¿Qué significa medir la inseguridad? Es la primera pregunta a abordar. Uno de los puntos positivos de la ciudad es la capacidad de medición de un cierto grupo de conductas. Es importante el aporte de Observatorios Ciudadanos en materia de percepción ciudadana de inseguridad. Sin embargo, lo que se mide no es todo lo que ocurre en la ciudad y esto amerita una reflexión en términos de las posibilidades de incorporar nuevos indicadores. ¿Qué necesita medir la ciudad, qué posibilidades tiene de medirlo y cómo? Esta es la pregunta clave.
Cuando el 90 o 95 % de los delitos o de la violencia cometida no se denuncian, pero sí se sufren; es momento de creerle a las encuestas, sobre todo si las víctimas reportan a los encuestadores lo acontecido. La autoridad debe conocer aunque sea por esta vía indirecta el referente de intensidad delincuencial y de las violencias en su territorio.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana de INEGI, para el pasado mes de septiembre del 2013 en términos de delincuencia, el 68.0% de la población de 18 años y más consideró que vivir en su ciudad es inseguro. La encuesta toma en cuenta a personas de 18 años y más que residen en las capitales de los estados o ciudades seleccionadas de 100,000 habitantes y más, denominadas ciudades objeto de estudio.
La ENSU (que sustituye a la ECOSEP) se efectuará con una periodicidad trimestral, incluyendo conceptos relevantes en el tema de la seguridad pública tales como la sensación de inseguridad por temor al delito (percepción); expectativa social sobre la tendencia del delito; atestiguación de conductas delictivas o antisociales; cambio de rutinas por temor a ser víctima del delito y percepción del desempeño de la policía como autoridad de seguridad pública.
La población, que reside en las ciudades objeto de estudio, manifestó que en los últimos tres meses ha escuchado o ha visto en los alrededores de su vivienda situaciones como consumo de alcohol en las calles (70.9%), robos o asaltos (66.2%) y vandalismo (56.1%). Lo que hace suponer conductas delictivas o de riesgo generalizadas. Sólo el 31.7% consideró que vivir en su ciudad es seguro. Además 18.4% consideró que en los próximos 12 meses la situación de la delincuencia en su ciudad seguiría igual de bien por 18.8% que espera alguna mejoría, mientras que 36.8% consideró que seguiría igual de mal y 24.0% que empeoraría.
La población de 18 años y más que reside en las ciudades consultadas manifestó que en los últimos tres meses, por temor a sufrir algún delito modificó sus hábitos respecto a llevar cosas de valor como joyas, dinero o tarjetas de crédito; mientras que 50.0% cambió rutinas de caminar por los alrededores de su vivienda después de las ocho de la noche; 48.5% señaló que modificó sus hábitos respecto a permitir que salieran de su vivienda sus hijos menores; y 35.3% cambió rutinas relativas a visitar parientes o amigos.
En general el trabajo de las corporaciones policiacas no se aprecia como solvente; sólo uno de cada tres percibió el desempeño de la policía como muy efectivo o algo efectivo, mientras que el 66.7% consideró su desempeño como poco efectivo o nada efectivo en aquellas labores relativas a la prevención y combate a la delincuencia. Pero en términos de seguridad humana el programa a desarrollar debería ser más transversal.
El concepto de seguridad humana, centrada en el individuo y no en el Estado, surge como un posible medio para examinar y enfrentar todas estas condiciones, atendiendo las necesidades ciudadanas y sus temores para lograr un ambiente propicio para el desarrollo humano.
Las amenazas a la seguridad humana se pueden agrupar en siete categorías:
1.- Seguridad económica
2.- Seguridad alimentaria
3.- Seguridad sanitara
4.- Seguridad ambiental
5.- Seguridad personal
6.- Seguridad comunitaria
7.- Seguridad política
En la Cumbre Mundial de las Naciones de 2005, se materializa el concepto de seguridad humana como “el derecho de toda persona a vivir en libertad y dignidad, libre de pobreza e incertidumbre”. Es decir, una visión más amplia que la establecida con la definición de seguridad urbana o del propio desarrollo humano, pues no sólo se ve el presente en las condiciones de bienestar, sino que éstas puedan asegurar ese bienestar a lo largo del tiempo.