¿Quiénes levantarán el monumento a Posada?, nos pregunta Diego Rivera a futuras generaciones. La sorpresa con que tomó a autoridades estatales el centenario luctuoso de Posada ha sido cubierta por una improvisación oficial. Cada año con sus días y calendarios estatales tomó en pasmo al entonces director del Instituto Cultural de Aguascalientes, maniobra que entre otras cosas le sirvió para su sustitución, quedando a merced del “buen gusto” de autoridades los festejos conmemorativos, que representan una mala jugada hacia el genio de Posada.
Si partiéramos de la idea de perversidad en cuanto al sentido y objeto de los, hasta hoy, eventos conmemorativos, malicia por la naturaleza de la obra plástica de Posada y su crítica social tan vigente, concluiríamos que no llega para tanto la intervención estatal. Propongamos pues una incapacidad e insensibilidad para interpretar, no digo fielmente, pero sí cercana a la realidad de la obra con valores positivos del aguascalentense, contrario a esa necesidad de “valores negativos”, como llamó Rivera al sentido en el arte de consumo burgués en tiempos del genio. Esa interpretación pareciera una trastada en cada evento ya que se aleja de sustento en la obra para llegar a lugares comunes.
La escasa planeación del año de Posada da como resultado una serie de ocurrencias, lo que no es una simple opinión, sino una realidad, por ejemplo la agenda publicada para la conmemoración tiene como una de sus actividades la instalación del “Patronato para la Conmemoración del Centenario Luctuoso de José Guadalupe Posada” cosa que resulta risorio, o el objetivo es una instancia controladora de recursos públicos con un fin de supuesta transparencia. Resulta adecuado en este momento cuestionarse sobre el fin social de los eventos y su costo, ¿hasta el momento a cuánto ascienden las erogaciones que ha realizado el estado de Aguascalientes con motivo del centenario luctuoso de Posada?
Posada desde lugares comunes es un ejemplo más de cuando el estado, de forma unilateral, trastoca una personalidad surgida desde el más profundo sentido social para convertirlo en una contradicción de su propia obra. La crítica a la sociedad porfiriana tiene su validez en la sociedad y nuestro acontecer, la tenacidad de Posada al momento de ilustrar las contradicciones sociales en una realidad atemporal, la exhibición de los excesos del poder son vigentes. Nuestros tiempos serían motivos de esa mofa feroz.
Las calaveras que representan dentro del humorismo la más cruda realidad, dieron lugar a un tufo en las conmemoraciones de este año que huele a muerte del creador y de su obra, la difusión estatal de la iconografía de Posada se reduce a la Calavera Garbancera, la muerte llegó para dar un giro a la obra y un revés al recordarla.
Existe en todo, hasta el momento, una buena capacidad: la de improvisación. Retomando lo expuesto por la agenda de este año con tal motivo, en ningún momento se hace mención de una fotografía monumental de la Catrina. Este lunes pasado con harta efervescencia se llamaba a la sociedad a formar parte de esta megalomanía, algo quedó claro, la sociedad por voluntad propia no asistió, por otro lado vimos un desfile de estudiantes solicitados en masa como quien ve un informe de gobierno en el Estado de México. La acción gubernamental no puede desentenderse de la sociedad, de ahí la capacidad de comunicar y no de promocionar que es distinto. En esta columna no será la primera vez que alguien se pregunte, sin demeritar el intento imaginativo, ¿qué utilidad tiene la sociedad con este tipo de actividades?
La planeación gubernamental tiene muchos objetivos reales, uno de ellos, la certeza del acto con sus posibles implicaciones e intenciones, ejercicio no muy socorrido en la función pública a sabiendas de su utilidad crónica. Posada tiene una vigencia icónica en el arte y la sociedad, su crítica sobrevive los tiempos del poder, ellos pretenden, en un acto reduccionista, enterrar esos aires ¿o sólo les ha llegado una ventisca?
En este espacio sólo se habló de un ejemplo de cuando el estado aborda una efeméride relevante, recordar pues el Bicentenario y Centenario de la Independencia y la Revolución Mexicana, momentos que nos dan la pauta para evaluar y posiblemente tener los mismos resultados del Calderonismo.
La participación social en los procesos de planeación no sólo transparenta la actividad en la toma de decisiones resulta también en una mayor conciencia del acto a ejecutar y las demás implicaciones de evaluación. El año 2014, la entidad celebrará el Centenario de la Soberana Convención Militar Revolucionaria, preguntaría ¿estamos preparados?, ¿existe ya una planeación de esta conmemoración? Que no nos agarren las prisas.
@LDavidJuarezG