Malleus Malificarum / Los molinos de la mente - LJA Aguascalientes
14/11/2024

El libro ha sido, por excelencia, el vehículo de la cultura, por medio de este valioso instrumento la humanidad ha podido desarrollarse de manera constante y creciente, poniendo al alcance de los individuos los conocimientos, el acervo cultural mundial. El proceso de aprendizaje y atesoramiento del conocimiento encontró en el libro su instrumento más valioso. Pero no todos los libros transmitieron, ni transmiten, conocimientos útiles. Desafortunadamente, también el libro impreso sirvió para comunicar textos nocivos, compendios dañinos que representan a etapas oscuras del pensamiento y la acción de los humanos.

Particularmente el “Malleus Malificarum”, conocido en español como “El martillo de las Brujas” o en alemán como el “Hexenhammer”, es un manuscrito que compendia varios textos que tuvieron por objeto el ser una guía para terminar con las brujas y con los herejes durante la segunda mitad del siglo XV. Durante doscientos años, esta obra fue la más vendida en el mundo occidental sólo detrás de la Biblia y sirvió para que más de medio millón de personas, la mayoría consideradas brujas, fueran ejecutadas por sus supuestos tratos con el Demonio. Sus autores, Heinrich Kramer y Jacob Springer, Inquisidores de la Iglesia Católica, incluso obtuvieron la autorización de un decreto papal de Inocencio VIII para procesar brujas en Alemania. Y no obstante, la Iglesia Católica poco tiempo después proscribió el libro porque su demonología y concepciones se apartaban del dogma eclesiástico, la obra siguió considerándose como el manual de combate contra brujas, herejes y asociados del demonio por casi dos siglos. En parte, el hecho de que tuviera vigencia tanto tiempo esta obra se derivó de que en el mismo cuerpo del texto, los autores incluyeron la autorización papal, así que por desconocimiento de la posterior descalificación de la Iglesia o por dolo, el “Malleus Malificarum” sirvió como manual y guía de la cacería de brujas alrededor del mundo occidental.

El libro declara que hay tres elementos necesarios para la existencia de la brujería: lo primero es la existencia de la bruja malvada, la ayuda del Diablo brindada a estas mujeres, y el permiso tácito de Dios para que estas actividades demoníacas tuvieran ocasión de existir. Quizá este último punto fue el que la Iglesia consideró como desapegado a sus dogmas y por el cual terminó de desacreditarlo. El texto se divide igualmente en tres grandes apartados o secciones, el primero donde se establece la existencia de la brujería y contiene fundamentos –obviamente arbitrarios– para refutar la negación de la brujería. Y una vez establecida su existencia dogmáticamente, conmina a promover la justicia divina a manos de los hombres para acabar con este supuesto mal. Se habla sobre la existencia del Diablo y su habilidad para ayudar a las brujas, mediante ritos sexuales, sosteniendo que las brujas tenían relaciones sexuales con el Diablo y de esta forma accedían a sus poderes sobrenaturales. El tratado sostiene que la brujería proviene de la innata maldad del ser humano que es potenciada por el Demonio siempre acechante.

La segunda sección o apartado de la obra se refiere al funcionamiento del poder de las brujas, y de cómo estas mujeres maléficas recurren a artilugios para lograr que algo malo les suceda a las personas buenas, y los creyentes religiosos se vean obligados a acudir a ellas para la solución de sus problemas y calamidades. Además trata de la forma de reclutamiento de brujas, asegurando que se valían de demonios con forma humana y seductora que atraían a las jóvenes para convertirlas en brujas, corrompiéndolas para que se convirtieran en sirvientas del mismísimo Diablo, quien les otorgaba sus grandes poderes.

El tercer apartado o sección versa sobre el aspecto técnico del proceso y los pasos necesarios para poder detectar a una bruja. Desde el interrogatorio, los medios de acusaciones, el cómo engañar a las supuestas brujas prometiéndoles misericordia a cambio de su confesión, etc. Una práctica muy común realizada por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición alrededor del mundo.

Así, al amparo de este compendio, se cometieron atrocidades y barbaridades en el nombre de la religión Católica, y el fanatismo y la sed de poder se encarnó como un cáncer dentro de esta Institución, arrastrando a la superstición a los mismos creyentes que estaba tratando de defender. Pero pronto, el poder que se detentaba por los distintos tribunales de la Santa Inquisición, tomó un rumbo más mundano, y al amparo de estas sonoras mentiras y bajo el nombre de un Dios piadoso, la Iglesia encarnó un poder no sólo religioso sino político y económico. Pronto, las causas de Fe, fueron dirigidas a personas acaudaladas quienes no sólo eran ejecutadas por su supuesta herejía, sino que también eran despojadas de su Hacienda y sus propiedades, de sus capitales y sus bienes. La Iglesia crecía económicamente a costa de sus atrocidades y crímenes benditos, ganando para sí poder en todos los sentidos. Se corrompió, y a base de torturas extraía confesiones inverosímiles de las personas que no tenían medio alguno de defensa. Musulmanes, judíos y después enemigos políticos y personales perdieron sus vidas y sus riquezas a manos de la nefasta Inquisición, que no tardó en trasladarse a América y a cuanta colonia hubiera de los países europeos.

Los sacerdotes abusaron del poder y el fanatismo llevó a una de las más oscuras etapas de la civilización occidental. También los libros perniciosos son parte de la cultura humana.

 

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