- Concluye Encuentro de Poetas del Mundo Latino con gran aceptación del público
- Para Joan Margarit la música popular mexicana es la luz que lo guía para escribir sus poemas de amor
Tras haber estado tres años en Oaxaca, diez en Morelia y ahora dos en Aguascalientes, el Encuentro de Poetas del Mundo Latino llegó a su fin con la entrega del premio de Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval, al mexicano José Emilio Pacheco y el catalán Joan Margarit, en las instalaciones del Museo José Guadalupe Posada.
En un ejercicio de agradecimiento, Joan Margarit manifestó dos sentimientos que no suelen ser urgentes en la juventud pero sí al arreciar la vejez, que son el perdón y la gratitud.
Su relación con México se refiere a esta última diferida en dos tiempos, en pasado por el grato trato que dio el país a los exiliados de la Guerra Civil Española mientras que el otro fue meramente personal, que se refiere a su poesía, como se atrevió a llamarla, “conversando con Luis García Montero, éste hizo una afirmación: quien vaya a escribir un poema de amor debe sentir antes, todas las canciones que colaboraron a generar todo lo referente a él”. En ese momento surgió ante Margarit su adolescencia y primera juventud en donde se consideraba un muchacho perdido hasta que México le dio la primera luz: las voces de José Alfredo Jiménez, Diana María González, Pedro Vargas, Cuco Sánchez, Chavela Vargas y Agustín Lara.
“Escuché mis orígenes, que dentro de mí murmuraban las canciones que siempre cantaría para mí mismo, ahí está la génesis de todos mis poemas de amor”; después nuevamente la República Mexicana sorprendió al catalán con las voces de Jaime Sabines, Rosario Castellanos y José Emilio Pacheco, “él entró a mi casa con aquellos pequeños libros llenos de grandes poemas de la editorial Era que comprábamos de contrabando en las librerías de Barcelona”, éstos, indicó, se añadieron a los corridos y boleros enriqueciendo su mundo poético. Todo ello, es el pequeño rústico mapa de su gratitud que a la fecha ofrece al mundo, concluyó parafraseando su verso número 9: “Padre no me arrepiento ni me da miedo la eternidad”.
Hace 43 años en Aguascalientes, José Emilio Pacheco leyó por primera vez en voz alta sus poemas, ahora tiempo después aseguró estar entregando la que bien puede ser su última lectura “aunque no promete nada”; lo más extraño para el galardonado mexicano es regresar a este estado y no encontrarse con Víctor Sandoval, hombre al cual dijo deberle el enriquecimiento de la cultura mexicana, que dejó como firme convicción que el arte y la cultura debe ser para todos y una defensa contra la barbarie que rodea por todas partes. Uno de los signos de ésta, señaló, es la pérdida de la cultura manuscrita, “ahora me cuesta entender mi propia letra, me acostumbré por completo al teclado”.
Se dice que las artes, en especial la poesía, no sirven para nada porque no han logrado detener asesinatos ni demás crímenes, para José Emilio Pacheco esto puede ser cierto “no tengo manera de refutarlo”, aunque subrayó que nada ganamos con la poesía pero sí mucho perdemos al suprimirla, “es como si desaparecieran la medicina porque no ha encontrado la cura para el cáncer”, esto sería algo ilógico para el hombre.
Recordando con nostalgia al que llamó amigo, maestro y ser humano, Víctor Sandoval, manifestó que gracias a él, persistió la fresca manía de hacer versos “por obra de Víctor es que estoy aquí otra vez, en tantos años no he dejado de ser el aprendiz, que espera contra toda esperanza, seguir escribiendo poemas, estoy muy lejos de las certezas y seguridades”, razón por la cual agradeció doblemente el gran honor de recibir este premio y sobre todo compartirlo con su maestro Joan Margarit, que sin que los jueces ni el público supiera, ha sido su fiel maestro y amigo teniendo una relación ideal, pues aseguró que en él se puede encontrar a dos poetas en uno, un castellano y un catalán.
Para Marco Antonio Campos, cofundador del Encuentro y promotor cultural mexicano, aseguró haber sido uno de los más favorecidos y especial para el público pues Pacheco no es fácil que se mueva “fue una gran oportunidad de verlo, estar con él y oír a uno de los grandes poetas de la lengua española”.
A lo largo de los años han trabajado en equilibrar a los escritores de excelencia, los nacionales y locales para dar oportunidad a todos de resaltar sus obras con nuevos públicos, razón por la cual tanto la primera mesa de lectura como la previa a la entrega del premio se dedicó a poetas aguascalentenses como Eudoro Fonseca, Moisés Ortega, Rubén Chávez y Paloma Mora, así como una participación especial, representando a España-México por su trayectoria en el estado, José Luis Justes.
Foto: Gerardo González