Un cuarto propio / ¿Aguascalientes seguro? para las mujeres no - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Dolorosa la historia de la que nos enteramos en días recientes, Leticia Rosales Cardona una joven de 25 años, trabajadora en los cruceros viales, limpiaparabrisas y madre, fue rociada con gasolina y encendida por su ex pareja, un hombre también joven, Juan Israel Espino Muñoz. Una de las expresiones de odio hacia las mujeres más cruda, la misoginia convertida en celos, reclamos, escudada en las adicciones, al fin y al cabo solapada socialmente por la etiqueta de “un hombre enfermo”, definición que oculta el gravísimo problema de violencia hacia las mujeres en Aguascalientes.

No se puede seguir declarando que en nuestro estado está garantizada la seguridad, si sólo se piensa en la seguridad de empresarios o sólo de algún sector, si cuando se habla de seguridad se cree que ya hay suficientes garantías únicamente por la enorme cantidad de dinero que en las corporaciones se gasta.

No se puede simular un discurso triunfalista, eficaz, mientras siga habiendo casos de violencia hacia las mujeres ¿o es que para quienes se encargan de la seguridad las mujeres, no somos ciudadanas o humanas? Mientras se implementan operativos coordinados de distintas dependencias, se usa a las fuerzas armadas y toda esa maquinaria costosísima que han extendido en nombre de la seguridad. Insisto ¿La seguridad de quiénes? Porque la de las mujeres como Leticia Rosales, como Rocío Mesino, la activista campesina asesinada en guerrero hace un par de semanas, y las decenas que por todo el territorio mexicano siguen siendo víctimas de la violencia, para ellas la seguridad fue un lujo al que no accedieron.

El blindaje, los resguardos, el equipo no se utiliza para la seguridad de tantas y tantas mujeres que un día de mañana despiertan entre llamas, con las cobijas y la mesa ardiendo por la gasolina, esas mujeres que en la desesperación de sacar de ese infierno a sus hijas e hijos están dispuestas a dar su propia vida. Previo al intento de feminicidio que realizó la ex pareja de Leticia Rosales Cardona hubo varias riñas, la historia de golpes, maltrato, insultos, abuso, era larga, incluso la misma historia de prenderle fuego se había dado ya unos días antes. Focos rojos que hoy la mayoría podemos ver, identificar, reconocer y entonces ¿por qué el sistema de seguridad, de prevención y de justicia no lo pudo ver? Ni en este caso ni en muchos otros. Porque la violencia contra las mujeres está tan naturalizada, arraigada, que se sigue exculpando a los agresores protegiéndolos con la cantaleta de que es un asunto privado, familiar o de pareja. No importa que haya leyes, recursos etiquetados, protocolos de atención, el sistema no logra detener un acto contundente como el feminicidio o el intento del mismo en la enorme mayoría de casos. Qué impotencia vivimos.

De la suma de casos de violencia hacia las mujeres o feminicidios resulta común que los agresores hayan sido parejas de vida de las víctimas, entonces ¿no debería de haber una alerta del tamaño de un tanque de guerra que pudieran ver los encargados de la seguridad, de la procuración de justicia, cuando una mujer o alguien de la vecindad denuncia incluso telefónicamente que está ocurriendo un episodio de violencia doméstica? Pero esta gran parte de inseguridad que padecemos es omitida, ¿vivir como muchas mujeres lo hacen con alguien que te golpea, te humilla, te prende fuego, te pone una pistola en la boca o te apuñala mientras duermes, acaso no es igual de aterrorizante que estar a merced de los grupos delictivos más sanguinarios que azotan a México?

Por eso decimos una y otra vez que es tan importante la política pública que se hace dirigida a atender a mujeres, que necesitamos personas informadas, sensibilizadas que entiendan y logren vencer sus propias resistencias para desnaturalizar la violencia de género. Por eso denunciamos el grave retroceso que tenemos cuando estas políticas que deben ser desde una perspectiva de género quedan en manos de quienes no tienen ni la menor idea y ocultan la situación de miles y miles de mujeres, de quienes minimizan la prevención y atención de las violencias de quienes defienden a capa y espada su política sexista, protestando por la conformación de los institutos de las mujeres.

Leticia Rosales Cardona se sigue debatiendo entre la vida y la muerte, quemaduras de tercer grado hasta en el 70% del cuerpo, incluyendo los pulmones. La familia de ella quedó destrozada, la hermana, la madre, sus menores. Mientras frente al espejismo en que vivimos sale el Secretario General del Gobierno del Estado, Sergio Reynoso Talamantes, a declarar que está garantizada la seguridad en Aguascalientes, que el estado es garante del orden, la seguridad y la procuración de justicia. Como si la sociedad fuera de un lado y las mujeres de otro.

Algo no checa, no concuerda con estas palabras declaradas, ¿la seguridad de quiénes, para quiénes, según los intereses de quién? La seguridad debe mirar y detener a estos sujetos criminales y no disculparlos bajo el argumento de ser celosos, de tener un carácter duro, incontrolable o estar alcoholizados, drogados, ser enfermos. Lo que ellos hacen es un crimen y el estado lo sigue permitiendo desde una voz discursiva que suaviza la problemática, que pretende enterrar una realidad, asumiendo que cuando se habla de seguridad no se habla de la vida de las mujeres.

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