Residencia Oficial de Los Pinos, Ciudad de México. 24 de enero de 2011. Con un semblante adusto, casi glacial, la secretaria de Estado de la Unión Americana, Hillary Clinton, escucha la diatriba proveniente del hombre calvo, de corta estatura, que se ostenta como presidente de la República Mexicana, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
El mandatario desata su rabia, pues los documentos filtrados por Wikileaks mostraban la verdadera opinión que el embajador estadounidense, Carlos Pascual, tenía sobre el combate al crimen organizado que había emprendido Calderón Hinojosa. La arpía imperial, quizás sonriendo internamente, sabía que tenía un as bajo la manga: el correo electrónico del jefe del Estado mexicano y de sus más cercanos colaborados había sido intervenido por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés).
El presente artículo tiene por objeto comentar sobre el artículo del semanario alemán, Der Spiegel, basado en los documentos que el ex analista de la NSA, Edward Snowden, proporcionó a la prensa internacional para revelar la magnitud del “Totalitarismo Suave” (Tariq Ali dixit) bajo el cual la Unión Americana conduce sus operaciones de espionaje a escala global, en especial en nuestro país.
Felipe de Jesús Calderón Hinojosa es, quizás, el presidente “mexicano” más obsequioso y entreguista en la relación con la vecina República del Norte. Con el pretexto de la lucha contra los cárteles de la droga, Calderón, con el apoyo del Congreso de la Unión, signó la Iniciativa Mérida, un remedo del Plan Colombia, la cual implicaba una mayor colaboración en materia de inteligencia, capacitación y equipamiento entre las agencias de seguridad de ambos países.
Con el aval de Calderón Hinojosa, los agentes de la CIA (Agencia Central de Inteligencia), civiles del Pentágono, agentes de la DEA (Agencia antidrogas) y militares retirados instalaron dos Oficinas Binacionales de Inteligencia (OBIs), desde las cuales coordinarían con sus contrapartes mexicanas las operaciones para desmantelar los cárteles de la droga, capturar y/o eliminar a los líderes del narcotráfico y frenar las redes de corrupción dentro del aparato gubernamental azteca.
Las OBIs originales fueron instaladas en la Embajada estadounidense en la Ciudad de México, ubicada en Paseo de la Reforma 265, y en la base militar de Escobedo, Nuevo León. De esta manera, Washington cumplió una de sus principales poluciones nocturnas: tener centros de espionaje en territorio mexicano con autorización de Los Pinos.
Por todo lo arriba mencionado, es francamente risible que Calderón Hinojosa, quien realiza una estancia académica en la Universidad de Harvard, se desgarre las vestiduras, se envuelva en la bandera y exija que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) proteste ante Washington por el espionaje de que fue objeto cuando fungía como presidente de la República.
Ahora bien si lo que respecta a Calderón es tragicómico, lo referente al mandatario en turno, Enrique Peña Nieto, es preocupante. Según Der Spiegel, en el verano de 2012 EUA husmeó durante una quincena los celulares del entonces candidato presidencial y de nueve de sus más cercanos colaboradores. La NSA interceptó más de 85 mil mensajes de texto en total.
¿Cuál ha sido la actitud del gobierno de la República? Retornar a la patentada política del avestruz: es decir, un escueto comunicado por parte de la SRE en el que dice que requerirá una explicación al gobierno del presidente Barack Obama.
Si bien México -a diferencia de Brasil y Francia, países que han protestado enérgicamente por el espionaje yanqui en sus respectivas naciones- comparte una frontera de 3,200 kilómetros y envía el 80 por ciento de sus exportaciones al norte del Río Bravo, puede y debe tener una actitud digna ante las actividades de espionaje efectuadas por la Unión Americana.
La relación bilateral no puede sustentarse en la más abyecta sumisión a los dictados de un imperio en decadencia como lo es, a todas luces, el estadounidense.
La afamada politóloga mexicana, Denisse Dresser ha comentado: “Estamos hablando del espionaje de un jefe de Estado a otro, un tema que no puede ser soslayado en aras de mantener la paz en la relación bilateral”.
Bien decía don Nemesio García Naranjo: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
Aide Mémoire.- ¿Por qué los chinos están comprando cantidades gigantescas de oro? ¿Qué saben sobre la verdadera fortaleza de la economía estadounidense?