A final de cuentas este número es el que impacta en la sociedad, el que marca definitivamente el futuro de una entidad y a la larga del país entero.
No me refiero al uno punto tres millones de capitalinos afectados por las marchas de los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) , que dicho sea de paso deben ser más de un millón de almas perturbadas, ni tampoco al número de docentes y no docentes que están de visita por la ciudad de los palacios. Son uno punto tres millones de niños oaxaqueños repartidos en 13 mil escuelas que no arrancaron el ciclo escolar 2013-2014.
Efectivamente estimado lector, a dónde menos voltean los reflectores mediáticos es hacia allá, a donde está el verdadero problema. Pareciera que el espectáculo está en la Ciudad de México con las demandas, las marchas, las agresiones, el caos, los actores políticos y los ahora llamados insurgentes.
Desde el inicio del conflicto magisterial el primer mandatario de la nación dijo “Lo que buscamos con este sistema de evaluación es asegurar que los niños de México tengan a maestros con la mejor vocación, preparación, para darles educación, es lo que queremos garantizar”.
Vocación docente y preparación, entrega y compromiso, alto patriotismo, todo eso para que la transmisión del conocimiento sea de calidad según la visión del Pacto, pero en Oaxaca NO HAY CLASES.
Resulta que mientras el discurso de Don Enrique recorre todos los rincones de la República, el ala radical de la CNTE deja ver su inconformidad a través de marchas, marchas y más marchas, los niños de Oaxaca siguen de vacaciones. ¿Qué de plano no hay nadie en este país que quiera apoyar a estos pequeños? ¿Acaso el conflicto todavía no toma dimensiones mayúsculas como para que la sociedad civil entre al rescate?
¿Los músicos y cantantes no podrán hacer un concierto e involucrar a los medios para convocar a la sociedad a que asistan y con lo recaudado se pague el salario de docentes suplentes? Si fuera de verdad el programa “Bécalos” ya hubiera modificado sus líneas de acción para apoyar de manera contingente a estos niños que han sido privados de la educación.
El martes encontré una nota generada en Oaxaca donde se reporta la aparición de la autodenominada Coordinadora Estatal de Padres de Familia, la cual aglutina a más de 60 escuelas y pide que en dicho estado se declare “emergencia educacional” y se inicien las clases de inmediato.
Los padres de familia oaxaqueños fueron más sensatos y menos mediáticos que un servidor, pues demandan la presencia del Ejército para que supla a los docentes paristas y levantar actas de abandono de trabajo para los docentes, esto con el fin de poder suplir al personal.
Luisa García Cruz quien en este momento está al frente de esta nueva Coordinadora dijo que “si ahorita no nos unimos nos van a seguir pisoteando porque esto va arreciar, aquí no va a parar, ya se aprobó la ley y van a seguir con lo mismo, que no quieren ser evaluados, es vergonzoso ver la actitud de ciertos maestros, porque no saben resolver ninguna triste ecuación, pídale que le despeje la X o la Y y no saben, porque yo lo he vivido con mis hijos”.
El punto donde no coincido con los padres de familia de Oaxaca es con su idea de realizar una marcha, aunque sea pacífica, silenciosa, con velas y todos de blanco pero a final de cuentas una marcha.
Entonces quedan identificadas tres partes dentro del conflicto magisterial: docentes, gobierno y estudiantes, estos últimos hasta ahora con presencia a través de la coordinadora que los padres de familia gestan.
De las dos primeras tenemos información de sobra, de la última, poca, casi nula y mire que las tres tienen el mismo peso dentro del conflicto.
La parte docente inconforme con la Reforma recién aprobada, el gobierno sin señales de querer realmente dialogar, y los padres de familia pidiendo a la sociedad civil que nos sumemos por la causa que es la más apremiante y delicada, la educación de nuestros niños.
Mientras los medios electrónicos debaten por la utilización del término insurgencia magisterial, desde Froylán López Narváez hasta Carmen Aristegui en su charla matutina de ayer con el Secretario de Educación Emilio Chuayffet, los niños de Oaxaca siguen sin clases.
Nos unimos o lo dejamos pasar, lo leemos y lo vemos o lo vivimos, hacemos conciencia en el problema de fondo o nos enfrascamos en defender a los docentes o darle la razón al gobierno.
Hay cosas más relevantes en este momento dentro del conflicto magisterial, son nuestros compatriotas de corta edad y al parecer de futuro incierto, ojalá usted pueda hacer algo por ellos.
Twitter: @ericazocar