Todo lo que pedimos es una oportunidad a la paz / El banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Yo tenía 17 años el lunes 8 de diciembre de 1980, estaba estudiando en la gloriosa y legendaria Prepa de Petróleos. Lo recuerdo no sin cierta nostalgia, fue la época de mis grandes descubrimientos musicales. Evidentemente mi círculo cercano de amistades compartía conmigo el gusto por la buena música, fundamentalmente por el buen rock. En esa época descubrí algunas suculentas joyitas del rock de los años 70’s, como aquellos cuatro primeros discos de Le Orme: “Collage”, “Uomo di Pezza”, “Contrappunti” y “Felona e Sorona”, descubrí a la P.F.M., las siglas con las que coloquialmente se conoce al grupo italiano Premiata Forneria Marconi, también conocí los inconmensurables cuatro primeros discos de Black Sabbath, especialmente me impresionó el llamado “Masters of Reality”, hasta la fecha sigue siendo uno de mis favoritos. Profundicé en mi conocimiento de Led Zeppelin y no me cansé de seguir descubriendo esa inagotable magia de cada uno de los discos que Pink Floyd había grabado hasta ese momento; te recuerdo que estamos ubicados en el lunes 8 de diciembre de 1980. “The Wall” se había publicado en 1979, apenas un año antes, y como es fácil suponer, “Another Brick in the Wall, Part Two” era un grito de guerra, un verdadero himno de mi generación.

“Quadrophenia” de The Who también es una obligada referencia en aquel amanecer de los años 80’s, aunque como sabrás este álbum doble es de 1973, para mí era nuevo, lo acababa de descubrir y no terminaba de digerirlo.

Pero vamos a ubicarnos en el momento, lunes 8 de diciembre de 1980. Aún no aparecía MTV, el mundo no conocía todavía aquella canción de The Buggles “Video Kill the Radio Star” que inauguró oficialmente la era del videoclip. Estaba por salir al mercado la música en formato compacto, el CD, originalmente de 74 minutos y que terminó por ser de 80, como lo conocemos hoy en día. La música no estaba al alcance de la mano como sucede en este momento, no había Internet y conseguir buena música era un trabajo para titanes. En fin, muchas cosas que hoy tenemos como normales y que son parte integral de nuestra cotidianeidad, aún no sucedían el 8 de diciembre de 1980.

En ese tiempo yo ya era un incondicional seguidor de The Beatles, tenía todos sus discos oficiales y algunas recopilaciones, como los célebres álbumes rojo y azul, el de Rock & Roll, el llamado “Oldiest but Goldiest” o el de Canciones de Amor, además de algunas grabaciones en vivo, como aquel álbum doble negro, grabado en el Star Club de Hamburgo, Alemania, con un pésimo sonido pero se le aprecia por ser un inmenso documento histórico. O aquel grabado en vivo en el Hollywood Bowl de Los Angeles, que inexplicablemente nunca ha salido en formato de disco compacto, no al menos que yo sepa.

Intentaba mantenerme al día en los discos solistas de cada uno de los cuatro integrantes de mi banda de rock favorita, especialmente me fascinaban dos de McCartney, el “Ram” y el “Band on the Run”, pero mi favorito ha sido sin duda el triple de George Harrison de 1971, y que en su edición en compact disc se logró meter completo en sólo dos discos, me refiero al “All Things Must Pass”. De Ringo siempre me han gustado mucho el “Sentimental Journey”, “Beaucoups of Blues” y el “Good Night Vienna”.

John Lennon tenía cinco años en un voluntario retiro hasta que a finales de 1980 decidió regresar a la música con todo lo que esto supone: trabajo de composición, interminables sesiones de grabación en el estudio, ruedas de prensa, entrevistas, y nunca sabremos realmente si tenía en mente alguna gira de promoción para su nueva producción. El álbum en cuestión es el “Double Fantasy” y de ahí se desprendió como primer sencillo el tema: “Just Like Starting Over”, pero en realidad el disco está plagado de buenas canciones, como “Woman” o “Watching the Wheels”, mi favorita de ese disco y otras muy malas, como la mayoría de las grabadas por Yoko Ono, recordemos que la mitad del álbum es de ella, y de John aquella de “Beautiful Boy”, sé que muchos pedirán mi cabeza por este comentario, pero en lo personal me parece una canción muy mala, muy complaciente y se va por el facilismo en el que no hay margen de error, en fin, el asunto es que la canción no me gusta, John Lennon tiene cualquier cantidad de mejores canciones que esa aburrida tonadilla, pero es Lennon, finalmente tiene el indiscutible derecho a hacer lo que le venga en gana, al igual que otros gigantes como Frank Zappa o David Bowie, si ellos se proponen a hacer el ridículo, sin duda hasta eso van a hacer bien, hay que recordar a David Bowie y Mick Jagger con el video de “Dancing in the Street”.

Pero lo que era un prometedor regreso de John Lennon después de cinco años de silencio, terminó la noche del lunes 8 de diciembre de 1980 en el edificio de departamentos Dakota en el que él vivía, en la Isla de Manhattan en la ciudad de Nueva York. Una persona llamada Mark David Chapman disparó contra la humanidad de Lennon y cortó a los 40 años la vida de tajo de un hombre que desde su juventud había revolucionado la música hasta sus últimas consecuencias.

Se ha especulado mucho acerca de los motivos que tuvo Chapman para decidirse a matar a John Lennon, creo que nunca sabremos realmente lo que sucedió, se ha dicho que fue víctima de una gran conspiración universal con la que él no quería alinearse, pero sabía demasiado; nos han dicho que fue un asesino solitario, un fanático enfermo sin mayor trascendencia, más o menos como nos han dicho que sucedió con Lee Harvey Oswald que mató a John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963, hace 50 años, en la ciudad de Dallas, Texas y digamos que esta es la versión oficial. Hay algunos despistados que siguen creyendo que Paul McCartney murió en 1967 y que el actual Paul es un impostor que tuvo que pasar por un largo proceso quirúrgico para parecerse al verdadero Paul y que este secreto está muy bien guardado. De hecho por ahí circula en la red un video llamado “El Testamento de George Harrison”, más falso que los pancholares que salían en el chocomilk cuando yo era niño con un pésimo trabajo de edición y un audio patético, probablemente para disimular un poco que lo que ahí se escucha no es en realidad la voz de George Harrison y con una información que no coincide en nada con la realidad, en fin, pero si  te parece, nos ocuparemos de este asunto en otro Banquete de los Pordioseros, a lo que quiero llegar es a que muchos han dicho que Lennon fue asesinado porque había decidido revelar la verdad acerca de Paul McCartney.

No sabemos y probablemente nunca sabremos los motivos que tuvo Chapman para quitar la vida a John Lennon, lo que tenemos es su música, su mensaje, ahí está su trascendencia. Su modo de pensar, su incansable lucha por la paz, que desde la trinchera del arte suena honesta y no a demagogia como suena en la voz de algunos de los más encumbrados políticos del mundo. Así que echemos mano de lo que nos dejó el buen John Lennon y sigamos pidiéndole al mundo “Una Oportunidad a la Paz”.



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