El derecho a zonas íntimas / Piel curtida - LJA Aguascalientes
22/11/2024

El acceso a un espacio privado, una habitación personal, debe ser un derecho y no sólo un privilegio. Tal vez, debido a este pensamiento, a mis doce años de edad decidí adecuar el zaguán de la casa de mi abuelo para apropiarlo como mi recámara. Tres paredes, una de ellas la puerta de entrada a la vivienda, mientras que la faltante era un arco que marcaba la separación hacia el primer patio. No me importaba el frío, la posible llegada de ratas o cucarachas. Por fin tenía mi cuarto.

El tener un espacio propio es una necesidad universal, en principio por supervivencia, actualmente traducida como seguridad, y tras el proceso de civilización, para tener una zona de alta permisividad para realizar aquello que se le ha negado a lo público, como desnudarse, realizar prácticas erótico-sexuales, padecer una enfermedad o un estado anímico que no se desea exponer, como la tristeza. Sin embargo, estos lugares no siempre han sido considerados como ahora.

Durante los primeros años del mundo moderno las habitaciones eran comunales, en ocasiones las personas se acomodaban en huecos en la pared, a manera de literas, y en otras se segmentaba la gran pieza con cortinas; por lo que la disciplina sobre los espacios era más estricta. Por ejemplo, muchas casas del primer cuadro de la ciudad de Aguascalientes, que conservan su estructura original, presentan habitaciones interconectadas, delimitadas por marcos o arcos, lo cual se podría interpretar como una forma de vigilancia de la vida nocturna de los inquilinos. Gracias al paso de los años, las viviendas se han individualizado, presentando habitaciones delimitadas por bloques y puertas con cerrojo. Pero, este tipo de inmuebles con la capacidad de estratificarse no están al alcance de todas las personas, en especial, debido a situaciones económicas.

Según datos del INEGI, el promedio de habitantes por vivienda en el país es de 3.9, y de acuerdo a la Comisión Nacional de Vivienda, se estima que 30.9% de la población infantil habita en un hogar con hacinamiento, es decir, al menos 2.5 personas por cuarto. A inicios de 2013, algunos medios de comunicación reportaron que cerca de 50 mil familias al oriente de la ciudad capital de Aguascalientes sufrían de hacinamiento, en unidades habitacionales de entre 60 a 80 metros cuadrados y con al menos 4 personas. Sin embargo, ¿qué impacto pueden generar este tipo de condiciones?

En edificaciones reducidas es común que se presenten disputas por los espacios, como la imagen de los integrantes de una familia luchando por el baño, lo cual, puede ser negociado por intercambios que se naturalizan, así el aprendizaje de la privacidad se afecta; por lo que algunos niños al iniciar su etapa escolar pueden incurrir en algunas “faltas”, como el tomar objetos de otros sin pedir permiso, o hablar de cuestiones íntimas que suelen alarmar a los profesores, incomodar a los demás infantes o causar burla.

Por otra parte, la sexualidad es una de las actividades más dañadas. Pueden generarse disputas de pareja debido a que uno de las dos personas desea tener sexo, mientras la otra no accede porque los niños están en la cama de al lado; por lo que esto puede derivar en otro tipo de discusiones o infidelidades no acordadas previamente. Por otra parte, los adolescentes tienen que ingeniárselas para masturbarse o incluso para explorar temas sexuales, las cuales son prácticas comunes, no sólo en la pubertad.

La necesidad del espacio vital es tan importante que a través de diversas investigaciones se ha observado que existe una relación entre el fenómeno del hacinamiento y las prácticas delictivas, al no contar con zonas para tomar control o liberar tensiones de diferente tipo, es así que las opciones son pocas: descargar las emociones contra los demás habitantes o buscar otros lugares al exterior. Debido a esto, varias políticas públicas de tercera generación apuestan por la construcción de zonas de esparcimiento como plazas y parques, o mayor permisividad para la instalación de establecimiento de entretenimiento, como cines, cafeterías, bares. Otras naciones van más allá de lo convencional, por lo que en algunas ciudades de Europa también se han construido zonas de acceso público para tener relaciones sexuales, como grandes estacionamientos donde las parejas pueden intimar al interior de sus vehículos, permitiendo una salud sexual a pesar de las situaciones económica y de vivienda.

Aunque, el contar con espacios pequeños también posibilita una mayor interacción familiar, como cuando el servicio de internet y las computadoras tenían altos costos, por lo que el cuarto con televisor fungía como sala de reunión; sin embargo, con la tecnologización también se han reducido las batallas por el control de las telenovelas, series o programas deportivos. Ante las actuales condiciones demográficas y económicas, a varias familias nos quedará el repensar la privacidad y evitar posturas autoritarias frente a nuestros hijos, a pesar de que se desea vigilarlos 24 por 24, los siete días de la semana, del mismo modo debemos reconocer su derecho a la privacidad. Es decir, necesitamos recurrir a prácticas de convivencia democrática, pues es imposible el exigir una conducta cívica ideal sin iniciar al interior de nuestros hogares. Pero aún quedará la cuestión ¿cuáles son los niveles óptimos o mínimos de aislamiento, compañía y vigilancia para una vida sana? Por el momento sólo recomiendo un pequeño ejercicio: si cuenta con una habitación privada piense en todo lo que no podría hacer y lo que tendría que esconder/vigilar si la compartiera. Sé que agradecerá por tener esta posibilidad, y sonreirá como lo hice hace varios años cuando descubrí el placer de cuatro paredes propias.

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Twitter: @m_acevez


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LJA 03 de Agosto 2016

03/08/2016
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