La diplomacia de JFK / Taktika - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Dallas, Texas, Unión Americana. 22 de noviembre de 1963. Confundida, desesperada, Jackie Kennedy trata, infructuosamente, de reaccionar ante la desdicha que se cierne sobre ella. Su elegante traje rosa marca Chanel está manchado con la masa encefálica de su marido, el presidente John FitzGerald Kennedy. En aquella trágica mañana otoñal, el mito de Camelot -la visión romántica de un mandato presidencial donde todo era posible- terminó y los Estados Unidos de América habían perdido la inocencia.

Durante la presente semana, cúmulos de saliva y tinta serán derramados para comentar los eventos acaecidos hace medio siglo en el Estado de la Estrella Solitaria, los nombres de Lee Harvey Oswald, Jack Ruby y Lyndon B. Johnson serán exhumados y envueltos en mil y una teorías sobre la autoría del asesinato de John F. Kennedy. El presente artículo, sin embargo, tiene por objeto explicar al amable lector los hechos más sobresalientes de la diplomacia del malogrado presidente de la Unión Americana.

Desde sus años mozos, JFK se interesó por los asuntos internacionales. Su padre, Joseph Kennedy, era el embajador estadounidense en Londres. Por ello, el joven Kennedy se tituló como Licenciado en Asuntos Internacionales por la Universidad de Harvard con una tesis sobre la política británica de apaciguamiento de Adolf Hitler, cuya versión impresa se tituló Por qué se durmió Inglaterra.

Tras servir con distinción en la Segunda Guerra Mundial, convertirse en senador por su natal  Massachusetts y casarse con la atractiva y refinada Jacqueline Lee Bouvier, Kennedy se preparó para la lucha por la silla presidencial. En el año de 1960 derrotó en las elecciones al candidato republicano, el vicepresidente Richard Nixon.

El 20 de enero de 1961, al tomar protesta de su cargo, Kennedy pronunció un inspirador discurso en el que hizo saber al mundo que “pagaremos cualquier precio, sobrellevaremos cualquier carga, afrontaremos cualquier dificultad, apoyaremos a cualquier amigo y nos opondremos a cualquier enemigo para garantizar la supervivencia y el triunfo de la libertad”.

La arenga del joven mandatario fue pronto puesta a prueba: el 12 de abril de 1961, el cosmonauta soviético, Yuri Gagarin, se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio exterior; siete días más tarde, elementos anti-castristas -armados y pagados por la CIA- fueron derrotados por las fuerzas leales a Fidel Castro en Bahía de Cochinos, “la primera derrota del imperialismo en América Latina y en escala mundial” (Ernesto Che Guevara dixit).

Ansioso de probarse en el escenario mundial, Kennedy aceptó reunirse con su contraparte soviética, Nikita Jrushchov, en Viena, Austria, a principios de junio de 1961. En la agenda se encontraban los temas de Berlín, Laos y las pruebas nucleares. No obstante, el cónclave devino en una lucha retórica entre el atlético y elegante bostoniano y el obeso y vulgar comisario bolchevique.

Kennedy recibe un balde de agua fría el 19 de agosto de 1961 cuando miles de obreros, escoltados por la Policía Popular, levantan un muro de hormigón en el corazón de Berlín. La pared en cuestión se convertiría en el “Muro de la Vergüenza”.


Después de su ríspido encuentro con Jrushchov y la debacle en Playa Girón, Kennedy decidió, mediante la implementación de la Operación Mangosta, desestabilizar a Fidel Castro, aumentar la ayuda castrense para combatir a la guerrilla en Vietnam, e instalar, en abril de 1962, misiles de alcance medio Júpiter en Turquía, para amenazar el flanco sur de la Rusia soviética.

Cuba, por lo tanto, se convirtió en una prueba para la credibilidad y el poderío global soviético. Para Jrushchov, la caída del régimen de Fidel Castro Ruz sería “un terrible golpe para el marxismo-leninismo y disminuiría la estatura de la URSS en el escenario mundial, pero especialmente en América Latina”.

La decisión de ubicar cohetes soviéticos en territorio cubano devino, en octubre de 1962, en la llamada Crisis de los Misiles (Ver La Jornada Aguascalientes 17/10/2012), durante la cual el mundo estuvo al borde del Armagedón nuclear.

Cabe mencionar la actitud digna del gobierno del Lic. Adolfo López Mateos quien se negó, a pesar de la intensa presión yanqui, a romper relaciones diplomáticas con Cuba. Aún así en julio de 1962, Kennedy y su esposa visitaron la Ciudad de México.

No todo en cuestión de política exterior para Kennedy fue la confrontación: al comienzo de su mandato propuso la Alianza para el Progreso -una alianza económica y política dirigida a las naciones latinoamericanas. Además, creó al Cuerpo de Paz, una agrupación en donde los jóvenes estadounidenses podían promover el desarrollo agrícola y educativo en los países emergentes. Finalmente, en su alocución conocida como Ich bin ein Berliner (Yo soy berlinés), Kennedy dijo que la construcción del Muro de Berlín era una muestra de la inoperancia del sistema comunista.

Al igual que en su política doméstica -y vida personal-, la diplomacia de John FitzGerald Kennedy fue de luces y de sombras.

Aide Mémoire.- ¿El fin de la Doctrina Monroe? Ver para creer.

* Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.

 


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