Hay cosas que como habitante de esta tierra de la gente buena a veces me hacen dudar de esa frase del lema de nuestro escudo, por ejemplo, en días pasados apareció un bebé, un pequeño ser de escasas horas de nacido en un contenedor (¡increíble!), tirado como basura, en medio de un fuerte invierno y con todos los peligros que podamos imaginar, entre fauna nociva, enfermedades, objetos punzocortantes, bacterias. Echado a su suerte por otra parte tan buena, que un pepenador lo vio y pudo ser rescatado por las autoridades de tal forma que el día de hoy, hasta donde sé, se encuentra en buen estado de salud y resguardado en uno de los lugares que dirige DIF estatal.
El bebé en lo que se determina su situación jurídica queda en resguardo del Estado, una salida difícil que da la norma jurídica a una situación excepcional; lo normal es que estuviera en un hogar. Escuché en medios que si no aparece la madre en un mes el bebé será dado en adopción, el día de hoy, según leí también en los diarios, hay más de 70 parejas en lista de espera para poder adoptarlo.
¿Hasta dónde debe el Estado entrometerse en esta clase de situaciones? La respuesta no es tan sencilla, no es tan fácil determinar si los padres son o no aptos para cuidar un menor, el ejemplo que me viene a la mente es de una excelente película india llamada Salaam Bombay! (1988) filmada por la directora Mira Nair sobre la vida en la calle de varios niños en Bombay, su dura lucha para sobrevivir, trabajando como meseros, pidiendo limosna e incluso incursionando en el mercado de las drogas. Entre ellos hay una niña que vive con sus padres, por las condiciones precarias de la vivienda la niña es testigo de que su madre se prostituye en su casa, a pesar de todo la directora nos muestra el amor y la protección de la progenitora. Sin embargo el Estado le quita la patria potestad, incluso una funcionaria le lee la sentencia y exhorta a la mamá a no presentar apelación, difícilmente la ganará alguien con sus antecedentes, le dice. El cuadro es trágico, la mamá llora desconsolada y la menor pierde totalmente el habla; de manera brillante la directora, al exponernos la vida de la menor tanto en su casa como en el hospicio, nos deja a nuestra decisión si el Estado obró o no correctamente.
Parece increíble que habiendo tantos pequeños en los albergues de esta ciudad tenga que haber una lista de espera, y sin embargo lo es, el enorme problema a que se enfrenta el sistema en materia de adopciones es que la mayoría de esos niños rescatados o abandonados, aún se encuentran ligados jurídicamente con sus padres, por lo que se enfrentan a dos juicios: el primero para liberarlos de la patria potestad y el segundo para darlos en adopción, dos juicios que en caso de conflicto se llevarán años en detrimento de las dos partes, de un lado la pareja que desea adoptar y del otro el menor que necesita de ese hogar.
Por ello en verdad que ruego porque la progenitora del niño desamparado no aparezca, para que la adopción sea rápida pues, sin un litigio de por medio para pérdida de patria potestad, bastará un solo juicio para acreditar la idoneidad de los nuevos padres y entonces este pequeño ser estará pronto en una casa donde se le brinde el amor que alguien más no quiso ofrecer, claro, tampoco se trata de satanizar a la madre desnaturalizada (medios de comunicación dixit) las condiciones que la han obligado a hacer lo que hizo tendrán que ser valoradas en su justa dimensión moral y jurídica y en todo caso, por un juez.
Y si bien hay días en que dudo del lema como señalaba al inició de esta colaboración, la reacción de la gente buena (al menos 70 parejas que se encuentran deseosas, que se disputan darle un buen hogar al pequeño) provoca de nuevo tener fe en nuestro pueblo, en ese lema tan genialmente inventado por Alejandro Topete del Valle y que hoy se señala en el artículo 5 de la Ley del Escudo y el Himno del Estado de Aguascalientes: Bona Terra, Bona Gens, Aqua Clara, Clarum Coelum.