La princesa y el dragón / Un cuarto propio - LJA Aguascalientes
20/11/2024

 

SANGRE NUESTRA

Sangre mía,

de alba,

de luna partida,

de silencio

de roca muerta

de mujer en cama,

saltando al vacío,


Abierta a la locura

Sangre clara y definida

fértil y semilla

Sangre incomprensible gira,

Sangre liberación de sí  misma,

Sangre río de mis cantos,

Mar de mis abismos.

Sangre instante donde nazco adolorida,

Nutrida de mi última presencia.

-Susana Chávez.

 

Esta poeta nació el 5 de noviembre de 1974 en Ciudad Juárez, activista por los derechos de la mujer y manifestante siempre en contra de los feminicidios que brutalmente se cometen en esa región. Ella es conocida por la célebre frase NI UNA MÁS, que sirvió como denuncia y acción de grupos feministas nacional e internacionalmente. En enero de 2011 fue asesinada, tras varios días “su cuerpo no identificado” fue encontrado por la familia, amigas y amigos, con la mano izquierda cercenada y una bolsa negra de plástico cubriéndole el rostro. Sobre su tumba quienes la amaron colocaron un fragmento de su poema “sangre mía, sangre de alba, sangre de luna partida, sangre de silencio”.

En Aguascalientes, en abril de 2009 fue asesinada Itzel Monroy Barraza, joven de 18 años, su asesino, Carlos Humberto Méndez González, de 24 años, usó un arma punzo cortante y luego se dio a la fuga. Itzel, joven estudiante laboratorista del CBETIS 168 nunca más volvió a su casa. La prensa calificó el feminicidio como “bestial”.

“He perdido la cuenta de tus huesos/ introduciendo mi palabra al tiempo/ entonces me fui a agluna parte/ con el apetito dormido./ Fuiste tú el sitio del crimen/ quien me volvió clandestina melodía/ a quien contemplo mezclada de imágenes/ sentada en una butaca del cine/ para ver mi sombra.”  Ocaso, Susana Chávez.

En noviembre de 2012 fue encontrado el cuerpo de la joven hasta entonces desaparecida Andrea Noemí Chávez Galván, sus asesinos confesaron haber dado muerte también a otra joven: Katy Pérez. Particularmente el caso de Andrea sacudió Aguascalientes, el trauma duró varios días entre la población, por donde quiera, en cualquier lugar, cualquier grupo no dejaba de hablar de la infame tristeza que nos dio el feminicidio de la joven más buscada por la sociedad civil del estado.

Dice María Cruz, otra poeta mexicana: Había una vez un desierto/ Había una vez una carretera cerca del desierto/ Había una vez una fábrica en el desierto/ donde una muchacha trabajaba/ Había una vez un mudo desierto/ que vio con sus múltiples ojos un crimen/ 20 crímenes/ 100 crímenes/ 400 crímenes…

Martes 4 de septiembre de 2012, Araceli González Rojas, de 36 años, fue asesinada en plena vía pública de las calles de la ciudad, por el rumbo de Las Américas. Fue apuñalada y degollada por su ex pareja, Aurelio Veloz Peralta, quien después se suicidó.

Había una vez un vestido sin muchacha/ que se pudría en el desierto/ Había un montón de zapatos/ de muchachas sin pies/ Había un costal de restos humanos/ sin nombre de muchacha./ Había una vez una madre/ un hermano/ una tía/ que no vieron más a la muchacha/ que trabajaba en la fábrica del desierto.

En abril de 2012 Ismena Gregoria Muñoz Mancera, de 30 años de edad, fue asesinada; su cuerpo carbonizado fue identificado por su familia tras hacerse exámenes de ADN. El feminicida, Manuel Reyes Noriega, de 26 años de edad, la asesinó en su domicilio y después llevó el cuerpo quemado a un camino de terracería ubicado entre el Palomino Dena y Villa Loma Dorada. La familia reportó a su hermana como extraviada, llevaban horas buscándola, salió a trabajar y ya no regresó.  Había una vez un padre que al abrir la puerta/ recibió un paquete con un cráneo/ y un calcetín sin iniciales.

El pasado 9 de noviembre Leticia Rosales Cardona, quien fuera agredida al ser incendiada con gasolina por su ex pareja, el feminicida Juan Israel Espino Muños, alias “El Dragón”, de 27 años de edad, murió de un infarto causado por las graves quemaduras. Días antes de esta agresión el feminicida le había prendido fuego a la habitación donde ella dormía con sus menores, luego ella se va de esa casa e intenta seguir su vida, pero “El Dragón”, como lo apodaban, comenzó a seguirla, espiarla hasta que decidió ir con un galón de gasolina y rociarla, volverla cenizas.

Innumerables son los casos de feminicidios en el estado, tantos nombres como el de Leticia Rosales nos faltaron, nuevamente las mujeres de Aguascalientes recibimos un golpe certero que rompe la falsa democracia, la mentira de la seguridad y los derechos humanos, la sociedad está fracturada, las familias desoladas, tanta violencia contra las mujeres nos recuerda la carne de cañón, la carne quemada en que nos hemos vuelto.

El estado ha fracasado si no hay paz para las mujeres, si la vida de cada una no se respeta, si la vida de cada una no vale lo mismo.

Para nosotras las mujeres está saliendo muy caro el cuento del príncipe azul, cada día más hombres violentos tiñen con nuestra sangre sus celos, sus ideales de conquista, de apropiación mientras el sistema patriarcal los abraza y legitima.

Había una vez un desierto que aumentó su arena/ con huesos de morenas muchachas/ Un mundo de arena que mezcló el nombre/ de mujeres muertas/ en la ruta del anonimato/ Y todo lo arrastró el viento. María Cruz, Poeta.

Mi correo: [email protected]

 


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