El día de ayer, me invitaron unos alumnos de la Universidad Panamericana, a platicar sobre la pobreza. Aunque reconozco no ser el más experto en el tema, agradezco el detalle. Se celebró un evento, “Mesas de diálogo para el combate a la pobreza”.
La intención de estas acciones se da en el marco de la Semana de la Escuela de Empresariales de esa casa de estudios, y tuvo como objetivo poner en perspectiva los aprendizajes obtenidos en las materias sociales y económicas de todas las carreras.
Aquí comento algunas conclusiones.
Para los efectos de estudio, siendo que las carreras principales que organizan estas mesas son: Derecho, Pedagogía, Administración, surge la pregunta de ¿El pobre nace o se hace? Pregunta de no fácil respuesta que los alumnos disertan con certeza: el pobre no nace ni se hace, es producto de un contexto en que todos somos culpables. Todos asienten cuando se pregunta de quién es la pobreza, y surgen los ejemplos sobre aquellos automovilistas que curan su lastimería con darle unas monedas al limpiaparabrisas. Por otro lado, el conformismo provocado como forma de vida en una subcultura que es inducida a continuar así, en primera por una política económica con muchos “daños colaterales” y por otro lado por la falta de “ventanas” en que los pobres puedan ver otra realidad. De hecho al poner un ejemplo de mi experiencia en la comunidad, les comento que “los pobres no es que no quieran salir de donde está, es que ellos piensan que la realidad es esa y están predestinados a ella”.
La cuestión también es el análisis de los datos de 2012 de CONEVAL. El resultado es una descripción somera de las características de la división de la pobreza y las carencias, que para efectos de esta plática escrita, se dividen en : pobreza alimentaria(incapacidad de cubrir en una familia los gastos básicos de la canasta); pobreza de capacidades ( la incapacidad de cubrir los gastos en salud y educación) y pobreza patrimonial( incapacidad de cubrir los gastos de enseres, vehículos y patrimonios inmuebles).
Por otro lado se explica -me toca a mí decirlo- que la pobreza no se acabará nunca. En todo caso dignificarla es lo que sigue. Por ello, la discusión si el tema es integración o sigue siendo desarrollo social.
Los alumnos comentan casos sobre la pobreza, la hambruna desesperante de África y su equiparación con la pobreza extrema de los estados del sur de México u otros de Latinoamérica. Es cierto, la pobreza es distinta, en realidad es un padecimiento multifactorial, pero también multisocial. Ya se sabe que no es lo mismo ser pobre aquí que en el “otro lado” americano. Pero también ya se sabe que en la última encuesta de percepción de la felicidad, los mexicanos salimos muy bien calificados: pobres pero felices dirían las películas de Tin Tan.
Luego continuamos con las preguntas calambre: Los programas de gobierno ¿Funcionan? La respuesta es sí. Los programas funcionan en la medida en que las sociedades y su participación funcionan. Mi respuesta no es atendida con prontitud. Tengo que ahondar en el silencio murmullante del auditorio para decir esto: mientras la gente siga esperando resultados del gobierno sin aportar también soluciones, siempre tendrá respuestas parciales. Coproducir estimados universitarios. La palabra es todos y se comienza poniendo lo que a cada uno le toca. El silencio ahonda pero una mano se levanta: ¡Los pobres no se van a acabar porque el gobierno no mete a la educación! Si la respuesta fuera esa, entonces privaticemos la educación.
La respuesta a eso es compleja, cada quien -de manera sistémica- tiene que asumir roles que van a ir determinando el estado de la pobreza. Yo comenzaría por cambiar frases como “combate a la pobreza” por “generación de riqueza”, no es combatir la pobreza para enfocar nuestros esfuerzos -públicos y privados- en eliminarla como a una sarna. Es generar desarrollo económico, desarrollo social y equilibrio entre ambos.
Los alumnos preguntan muchas cosas, quieren muchas respuestas, pero no las tenemos todas. Como respuesta de algunas preguntas la mía es: ¿ Y Tú qué estás haciendo para cambiar a este país?
Les insisto en que ha llegado el momento de dejar de repartir culpas, el proyecto más ambicioso para el país, para el estado, para la sociedad, para la universidad, es que cada quien asuma su propio proyecto de vida, como el más importante, y luego asumir la forma de generar riqueza para todos, de tal modo que la pobreza se dignifique y cambie su rostro, y de tal modo que nos hagamos responsables de los problemas que hemos dejado crecer por no participar. Nadie de los presentes quiere participar en la política. Mi respuesta es clara: entonces las cosas no van a cambiar. Sigan dejando en otras manos el desarrollo que estamos obligados a dar, y terminarán así como van: quejas y culpas repartidas, la responsabilidad es de todos. El desarrollo social es un proceso que no se va a dar desde un monólogo político, sino desde una visión integral de los principales actores sociales: activistas, gobiernos, empresarios y académicos. De otro modo, cada cierto tiempo, seguiremos reinventando las formas de hacer las mismas cosas.
Todo se acaba y nos vamos pensativos más de uno. Así es la cátedra, la idea es que nadie salga conforme.
Gracias a Gabriela Vizuet por invitarme, y a sus alumnos.