En los últimos días, en charlas de sobremesa más de dos veces me han pedido mi opinión sobre la reforma energética. De entrada, no la tengo. Es un tema estructural, en donde existen muchas posturas técnicas, ideológicas, intereses privados y de poder.
¿Es bueno que se privatice el petróleo? En primer lugar esta pregunta es un abuso de retórica. Existen procesos de producción como lo es la exploración, la extracción y la distribución que abren la posibilidad de la participación única del estado, o en su defecto la participación compartida con la iniciativa privada. Es un primer tema que, antes de cualquier postura o manifestación, habrá que discutir.
Sin embargo, fijar posturas y manifestaciones es algo necesario. La Reforma Energética es un tema de todos los mexicanos. Esto obliga a voltear a ver todas las aristas del conflicto. Obliga a cuestionar por los intereses que existen detrás de estas decisiones tan fundamentales para el desarrollo del país. Esto nos permite alertar quiénes y por qué serán los principales beneficiados. Estas decisiones, para bien o para mal, cargan con la miseria en que viven más del 40 por ciento de los habitantes de este país.
Hay un debate que se quiere hacer ver como implícito y no lo es. En la reforma está el asunto de la energía eléctrica. Un tema, sin duda, fundamental cuya eficiencia, por la misma evidencia, es cuestionable. Para esta discusión es fundamental saber quién paga más por este servicio, si proporcionalmente a su ingreso paga más quien menos tiene, si el servicio llega a todos los rincones de México, en fin, una opinión al respecto requiere de información. Aunado a esto, al día de hoy es una realidad que no todos gozan del servicio, y proporcionalmente al ingreso paga más quien menos tiene. La provisión de energía eléctrica estaba urgida de un cambio, es difícil anticipar si éste será el mejor.
¿Qué dice la experiencia internacional? ¿Funciona la intervención de privados en el sector energético? La evidencia internacional muestra que la intervención de privados existe incluso en países que ideológicamente rechazarían la coparticipación del mercado en los procesos de producción. Eso no indica nada. Todo depende del contexto en el cual se desenvuelva. Si en el sistema impera, per se, la corrupción, entonces independientemente al modelo, los resultados serán malos.
En definitiva, tener una opinión es difícil. Los abogados constitucionalistas serán asediados porque tienen mucho que decir, los economistas tecnócratas igual, etcétera. Se requiere de un estudio profundo y un conocimiento claro para tener una opinión. Independientemente a lo anterior, todos estamos invitados a la discusión informada, todos merecemos una explicación del cómo y por qué se toman las decisiones. Mi recomendación es seguir las repercusiones de la reforma, preguntar, informarse, exigir. Las decisiones de unos cuantos afectan a muchos. Repito, opinión no tengo… preocupación sí, harta.
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