El pasado 6 de noviembre tuve el honor de rendir protesta como miembro del Consejo Técnico Consultivo de la Ley Federal de Fomento a las Actividades de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSCs). El encargo de carácter honorario tendrá una duración de tres años. Los siete consejeros y consejeras, provenientes de diversos estados de la República que asumimos el cargo, tuvimos la oportunidad de participar en un seminario internacional y un taller de trabajo que nos ha servido para encauzar nuestros conocimientos y experiencias a la importante labor que representa fomentar la participación ciudadana y la orientación de las políticas públicas relativas a las OSCs.
Condición importante para nuestra labor, es poder formarnos un panorama sobre las percepciones, el conocimiento, las actitudes y el comportamiento de los mexicanos en torno al funcionamiento del sistema político en México y la postura de los ciudadanos respecto a su participación en las decisiones gubernamentales y la vida política. Han sido, y seguirán siendo, muchas las fuentes de información para mantener la perspectiva de objetividad que requiere el encargo. Entre éstas me ha parecido una muy interesante herramienta la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) que lleva a cabo el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI).
Habiendo sido levantada por primera vez en el año 2004, la 5ª edición de la ENCUP realizada en 2012 aporta elementos ricos para la toma de decisiones en materia de política pública, por lo cual en esta ocasión comparto los datos que, a mi parecer, constituyen una fiel radiografía del estado de la ciudadanía en México.
Se refleja en esa encuesta que sólo 16% de los mexicanos considera que, en general, el rumbo que lleva actualmente el país es el adecuado, 64.4% opina que es inadecuado, el 18.4% considera está más o menos, y el restante 1.2% no sabe. Cincuenta y cinco personas de cada cien opinan que la situación económica del país está entre mala y muy mala, y sólo dieciocho sienten que es buena o muy buena. Pero aún así, cincuenta y siete de cada cien está poco o nada interesado en saber lo que hace el gobierno.
A pesar de que las condiciones económicas y sociopolíticas, según la mayoría, no parecen estar bien, interesarse en la política tiende a ser entre los mexicanos una actividad que parece no ser bien aceptada en lo general porque se relaciona a la política con corrupción y chanchullos. “De acuerdo a lo que usted ha visto”, se pregunta en la encuesta, “¿quién viola más leyes?”. La respuesta es sintomática: cuarenta de cada cien dicen que los políticos y funcionarios, y quince dicen que los policías. En una escala donde 10 significa el máximo respeto a la ley, se califica a México con 4.5. Pero, el 69% de los encuestados reconoce que los ciudadanos no se ocupan en que haya menos corrupción.
Nos autocalificamos en respeto a la ley con 7.2, y noventa de cada cien piensan que los gobernantes no cumplen o cumplen poco con la ley. Pero como ochenta de cada cien dicen confiar poco o nada en las leyes mexicanas, el 56% de los encuestados se permite la libertad de desobedecer las leyes que les parecen injustas y 44% está de acuerdo con la frase: “un funcionario público puede aprovecharse de su puesto, siempre y cuando haga cosas buenas”.
Los mexicanos tienen confianza en instituciones como la familia, los médicos, la iglesia, los maestros, la televisión y los militares. Menos confianza representan los sindicatos, senadores, diputados, partidos políticos y la policía. Afirmamos la gran valía que tiene la solidaridad social y comunitaria, pero sólo veintiséis de cada cien opina que la gente tiende a ayudar a los demás, sesenta y nueve dicen no confiar en otras personas.
Cuando se pregunta a los ciudadanos mexicanos su orientación política, en términos de identificarse con la izquierda o la derecha, 16% dicen no saber y 4% no contestan. Parece que nos inclinamos hacia el individualismo, la competencia y la autodefensa en un país con un régimen político que enaltece la solidaridad y pregona las reivindicaciones sociales de la población. De cada cien ciudadanos que definen su orientación política, diecinueve dicen identificarse hacia la izquierda, cincuenta y tres con la derecha y veintiocho se ubican más o menos en el centro.
Ante una situación adversa como la que se vive en el país y en el mundo, todas las corrientes de filosofía social y política apelan al gregarismo, la formación de redes y grupos de ayuda mutua. Pero a los mexicanos aún nos cuesta trabajo unirnos y solidarizarnos. De cada cien personas sólo doce son o ha sido miembros de alguna organización de voluntariado o beneficencia, seis de un sindicato, siete de un partido político, cuatro de una organización profesional, quince de una agrupación religiosa, doce de una organización de ciudadanos.
El reto de que tenemos ante las condiciones prevalecientes en materia económica, social y política es grande, sobre todo porque no confiamos aún lo suficiente de los demás. Se requiere formación, fortalecimiento y profesionalización de las Organizaciones de la Sociedad Civil.
En otros países las personas pertenecen comúnmente a una o más organizaciones civiles realizando importantes funciones en el ámbito de lo público, donde los gobiernos no participan; en México sólo dos de cada mil personas pertenece a una OSC. Donde existe una sólida vertebración y organización de la sociedad se vigilan mejor los recursos y se está en mejores condiciones de atender las crecientes necesidades de la población. El compromiso solidario entre las personas para contar con tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario, es requisito para un mejor cuidado de lo que es público e indispensable para una mejor convivencia.
@jlgutierrez