Desde fines de noviembre, año tras año, comienzan a verse los camiones oficiales del Ayuntamiento de Aguascalientes, en horas de la noche, para no estorbar, con trabajadores que responsablemente se dedican a cumplir la labor de colocar adornos navideños en las calles céntricas de nuestra ciudad.
Aguascalientes se cobija con leyendas que expresan buenos deseos y en la Plaza de Armas (Ahora Plaza de la Patria) de los árboles brotan luces multicolores que es un contento; de los Palacios, cede de los Gobiernos Estatal y Municipal, al igual que el Palacio Legislativo y oficinas del Congreso, parece que brotan del tezontle, la cantera y el hormigón: esferas, faroles, candiles, nochebuenas, foquitos y demás ornatos. Un foco más, una esfera más, un farol más y bordearíamos la delgada línea que divide la belleza exagerada de la ridiculez; mientras que al lado poniente de la plaza, se alza sobria e imponente con iluminación justa para delinear sus perfiles: La Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes; tremenda paradoja: en el gobierno resultaron “Más Papistas que el Papa”, afortunadamente el Águila Republicana hasta el momento se ha salvado de esta vorágine.
Por si fuera poco, en la gran explanada y calle José María Chávez se instalan carpas oficiales, paraoficiales y particulares que alojan comerciantes que, junto con los ambulante permitidos en esta época y los que tienen instalaciones permanentes (que nadie sabe por qué se les permite usufructuar los espacios públicos con puestos fijos), hacen un gran tianguis sin las más elementales medidas de seguridad e higiene; ah, y un gran árbol navideño de una empresa refresquera que compite en el paisaje con el asta y nuestra bandera.
Este patrón se repite en diferentes plazas y explanadas, este fenómeno de competencia desleal tanto de particulares que, por no tener costos fijos, no tener que declarar sus ganancias ni pagar impuestos, pueden ofrecer precios muy bajos; así como las acciones populistas de los Gobiernos, Estatal y Municipal, de venta de juguetes o bienes de consumo a precios irrisorios ha ocasionado un grave daño en la economía del comercio formal.
“A río revuelto ganancia de pescadores”. Aprovechando este descontrol, otro tipo de comerciantes, “los influyentes”, con la complacencia y contubernio de las autoridades municipales, salen a la calle, bloqueando el libre tránsito tanto de vehículos como de peatones, para ofertar sus mercancías sin importarles ni a las autoridades ni a estos mercaderes el daño que puedan hacer a la ciudadanía.
Con lo anterior se ha provocado embotellamientos viales, con el consiguiente aumento de polución y contaminación, también aumento en los tiempos de traslado, el costo de los mismos y sobre todo el desaliento a los ciudadanos para visitar el centro de la ciudad.
Y con todo esto, yo me pregunto, ¿qué suerte corren los comerciantes formales cuyas familias dependen del ingreso del negocio que pagan renta, permisos, impuestos, salarios, aguinaldos, seguro social y respetan la ley y el derecho de los demás?
¿No sería mejor que el ayuntamiento hiciera el trabajo que le corresponde y pusiera orden en este caos para que podamos tener no sólo una Feliz Navidad sino una Feliz Convivencia en cualquier época del año?
Estos son mis mejores deseos para Aguascalientes.
Comentarios a: [email protected]
Foto: Roberto Guerra