En esta ocasión, trataré de explicar una percepción que se comienza a generalizar en cuanto al comportamiento del gobierno de los Estados Unidos referente a su seguridad interior y su relación con los demás países como “policía mundial”.
A raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2011 a las Torres Gemelas en Nueva York, se comenzaron a tomar una serie de medidas para intervenir teléfonos y mensajes de los países del Medio Oriente hacia Estados Unidos y los que salían de éste hacia estos países. Posteriormente, hemos sabido que algunos analistas de seguridad detectaron que varias agencias de este país sabían que se fraguaba un atentado en contra del centro mundial de comercio y que los terroristas que secuestraron y dirigieron los aviones en contra de los edificios, estaban bajo vigilancia desde hacía varios años; a pesar de eso no hicieron lo que debían para evitarlo. Viene luego la duda si el gobierno estadounidense necesitaba este tipo de atentados para, con el apoyo de la sociedad norteamericana, implementar una serie de medidas de seguridad -que en tiempos normales no permitirían para espiar a sus ciudadanos- para tener bajo la lupa a todos los ciudadanos de este país, inclusive, en sus viajes tanto dentro del país como al exterior, y sus relaciones con empresas en el exterior que se consideran “riesgosas”; para ello se creó la Homeland Security, para coordinar a todas las agencias de seguridad para evitar estos atentados a nombre de la seguridad interna.
Luego se modificó la ley y se le permitió al Gobierno Federal tener cárceles con prisioneros con torturas y no sometidos a juicios; el ejemplo más claro ha sido Guantánamo. Así también, ahora sabemos que en varios países existen estos centros de detención, sobre todo en los países invadidos en las guerras por “seguridad”.
Observamos posteriormente la invasión -por tener “armas de destrucción masiva”- a Irak en 2003; armas que nunca fueron encontradas pero que destruyeron por ese motivo a este país, y de ahí la invasión a Afganistán; guerras que dejaron países en guerra civil entre las dos corrientes religiosas musulmanas, Sunitas contra los chiítas; guerras que no sabemos cuándo terminen y que han sucedido a pesar de estas medidas que involucran a todas las agencias de inteligencia y a todas las fuerzas armadas de nuestros vecinos del norte; atentados en universidades con matanzas por personas desquiciadas, que apenas habían regresado de esas guerras. También fuimos informados de asesinatos de compatriotas por haber cruzado la frontera, los cuales fueron sacrificados con una crueldad digna de los regímenes nazis o comunistas, sin castigo, que sepamos, a los culpables y sin que organismos internacionales críticos de nuestro país, como Human Rights, hubiesen hecho alguna declaratoria o acusación contra estos hechos.
Posteriormente, un caso muy publicitado fue el atentado de Boston orquestado por dos hermanos chechenos, Dzhokhar Tsarnaev y su hermano Tamerlan, los cuales eran naturalizados norteamericanos. La versión oficial fue que lo hicieron “en protesta por la invasión de Estados Unidos a Irak y Afganistán”; sin embargo los analistas de seguridad hablan que esto es “false flag” -en las áreas de inteligencia significa “bandera falsa”-, con lo cual se sospecha que fue algo perpetrado por organismos de inteligencia y paramilitares. Esto para provocar que se siguiera incrementado el apoyo a medidas extraordinarias de seguridad apoyadas por la sociedad, aún sabiendo que están perdiendo sus derechos a la privacidad y sobre todo a la libertad individual.
Entrevistada en Daquestán, la madre de los implicados, Zubeidat Tsarnaev, por la red Russia Today, la cual también vivió en los Estados Unidos, comentó que su hijo Tamerlan tenía contacto con el FBI desde hacía tres o cinco años, y que los del FBI sabían su inclinación, a través de internet, a los sitios extremistas, y que cree que fue impulsado a hacer el acto terrorista.
Lo último ha sido el caso de una mujer de 34 años afroamericana, que en un estado de nervios no respetó una valla en el Capitolio y fue perseguida y asesinada por la policía; ante este hecho la sociedad permaneció pasiva, algo insólito en ese país.
Y qué decir de aquellos países que se opongan a las medidas dictadas para proteger la seguridad interna de los Estados Unidos, restricciones económicas y después invasiones o represión. Esto es algo preocupante, pues los papeles de las naciones en el contexto de la convivencia mundial se alteran por acciones de origen oscuro que los ciudadanos no alcanzamos a comprender, o a conocer qué los mueve.