Estimado lector, comenzamos el último mes del año esperando todavía que las reformas estructurales, que tanto tiempo y años nos estuvieron diciendo que eran necesarias para el desarrollo del país, se aprueben en su totalidad, faltando únicamente dos de las “mega” reformas, la política y la energética y con el tiempo encima, ya que el próximo día 15 es el último del periodo ordinario, veremos desafortunadamente aprobaciones al vapor (como la que las comisiones hicieron en el Senado de la reforma política) y seguramente todas aprobadas a pesar de lo que Cárdenas, AMLO y otros actores políticos estén peleando ya sea a favor o en contra.
La gran disyuntiva actualmente, no es si se van a aprobar o no, si es posible que las fuerzas políticas después de casi 20 años puedan llevar a cabo reformas amplias para el “desarrollo” del país. Las últimas reformas que fueron “estructurales” se dieron en el primer año de Zedillo, y durante todo el sexenio de Carlos Salinas se aprobaron reformas que han hecho al país que tenemos actualmente. La disyuntiva es saber hasta cuándo esas reformas que darán mayor “crecimiento” y “progreso” llegarán al grueso de la población.
Cada vez es más el reclamo sobre el peso que tienen la clase baja y media para soportar al país. La clase alta tiene recursos suficientes para contratar especialistas que minimicen el impacto que tendrán las reformas en su patrimonio por un lado, y para poder aprovechar las oportunidades por el otro.
Pero la población, ¿en qué se ha beneficiado?
Veamos por parte. La primera gran reforma estructural aprobada fue la reforma laboral, aprobada todavía con Felipe Calderón. Se decía que esta reforma tendría dos beneficios principales, uno de ellos era que se iba a evitar la simulación que muchas empresas tenían hacia sus empleados y, por otra, que los derechos de los patrones y de los empleados estarían más acordes a la realidad actual, además que se harían los juicios laborales más expeditos. Nada más falso. No se han publicado la totalidad de los reglamentos. La ley tiene lagunas tan amplias que parecen que es el Lago de Chapala, y no sólo eso, sino que los supuestos beneficios que obtendrían unos y otros no se han dado.
La reforma de las telecomunicaciones fue otra de las mega reformas que se decía que lograrían lo siguiente; abaratar los servicios de telecomunicación y transmisión de imágenes además de quebrar el duopolio televisivo con la licitación de una tercera cadena nacional y romper con el monopolio telefónico de Telmex-Telcel. Estamos en diciembre y he visto, con profunda tristeza, que mi servicio (al igual que el tuyo, lector) de telefonía no bajo de precio, al contrario, se elevó, que el mismo servicio es tan deficiente que añoramos los celulares anteriores que tenían mejor recepción. Que el duopolio sigue vigente y que no se ve para cuándo se le permita entrar. Que otros participantes en telefonía interesados en México son bloqueados desde la entrada.
La reforma hacendaria, mal llamada social, que dice que su objetivo es que paguen más los que más tienen. La realidad es que es una reforma que conlleva profundas implicaciones para todos los contribuyentes cautivos y no se ve la forma actualmente en que los informales entren a la formalidad. Es más, en algunos casos se espera lo contrario, una reforma que va a ampliar de una forma importante la informalidad. Más impuestos, sobre todo a las empresas las cuales en vista de esa situación han optado por diferir sus inversiones futuras, ya que no es tan conveniente para ellos entonces estar este año invirtiendo, hasta saber que trae las adecuaciones a la ley que hará el SAT y SHCP a través de la famosa miscelánea fiscal.
¿Dónde, me pregunto, ha sido el beneficio de las reformas?
Pues en la clase hiper alta, en los dueños del país. Pasamos de tener cerca de sólo 150 multimillonarios a tener más de 2 mil, teniendo 15 de ellos más de 148 mil millones de dólares. Esa es la circunstancia por medio de la cual considero que las reformas estructurales, como se están planteando hasta ahorita, no serán benéficas para todos, sólo para unos cuantos y eso no es posible.
Ojalá y las adecuaciones que se han hecho, y la reglamentación que falta, no perjudique más al país en su conjunto y beneficie sólo a algunos cuantos.
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