- Lo más importante es el contacto con la gente, sobre todo con la más vulnerable
- La secretaria general, Elizabeth González Landín, narra uno de los casos que más le ha impresionado
Hace algunos años, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) logró salvar la vida de un joven de 20 años, víctima del síndrome de Guillain-Barré (parálisis total) a punto de ser desconectado para morir.
Se trata de una de las defensas que hiciera la Comisión, de entre los miles y miles de expedientes que documentó durante los últimos años, según cuenta a La Jornada Aguascalientes la secretaria general, Elizabeth González Landín.
Ella y el personal de la dependencia se preparan para la toma de posesión del nuevo ombudsman, en ceremonia que se llevará a cabo el próximo lunes; mientras tanto la funcionaria recibe al reportero y ante la pregunta por alguno de los casos que más le hubieren impresionado durante los últimos siete años en que laboró para la CEDH, comentó: “Lo que más me ha impresionado es el contacto con la gente, este trabajo nos da el contacto, sobre todo, con la más vulnerable. Tenemos experiencias extraordinarias y lo mejor que nos llevamos al dejar un empleo como éste, es que debemos ser mejores personas, mejores seres humanos, porque el haber compartido con tanta gente en situación de vulnerabilidad sus penas, sus preocupaciones y, en la mayoría de los casos, haberlos ayudado a solucionar un problema, eso es la mayor divisa que podemos llevarnos”.
–¿Podría usted ejemplificar con algún caso que le haya impresionado particularmente?
–No se trata de ver cuántas recomendaciones se emitieron, sino esto que es lo más doloroso, lo más difícil y que, por supuesto, nunca sale a los medios… Hubo un muchacho, duramos cinco meses en un camioncito, una casa rodante, hace unos seis años, a las afueras del Hospital Hidalgo.
Añadió: “Era un jovencito de 20 años de edad, tenía Síndrome de Guillain-Barré y parecía un cadáver, sus padres habían donado los órganos y lo iban a desconectar. El doctor Gerónimo Aguayo Leytte nos hizo favor de darnos otro diagnóstico y nos ayudó porque ya lo iban a dejar morir”.
Relató González Landín que el entonces director del citado nosocomio, “nos dijo que tenía ese Síndrome de Guillain-Barré, pero parecía un cadáver. Duramos cinco meses con el paciente, nosotros allá afuera del hospital, vivíamos ahí de hecho. Estábamos acompañando a la familia del paciente”.
“En ese caso no nos dieron esperanzas, además los papás del paciente no tenían dinero y el Síndrome de Guillain-Barré es muy difícil, los medicamentos que necesitaba el paciente en ese tiempo nos costaban 25 mil pesos, empezamos a pedir en botes, en cruceros, a través de los periódicos, en cartas, y llegó mucha ayuda para ese joven que ya estaba desahuciado”.
Ahora -concluyó Elizabeth González Landín- es un joven feliz, se recuperó después de mucho tiempo de rehabilitación.
Foto: Gilberto Barrón