Washington, D.C. Unión Americana. 14 de octubre de 2013. Tras una maratónica reunión con el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, en un intento por remediar la hemiplejía del aparato gubernamental estadounidense, el líder de la mayoría del Senado, el demócrata Harry Reid, fija sus ojillos ratoniles y trata de esbozar una sonrisa cuando expresa a la prensa que “hemos logrado tremendos avances, pero aún no hemos terminado”.
El político oriundo de Nevada, imitando a Scarlett O´Hara, personaje principal de la película Lo que el viento se llevó, dice: “Esperamos que, con suerte, mañana sea un día luminoso”.
El presente artículo tiene por objeto explicar al amable lector cómo el cierre parcial del gobierno de la Unión Americana y la posibilidad de una moratoria de pagos han erosionado la confianza y la credibilidad de los Estados Unidos de América y llevado al orbe al filo del precipicio.
La presente crisis política, la cual podría devenir en económica, comenzó cuando el ala radical del partido Republicano, el famoso Tea Party, se negó a elevar el techo de deuda del gobierno estadounidense, pues el presidente Barack Obama rehusó hacer cambios a la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio, el llamado Obama Care, la cual prohíbe a las compañías aseguradores rechazar a las personas por condiciones preexistentes.
Como resultado de la cerrazón republicana, el sistema burocrático norteamericano se vio forzado a cerrar parcialmente. Hecho que ha impactado las actividades de la nación de las barras y las estrellas en diversos aspectos.
Los radicales republicanos, sin embargo, parecen dispuestos a llevar a su país al precipicio sin importarles el desprestigio de su instituto político: una encuesta del Washington Post y la cadena televisiva ABC reveló el día de ayer que el 74 por ciento de los votantes están disgustados con los republicanos en el Congreso, comparado con un 53 por ciento que desaprueban la gestión del mandatario Obama.
En el frente financiero internacional, varios actores han expresado su preocupación respecto al hecho de que la nación que ha sido la columna vertebral de la economía global pudiera declararse en moratoria de pagos.
La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, mencionó en una entrevista televisiva a la cadena NBC que “estábamos al borde una recesión” y que la Unión Americana tenía “que honrar su firma…dar certeza al resto del mundo”.
Esto no es nada nuevo, en 1968 el economista belga, Robert Triffin, vaticinó que los EUA enfrentarían el dilema de tener que emitir liquidez suficiente para espolear la actividad económica global, pero que esto generaría a su vez incertidumbre sobre su capacidad de mantener la convertibilidad en 35 dólares por cada onza de oro que tuvieran en reservas.
Es decir, la Unión Americana cuenta, por el momento, con el privilegio de endeudarse hasta el infinito, al ser el dueño de la moneda de reserva global, pero los tenedores bonos del Tesoro estadounidense, uno de los activos de menor riesgo, podrían sufrir ante la incapacidad del gobierno norteamericano de poder pagar los réditos correspondientes.
Ante tal escenario, China -el mayor tenedor extranjero de bonos yanquis, aproximadamente 1.3 trillones de dólares- fustigó, a través de un editorial de la agencia de prensa Xinhua, a los Estados Unidos: “En vez de honrar sus deberes como una potencia responsable, un Washington egoísta ha abusado de su condición de superpotencia e introducido incluso más caos en el mundo al cambiar los riesgos financieros a ultramar”.
Actuando en consecuencia, el Banco Popular de China y el Banco Central Europeo acordaron la semana pasada abastecerse mutuamente con sus respectivas monedas, evitando de esta manera al dólar estadounidense como la divisa intermedia.
El objetivo es muy claro: cesar poco a poco las compras de deuda estadounidense, lo cual implica, en el largo plazo, que Beijing se aleje de la Unión Americana. De esta manera, cada vez será más costoso para los Estados Unidos pedir prestado, pero para los chinos es el comienzo de “des-americanizar” al mundo y, de esta manera, terminar con la hegemonía yanqui.
El metafísico teutón, Federico Nietzsche, decía en su obra Más allá del bien y del mal que “cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.
Ante el abismo financiero que se aproxima, las palabras de maese Nietzsche jamás han resultado tan pertinentes.
Aide Mémoire.- El marxista italiano Antonio Gramsci proclamó: “el viejo orden ha muerto, y el nuevo está un paso más cerca de nacer”.
Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.