Obispo: “Si el diablo me hubiera pedido que lo case, lo caso; yo no soy juez”
Manuel J. Clouthier decía a los reporteros que cubrían su campaña presidencial en 1988: “Yo no sé por qué le hacen al cuento, aquí (en Sinaloa) todos sabemos quiénes son todos y a qué se dedican; si no agarran a los malos es porque no quieren”.
En los 13 años transcurridos entre 2001, cuando se fugara Joaquín El Chapo Guzmán y este 22 de febrero en que sería recapturado, las autoridades pedían denuncias anónimas sobre su paradero e igual, “todos” sabían dónde estaba, ahí en el conocido triángulo Chihuahua-Sonora-Sinaloa, donde se refugiaba escoltado por un ejército de 300 hombres armados hasta los dientes y que finalmente fuera aprehendido.
Historia de glamour, luces, miedo y mito
Pero empecemos desde el principio. De la libreta de apuntes del reportero, encontramos una conversación con el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, allá en su casa de San Pedro Tlaquepaque en 2004, que nos platicó cómo habían matado a su antecesor, Juan Jesús Posadas Ocampo.
Aquel 24 de mayo de 1993, se habían encontrado a balazos en el aeropuerto de Guadalajara los cárteles de los Arellano Félix y el de Sinaloa, de Joaquín Loera El Chapo Guzmán.
El procurador general de la República, Jorge Carpizo, armó todo un tinglado para tratar de demostrar que el prelado había caído víctima del fuego cruzado, sin embargo, nunca pudo explicar por qué un comando llegó directamente al vehículo del cardenal para masacrarlo cara a cara.
Se desató la cacería en su contra y el 10 de junio de 1994, el propio Carpizo anunciaría la aprehensión en Guatemala, de El Chapo y su traslado al penal de Almoloya.
Un día antes había sido capturado en el puente internacional de El Talismán -sobre el río Suchiate- junto con sus escoltas Martín Moreno Valdés, Manuel Castro Meza, Baldemar Escobar Barrasa, María del Rocío del Villar Becerra y Antonio Mendoza Cruz.
El jefe del Centro de Planeación Para el Combate a las Drogas, Jorge Carrillo Olea, viajaría a Chiapas por El Chapo y su gente y la trasladó a un avión escoltado por fusileros paracaidistas, con Loera esposado a su asiento.
Ahí empezaba la danza de los millones, cuando El Chapo confesara al coronel Guillermo Álvarez Nahara, que la policía de Guatemala le había robado medio millón de dólares, además de los 250 mil de cuota mensual al subprocurador Federico Ponce Rojas, por protegerlo; nunca se comprobó ni lo uno, ni lo otro.
Carlos Salinas de Gortari ordenaría pagar a los gobiernos de El Salvador y Guatemala recompensa de un millón de dólares, por ayudar a la captura.
En 1996, El Chapo fue trasladado al penal de Puente Grande, donde se hallaba Héctor El Güero Palma, también implicado en el asesinato de Posadas Ocampo, una de las diez investigaciones que había hasta entonces contra Joaquín y que significaba prácticamente “el acta de nacimiento de la leyenda”.
El 1 de diciembre de 2000, México cierra un capítulo de su historia y abre otro, la llegada a la presidencia de Vicente Fox. No han faltado los analistas que aseguran que desde que el PRI perdiera las elecciones, se cabildeaba con los ganadores la liberación de El Chapo, si es que no querían que se incendiara la pradera.
Fue el 19 de enero de 2001, apenas a 50 días de iniciada la transición, cuando un hombre menudo, chaparrito; chapo, pues, escaparía del penal de Puente Grande, oculto dentro de un carrito, entre las ropas sucias de la lavandería. Ahí empezó la leyenda que convirtiera a El Chapo en el criminal más peligroso del mundo.
Se llama Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, nació el 4 de abril de 1957 en Badiraguato, Sinaloa. En 1980, a los 23 años de edad, El Chapo trabajó para Miguel Ángel Félix Gallardo El Padrino, uno de los jefes del cártel de Guadalajara con los Arellano Félix. En 1989 El Chapo desertó y fundó el cártel de Sinaloa.
Aquella escisión, la Félix Gallardo y los Arellano, originó el enfrentamiento de 1994 en el aeropuerto de Guadalajara, donde muriera el cardenal Posadas Ocampo.
Después de su fuga en 2001, Joaquín se convirtió en el narcotraficante más buscado de México, confirmado a la caída de Osiel Cárdenas Guillén, el 14 de marzo de 2003. Cárdenas es otro mito: En 2007 sería extraditado a Estados Unidos, donde a condición de que se declarara culpable, le sentenciaron en 2010 a 25 años de prisión y 50 millones de dólares de multa, y le perdonaron otros doce delitos por crimen organizado; actualmente tiene 47 años de edad, diez menos que El Chapo.
Después de Osama Bin Laden, Loera era el hombre más buscado por el FBI. La revista Forbes calcularía su fortuna en mil millones de dólares y en 2013 era una de las 67 personas más ricas del mundo.
Sin embargo, no todo ha sido miel sobre hojuelas para él: El 31 de diciembre de 2004 asesinaron en el penal de La Palma a su hermano Arturo Guzmán Loera; en junio de 2005 detuvieron en Zapopan, Jalisco, a su hijo Iván Archivaldo Guzmán Salazar, pero sería absuelto tres años más tarde “por falta de pruebas”; el 5 de febrero de 2008, sentenciaron a trece años de prisión a su hermano Luis Alejandro Cabral Domene; el 8 de mayo siguiente matarían a su hijo Édgar Guzmán López, de 22 años; y a finales de 2011 asesinarían a su primo Juan Guzmán Rocha.
“Si el diablo me hubiera pedido que lo case, lo caso, yo no soy juez”, dijo un obispo a periodistas que le preguntaron por qué había casado a El Chapo, en aquella famosa boda documentada mediáticamente y que provocara, además del glamour de las luces del poder, el asesinato del reportero de El Debate, Víctor Fernando Valenzuela, en los años 90. Las mujeres -como aquella bella mujer con la que contrajera nupcias en la sierra de Durango- fueron el talón de Aquiles del capo.
En Aguascalientes está uno de los generales que más se esforzara por capturar a Joaquín, es Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, quien como comandante de la Zona Militar de Sinaloa, encontró una mañana a las puertas del cuartel la cabeza de su jefe de prensa, con un cartel en el pecho que decía: “Por dedo, Eddy”.
Ese hecho fue la culminación del asesinato en Culiacán, de Obied Cano Zepeda, de 24 años de edad, sobrino de El Chapo, a quien Eddy había detenido el 21 de mayo de 2008, igual que al hermano de Joaquín y padre de aquél, Luis Alberto Cano Zepeda, el 22 de agosto de 2006.
¿Terminará aquí El Chapo o correrá la misma suerte que Osiel Cárdenas Guillén, su antecesor, de extradición y sentencia de 25 años?