Cuando la gente habla de grandes hombres, piensa en personas como Napoleón-hombre de violencia. Rara vez piensan en hombres de paz. Pero contrasta la recepción que recibirán cuando regresen a casa de sus batallas. Napoleón arribará con pompa y poder, porque ha llegado a la cumbre más alta de su ambición. William Willberforce, sin embargo, regresará con su familia, se recostará en su cama y recordará: el comercio de esclavos no existe más
Lord Charles Fox. De la Película The amazing Grace, el legislador que acabó con la esclavitud en Gran Bretaña.
Entonces los diputados tomaron posesión y fueron felices para siempre. Así deberían acabar las historias legislativas, pero la política es un proceso siempre inacabado y siempre auscultado por “la fanaticada” de quienes se dicen saber, de quienes realmente saben y de otros que en pasillo comentan lo que comentan los que dicen que saben y los que sí saben.
Los procesos legislativos son un paradigma que se ha instalado en mecanismos de control político cuya salvedad se debiera reflejar en los productos finales -si es que así se les puede nombrar- que son leyes que sirvan a la gente para su desarrollo.
Más allá de la opinión gris que la sociedad tiene del trabajo del legislador en general, y además con razones justificadas las más de las veces, los diputados tienen en sus manos la posibilidad de transformar la comunidad a partir de la creación de leyes útiles.
El artículo 116 constitucional le recuerda al diputado local, algunas de sus funciones: aprobar el presupuesto de egresos, fiscalizar los recursos públicos, tomar decisiones en caso de contingencias entre otras.
En Aguascalientes, el artículo 17 de nuestra constitución habla de las obligaciones de los diputados en los siguientes términos:
Las obligaciones de los Diputados consisten en el ejercicio de las funciones, legislativa, de representación popular, fiscalización, nombramiento, presupuestal, de control, jurisdiccional, sanción y demás que establezcan las leyes; y desempeñarán sus funciones en el Pleno del Congreso del Estado, Diputación Permanente, Gran Jurado, Comisiones y Comités del Poder Legislativo
Sin embargo, la cuestión legislativa tiene otras funciones que quizás queden insertas en algunas de las anteriores, como la gestión social -una que no debería ser- y aquellas que se refieren al tema del consenso ciudadano para la presentación de iniciativas por parte de la ciudadanía. De hecho el mismo artículo de la Carta Magna (116) se refiere a la facultad que tienen los congresos locales de definir el método para que sus representados hagan saber sus intereses legislativos y que éstos se conviertan en leyes populares.
Los retos más importantes de la actual legislatura y en general de los legisladores mexicanos entre otros podemos resumirlos en 4:
- Mejorar la opinión pública. En el entendido de que los representantes populares tienen de por sí un estigma político y partidista, mucho ayudará que de los diputados se digan buenas cosas tanto en los medios como entra la gente: transparencia, rendición de cuentas, accesibilidad al público, y consenso serían una buena dosis para poder cambiar la imagen negativa que sobre los legisladores se tiene, pero además, con ello contribuirían a cambiar también la de los partidos y de la política en general. El legislador tiene en sí mismo la posibilidad de la dualidad: ser político y ciudadano para que sea respaldado por su sistema de trabajo y por la ciudadanía.
- El consenso social. Puede haber leyes impopulares pero buenas, es decir, que en sí mismas construyen. Pero el gran reto de la actual legislatura, será lograr el consenso en los temas importantes. Ya se dijo las funciones mínimas que deben cumplir, pero es necesario que comprendan que las leyes deben surgir de las necesidades sociales y también de los intereses ciudadanos, en ello la importancia de llevar al pleno iniciativas que tengan el respaldo de las mayorías, y ese respaldo no sea producto de los impulsos ciegos de la inercia, sino de la reflexión para el bienestar público. Se requieren leyes buenas, no sólo populares o de moda.
- Respeto a la ciudadanía. Esta legislatura tiene la libre oportunidad de trabajar dirimiendo sus diferencias y sacando adelante los temas, pero con respeto a la gente. Por ejemplo, estando a la altura de sus puestos, lenguajes, mensajes, discusiones, diferencias, que se pueden tamizar al no utilizar los medios para mandar mensajes a contrarios y trabajando con diligencia. Sabemos que ganan bien, que su trabajo y la naturaleza del mismo no implica necesariamente que estén todos los días en el Congreso y que eso es otro tema que habría que tratar en otro momento, pero ahora, en que llegan muchos legisladores y legisladoras que no estaban metidos en el ajo político, que no tienen vicios de trabajo, es oportunidad para que no los tengan. Que sea un trabajo eficiente y eficaz, es lo que se merece la gente por respeto a los impuestos convertidos en sueldos, y por sobre todo, porque en sus decisiones recaerá el progreso de Aguascalientes.
- Capacitación. Es importante que los entrantes legisladores no caigan en el “síndrome del experto” aquel que resulta después de la toma de protesta, en que como por arte de magia, se convierten en expertos legisladores. Como cualquier trabajo, la capacitación para la mejora laboral, es indispensable, Algunas ideas en materia de capacitación serían aquellas propias de la naturaleza legislativa, pero también otras que les hagan diputados versátiles, éticos y competentes para hablar de diversos temas y sobre todo trabajar con los temas que requiere la ciudadanía. Entiendo que existen los asesores y los grupos de estudios legislativos, pero creo que su valor agregado como diputados sería que se dieran la oportunidad de perfeccionarse tanto en lo individual, como en lo profesional. Lo necesitamos.
La LXII legislatura tiene hombres y mujeres de distintas tesituras, ambientes, edades y experiencias profesionales. Esa heterogeneidad se puede convertir en su mejor ingrediente para lograr objetivos comunes, en beneficio de la sociedad. Esperemos que no la desaprovechen.