que le empieza a molestar un miedo absurdo, que a veces no tiene que ver con la realidad, pero este miedo dispara unas ideas catastrofistas que pueden parecer absurdas, pero que están ahí, dando vueltas, y que a lo mejor no ocurren pero en tu cabeza, pero en tu miedo interno, sí ocurren y en esas consecuencias que puede tener el miedo interno sí ocurren, entonces yo estoy consciente de que en la realidad sí ocurren, sí pasan cosas fantásticas.
JMH: El miedo es uno de los temas que más aparece en tus cuentos, por ejemplo en el cuento de “La Casa propia” en el que los personajes compran su casa y empiezan a arreglarla pero cuando la terminan se dan cuenta de que no pueden habitarla, hay un elemento de miedo, de paranoias personales.
BC: Yo creo que hay una locura colectiva en esta ciudad con la cual todos fluimos más o menos de manera ordenada, no nos hemos matado, por ejemplo, pero yo creía que hay unos detonantes de locura personal o de pareja, como en este caso, que sí existen y para esa pareja sí son reales porque ellos saben que nadie está viviendo ahí, que no se están escuchando ruidos, que nadie está moviendo muebles, que nadie se está riendo, pero es una locura construida por los dos y por lo tanto es una locura que viven juntos.
JMH: También hay un elemento de maldad presentes en estos cuentos, muy bien identificados en algunos personajes como en el de Urbano, personaje que le da nombre al cuento, quien es un tipo que se podría decir que se encuentra un poco separado de la realidad, que tiene un pie ya en la locura, pero una locura violenta, vengativa,
BC: Sí, desde que lo ves desde el principio te das cuenta de que él ya no está en este mundo, en esta sociedad, él vive ya en su propio mundo, pero déjame decirte que Urbano, por ejemplo, sí existe y sí es fumigador y sí es un borrachazo de lo peor pero un día lo vi tan triste que no pude más que detenerme a preguntarle si estaba bien, porque me sacó tanto de onda que sí tuve que pararme a preguntarle cómo estaba, qué le había pasado y ya él me contó que habían envenenado a su perra, no sé cuáles fueron las circunstancias pero obviamente todo lo demás lo cuento yo, me lo imaginé yo, pero sí creo que Urbano sí es un personaje fuera de lo normal y lo que hace el personaje del cuento es algo que me parecía una consecuencia natural, normal.
JMH: La idea de la normalidad puede ser una idea muy falsa si uno la piensa con profundidad, pero los personajes que pueblan La Sonámbula son personajes que aparentan normalidad, salen al trabajo, aparentan vivir en la sociedad, pero ya tienen una visión trastocada.
BC: Es que ya nos hemos acostumbrado al caos, pero casi todos nosotros estamos diseñados o dibujados de una manera un poco desquiciada, y yo lo único que hago es ficcionar sus posibilidades, hacer el resto, pero yo creo que ahí están y están conviviendo con nosotros y quizás nosotros somos parte de esa misma locura
JMH: También creo que los personajes que pueblan La Sonámbula son personajes que aparentan estar en sociedad pero ya no están, están muy solos, son marginales.
BC: Hay mucha gente que vive muy sola y eso se me hace más aterrador que el miedo a los fantasmas, por ejemplo, creo que la soledad es escalofriante, pero ese terror de estar solo es más perturbador que cualquier otra cosa.
JMH: Personajes tristes, pero también personajes complicados como la mamá del cuento de “La Enterradora” que no quiere a nadie que no sea como su familia, que juzga a todo el mundo pero que se la pasa en los entierros de todo el mundo.
BC: Ese es un cuento sobre la misoginia de las mujeres hacia las propias mujeres y era un poco burlarme de esa situación de miles de mujeres que creen más en la desgracia que en la felicidad y que creen que si hay algo bello está mal, pero es que yo creo que la belleza sí puede triunfar alguna vez, y eso es un poco este cuento.
JMH: Hablando de esta situación de la marginalidad, tus personajes habitan en barrios, colonias de clase media baja, que me hace pensar que hay una observación sobre la pobreza, que le da el ambiente a muchos cuentos.
JMH: Es que yo nací en un barrio así y casi toda mi vida he vivido en lugares ambientes y de hecho el centro, que es en donde vivo ahora, es un área así, estoy familiarizada con ese tipo de ambientes, y no lo escogí de forma particular, pero es que luego en los barrios puede darse una convivencia muy ruda, muy ríspida, son ambientes complicados, pese a que existe la idea de que esas comunidades tienen una convivencia cercana y solidaria, entonces yo creo que es una realidad que se tiende a idealizar, no porque sean personas malas sino porque las mismas circunstancias los empujan para que funcionen así.
JMH: En el caos todos vivimos crispados y enojados, que cualquier rozón nos hace enojar, explotar
BC: Y hay cosas que pasamos por alto, que ya no las vemos, ya si un día vas en otro estado de ánimo ves cosas que habías pensado que era normal, que has visto todos los días, la volteas y las ves y dices: eso en realidad no es tan normal o no debería serlo.
JMH: La ciudad es otro de los personajes de los cuentos que comparten vida en el libro.
BC: Es mi escenario natural, es el lugar que mejor conozco, he vivido aquí toda la vida, siempre la he observado y la ciudad a veces te empuja, te asfixia, a veces te obliga, la ciudad es cabrona e inclemente, no te tiene piedad, y por eso cada uno busca acomodarse, busca su espacio, y un ejemplo de esto es el metro, pues ahí está la ciudad condesada en su máxima expresión, todo, los olores, la gente y cada quién sabe cómo ocupar su espacio, habrá quién se pelee, habrá quién se haga chiquito y no diga nada, habrá quién se espere a que pase un vagón más vacío, habrá quién de plano se agarre a golpes, y así te empuja la ciudad a tomar decisiones.
JMH: La Sonámbula es una galería en donde se condensa la soledad, el miedo, hay mucha desolación, hay también hay muchos personajes que están a punto de explotar, en el límite, hay otros como “Urbano” que sí da el paso y asesina a sus vecinos.
BC: También está este personaje que regresa a casa de sus papás después de treinta años de estar en la cárcel pero que ya es incapaz de comunicarse; los hermanos le tienen miedo, no saben cómo ayudarlo, y entonces en vez de que la situación familiar mejore se pone peor hasta que explota, y eso es porque ya no tenemos la paciencia para ayudarnos y tomamos decisiones extremas. Es como si viviéramos en una olla exprés que siempre está a punto de estallar y yo espero que no se le acabe el agua, porque no sé qué podríamos hacer, es una violencia contenida. Siempre estamos crispados, a punto de que cualquier cosa pueda hacernos saltar por los aires.
JMH: En ese sentido quería preguntarte ¿Cómo trabajas las historias?, ¿qué las detona?
BC: Muchas veces surgen a partir de una observación, como en el caso de Urbano, en una ocasión me pasó como el cuento del metro, sí me pasó algo parecido pues me quedé atrapada como cuarenta y cinco minutos y sí es desesperante, pero casi todos los cuentos sí surgieron de algo que vi o que me pasó en la calle, y algunos salieron muy fáciles y otros los dejé ahí guardados y que después regresé a ellos y borré, quité o algunos de plano no terminaron en el libro.