Heli: la dura reflexión de la violencia / Cinefilia con derecho - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Después de meses de buscar la premiada película (Palma de Oro a mejor director en Cannes) de Amat Escalante Heli (2013) ya que a nuestras salas comerciales nunca llegó e incluso sorprendentemente en el internet no era localizable, por fin en alguna página y ante una nueva búsqueda pude acceder a ella a través de uno de tantos portales que ofrecen películas en streaming. Conociendo a Escalante y sus otros productos, sobre todo esa fenomenal Los Bastardos (2008) lo que uno puede esperar de su cine es reflexión, profunda reflexión. Y es que al estilo áspero que le proporcionan sus locaciones desoladas, sus planos largos, sus personajes que viven en la periferia (en todos los sentidos), la falta de música ambiental, una historia trágica a nivel nacional (las víctimas del narco), debemos añadir el punto de vista que como coproductor ha sumado Carlos Reygadas, otro de esos directores contemporáneos de cine nacional multipremiados y cuyo eje artístico es la introversión de los problemas nacionales. Heli retoma en todo su esplendor las críticas a todo el sistema judicial mexicano: la policía ministerial son esos agentes setenteros cuya rudeza y franca poca preparación dan más miedo que confianza, se mueven en la clandestinidad, interrogan a la víctima como si fuera el criminal; su lenguaje remite a varios tecnicismos jurídicos y llegan incluso a incitar a firmar una declaración que él no hizo. El papel del juez es lejano, invocaciones aisladas que lo ponen como un ser inalcanzable, varias veces los agentes hablan de él, lo culpan de lo intrincada de la investigación e incluso su explicación de las fases del proceso remite inevitablemente a los diálogos kafkianos de El Proceso. Sus escenas de violencia explícita han provocado conmoción, sobre todo aquella que causó polémica en Cannes pues un hombre es torturado al grado de que le son quemados sus genitales para después ser colgado desnudo en un puente, la escena es filmada con toda la intención de exponerla, el torturado no sólo es observado por el verdugo, sino además por un par de jóvenes-niños que están aprendiendo las técnicas de laceración, por otro secuestrado al que seguirá un flagelo similar, en un tercer plano está la que suponemos es la mamá de algunos de los victimarios, que con cierta indiferencia, apenas un atisbo se separa de sus labores en la cocina, y por supuesto por el espectador, que queda de frente justo cuando el pubis arde en llamas mientras el hombre se retuerce de dolor. Filmada en un paraje desértico de Guanajuato, la crítica a ese estado ultraconservador no puede faltar, durante el levantón que da pie a las torturas, es también secuestrada una chica de apenas 12 años que después de varios días reaparece con su familia, cuando es llevada a tratamiento médico se les informa que ha sido violada, que está embarazada, pero que a pesar de todo, no puede abortar, no al menos en ese estado dice la médico. Una crítica a las costumbres moralistas guanajuatenses pero que en estricto sentido jurídico no es vigente pues el Código Penal de aquel estado permite el aborto por motivo de violación. Lleva al extremo su posición, todo es desolación: el ejército es todo corrupto, la policía igual, los agentes ministeriales ineptos, el sistema de salud no puede proveer garantías para la mujer embarazada, uno de los levantados que sobrevive es despedido de su trabajo por sus constantes fallas producto del trauma vivido, en pocas palabras contra el narco y sus efectos que vivimos tan amargamente en este país no hay solución, sigue en este mismo tenor a otras cintas como El infierno (2010) y Miss Bala (2011). Aunque se me pueda tachar de moralista, esta es una de las críticas que siempre hago al cine de drogas que se hace en el país: no tiene una forma positiva de combatir el problema, sólo lo exhibe. Ciertamente esta manifestación es en sí misma una crítica hacia las autoridades y eso ya de alguna forma coadyuva en buscar soluciones, sin embargo creo que no es suficiente. Sólo pongo como ejemplo Colombia y las series de televisión que sobre sus narcos, sobre sus tragedias nacionales como la de Pablo Escobar, han realizado; tanto en El patrón del mal como en El cartel de los sapos el final siempre es igual: el bien triunfa sobre el mal. Podrá argumentarse que así no es la realidad, pero tampoco es tan extremosa como la posición de las películas mexicanas. Y para muestra ahí está Colombia que bien o mal a controlado su problema de violencia. En fin, Heli es una buena cinta que documenta esta terrible realidad nacional que, a pesar de las posiciones pesimistas, millones de mexicanos diariamente luchamos por revertir. [email protected]


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