La Casa Blanca, Washington D.C., Estados Unidos. 30 de septiembre de 2013. Visiblemente molesto, prematuramente encanecido, el primer presidente de origen afroamericano en la historia de su nación, Barack Obama, fustiga a los republicanos acusándolos de irresponsabilidad, de ser “capaces de dañar al pueblo, porque no pueden aceptar una ley”.
Ya en los primeros minutos del 1 de octubre del año en curso, el mandatario estadounidense, vía Twitter, publica lo siguiente: “En verdad lo hicieron. Un grupo de republicanos en la Cámara forzó el cierre del gobierno por Obamacare”.
El presente artículo tiene por objeto explicar al amable lector en qué consiste el cierre parcial del gobierno de la Unión Americana y cómo puede afectar a nuestro país.
La cuestión que desató la crisis (fue) es la oposición del partido Republicano –en particular de la fracción ultraderechista del Tea Party– al llamado Obamacare, el cual consiste en una ley que provee cobertura en seguro médico a millones de pobres –los cuales existen en los Estados Unidos, aunque usted no lo crea–.
El Congreso, dominado por los republicanos, se opuso dos veces a la ley, porque dice sobrepasa el techo de deuda –el cual es de 16.7 trillones de dólares–. Por su parte, Obama dijo que vetaría la legislación que proviniera de los conservadores. Todo lo anterior, forzó la interrupción parcial del gobierno de la todavía primera potencia del planeta.
Desde el punto de vista político, la actual crisis es puro teatro. Gerald Celente, del Trends Journal, dice que son “las reinas del drama en Washington haciendo lo que siempre hacen –comportándose en una manera nada profesional y madura” (Russia Today 30/09/2013).
En la práctica, son diez aspectos en donde el cierre se sentirá: si para el 17 de octubre no hay acuerdo presupuestal el gobierno estadounidense se quedaría sin dinero, pues sólo tendría 30 billones de dólares en efectivo; 800 mil empleados federales se quedarán sin laborar; las tropas yanquis no recibirán sus cheques; las mujeres y niños pobres no obtendrán apoyo federal; habrá recortes en programas federales por 85 billones de dólares.
Asimismo, los préstamos para vivienda serán cerrados, lo cual afectará al mercado inmobiliario, la columna vertebral de la economía yanqui; Obama posiblemente cancelará su viaje a Bali, Indonesia para la reunión de la APEC; miles de ciudadanos norteamericanos no obtendrán sus pasaportes, y las miles de personas que diariamente hacen fila en las embajadas y consulados estadounidenses enfrentarán retrasos en la obtención de la visa; la NASA, con la excepción de Centro de Control en Houston, dejará de trabajar; y, finalmente, el Memorial a Lincoln, el Parque Nacional de Yosemite, la Estatua de la Libertad, entre otras atracciones, cerrarán su servicios al público.
El último cierre del gobierno yanqui duró 21 días, desde diciembre de 1996 a enero de 1997, y costó a la administración del entonces presidente Bill Clinton aproximadamente 2 billones de dólares, según la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca.
La actual crisis costaría, de acuerdo a Bloomberg News, a la economía estadounidense 300 millones de dólares diarios en pérdidas. De igual manera, reduciría el crecimiento del Producto Interno Bruto 0.15 por ciento, en el último trimestre de 2013, por cada semana que dure, lo cual afectaría la confianza del consumidor.
La interdependencia económica entre México y la Unión Americana significa que miles de ciudadanos mexicanos no serán atendidos, en tanto no se resuelva la crisis, en los consulados estadounidenses de Guadalajara, Juárez y Monterrey. Los millares de mexicanos que han trabajado toda su vida bajo el abrasador sol de California o en las gélidas costas de Alaska recibirán con retraso sus cheques de pensionados y aquellos paisanos que esperaban entrar al Museo Smithsoniano en Washington D.C. verán frustradas sus ilusiones.
Por el bien de México, devastado por la Madre Naturaleza y enfrentando un alud fiscal, esperemos que la crisis política estadounidense se resuelva pronto, pues de no ser así, el panorama económico de la República Mexicana será aún más sombrío de lo que ya es.
Bien dijo alguna vez el leñador de Kentucky, Abraham Lincoln: “Si alguna vez está nación será destruida, será desde adentro, no desde afuera”.
Aide Mémoire.- Apuñalado en lo interno, superado en lo externo, Barack Obama no siente lo duro, sino lo tupido.
Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.