Cuando el relevo de tus tiempos, cuando la historia te reconoce como el mejor, cuando las pistas reconocen tu legado pero no extrañan tu dominio, cuando un alemán como tú ha dominado un auto y todos los GP sólo como tú lo hiciste, cuando Alemania se corona como el mejor de los países en el deporte, cuando se convierte en potencia y en Ozil, el Bayern y Vettel revolucionan el mundo del deporte, cuando todo esto pasa, tú nos vuelves a la tierra, a la humanidad de un súper estrella.
Pudiste desafiar pistas de asfalto a más de 200 kilómetros por hora por más de 50 países, sobre dos ruedas, que si no hubieras controlado pudiste haber matado a miles y llevarte tu historia a la basura, pero siete veces le diste la vuelta al mundo y levantaste un plato de gloria, te llenaste los bolsillos y regresaste al mapa a la mejor escudería de la historia, un alemán indomable, que vuela, invisible, sagaz e impredecible. Hiciste todo eso encima de un carro, detrás de un volante y con el control en tus manos, pero la vida colgando de un caucho.
Ahora frente a dos barras de madera y una montaña de nieve, tu cuerpo no puede, ahí solo, cuando tu cuerpo ha tenido que ser el protagonista, ahí has sufrido, en la moto en 2009 y en los esquíes en 2013. Eres y serás histórico, vences como siempre, por la derecha en recta o por dentro de la curva, descubre en tu cuerpo los caballos de fuerza que a tu gran Ferrari, más alemán que nunca, le sobran.
