De autodefensas e inyecciones letales - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Las autodefensas son resultado de la ineficacia del gobierno, usted podría pensar. Es resultado de la incapacidad de impartir seguridad a cada uno de quienes habitan ese estado (Michoacán). Pero déjeme hacer un breve aprendizaje mutuo.

Las autodefensas en Michoacán tienen algunas leyendas sobre su origen. Algunos medios citan el hartazgo de los productores agroindustriales por las extorsiones cotidianas de grupos del crimen organizado como “Los Templarios”, cuyo líder fundador Nazario Moreno -quien se supone muerto- solicitaba cantidades exorbitantes a cada uno de ellos en algunas regiones como Tancítaro, donde se crearon a partir de esas situaciones, “Policías comunitarios” para defender al pueblo.

Hoy las autodefensas han despertado inquietudes de emergencia no sólo en los tres niveles de gobierno, sino en la sociedad en general. Sin embargo, la pregunta inicial que le hago para reflexionar es ¿Son válidas estas autodefensas por encima de la autoridad? La respuesta quizás sea otra pregunta ¿Qué dejamos de hacer, el gobierno y la sociedad para que se llegara a este momento? El mecanismo de defensa en el ser humano de acuerdo a la teoría del sicoanálisis de Freud, es una referencia que persiste cuando el individuo ve afectada su integridad física o mental. También se refiere a las experiencias traumáticas que le generan ansiedad y a tener un comportamiento extraordinario para hacer frente  a esos momentos. Uno de ellos sin duda, es la violencia y la afectación al patrimonio personal y familiar incluyendo el derecho fundamental de la vida.

Pero ante la segunda pregunta que he escrito, la respuesta es esa analogía de la rana en la olla de agua hirviendo: Si usted pone una rana en agua muy caliente, esta salta sin menoscabo por el dolor que le proporciona este acto. Pero si por otro lado pone a la misma rana en esa olla pero con agua a temperatura ambiente y poco a poco la comienza a calentar, la rana no reacciona bruscamente, sino que se aclimata a la nueva temperatura, hasta que sin poder hacer algo, muere.

Las autodefensas tienen en sí mismas, una reacción ciudadana que parece legítima y justa ante muchos factores sociales que afectan la vida cotidiana de quienes las integran. Se levantan a defenderse para evitar que se mermen sus intereses y su familia. Pero por otro lado, como agua que se fue calentando, todos los involucrados -al menos en los medios de comunicación así se ha dicho- aceptan que conocían del fenómeno del crimen organizado y los laboratorios de producción de drogas sintéticas y otros negocios ilícitos que se hacían en aquella región -como seguramente está sucediendo en otras partes del país- y con frases como “mientras no se metían con nosotros” para justificar que “ellos”(los criminales) hacían sus negocios pero no se metían con los civiles, y con ello aceptaron su presencia entre los integrantes de su comunidad. Esa agua se fue calentando hasta que se convirtió en inevitable que tuvieran también que ir aceptando las “cuotas” solicitadas. He citado en este espacio en otras ocasiones, la teoría de las ventanas rotas, en que ante un mal menor, si no se soluciona, devienen otros problemas más graves, es decir, se calentó el agua de la olla y hasta que se estaban quemando, reaccionaron. Entonces, aquí comienza la disyuntiva sobre qué tanto somos culpables como sociedad al permitir que poco a poco “mientras no se metan con nosotros”, se instalen formas de vida que se contraponen para tener paz y desarrollo, o al menos vivir con la mínima seguridad individual.

A todo lo anterior súmele el número de familias, hijos, esposas o esposos que viven de los dineros que genera el narco y que han adquirido un tipo de vida donde se puede comer carne y rentar televisión por cable o traer una camioneta nueva, y cuya costumbre será difícil arrancar de un tajo, generando un recubrimiento hacia los criminales por parte de los contextos más cercanos como la familia más próxima o la comunidad a la que con ese mismo dinero sucio, le arreglaron la escuela, le pavimentaron las calles o le dieron un regalo en diciembre a los niños. La situación no es fácil, pero tampoco se hizo de la noche a la mañana. Este proceso de inmersión en la vida cotidiana tuvo una serie de pasos que si bien la autoridad no pudo detener en un momento dado -por incapacidad o por desconocimiento- la comunidad no lo supo detener tampoco y hoy lo está padeciendo.

El problema de las autodefensas es que sigue siendo un proceso de violencia que hoy está muy “reborujado” tanto por los medios como por la misma naturaleza del conflicto: estamos a punto de no saber quiénes son realmente ciudadanos que tomaron las armas para defenderse y quiénes por parte del crimen organizado, se han disfrazado de autodefensas para seguir delinquiendo. De todos modos, ambas no se justifican.

Este es un problema que surge por la participación ineficaz de la sociedad para denunciar a los delincuentes, y también por el grado de corrupción que han logrado estos criminales al interior de la autoridad. Y así como el proceso de inserción fue prolongado (hay quienes afirman que se recrudeció en los últimos 10 años), el proceso de limpia tendrá que iniciar y no será sencillo.

La preocupación en esa materia, es quizás el estado de sitio en que se encuentra la región michoacana de tierra caliente y lugares aledaños, pero lo que nos debería estar preocupando en nuestra ciudad y estado, es que quizás en algunos lugares la comunidad ha comenzado a arropar este tipo de conductas “mientras no se metan con los civiles” dejando que comience este proceso de “calentamiento del agua”, cuyas consecuencias son siempre catastróficas en materia de tejido social y derechos fundamentales. Mire, el primer paso está dado, todos sabemos dónde venden la piratería, en la música, en la ropa, en los programas para computadora. Muchos saben si en su colonia hay gente extraña a la que no se le conoce en qué trabaja o cómo genera sus recursos económicos. Algunos saben quiénes venden la droga en su colonia o quiénes son los que extorsionan a otros. El problema es que si esto no se detiene, tarde o temprano también tendremos nuestro Michoacán.


Nota al pie: mataron a Edgar Tamayo porque mató a un policía en 1994 en Texas.¿ Le hicieron justicia a la familia del policía, entregándole la sangre de un paisano? Lo mataron y con ello mataron también, cualquier forma de reconciliación entre los seres humanos, cualquier forma de perdón. Así pasa.

 

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