Vaya que de antemano digo que estoy a favor del apoyo, de dar la mano a quien lo necesita y que en lo que a mí respecta aseguro que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos para ayudar a paliar este mal momento que atraviesan miles de hermanas y hermanos mexicanos en todo México, y es que el golpe que causaron el huracán “Ingrid” y la tormenta tropical “Manuel”, ha sido devastador.
Ahora bien, a lo que voy. Resulta indignante, incluso enfermizo, el nivel de oportunismo político, de exhibicionismo social, este que se ha originado a raíz de una tragedia. Sabemos que las televisoras y varios otros medios masivos, son maestros en el arte de “sensibilizar” los corazones del pueblo mexicano. Manipulan sin más ni más y con ello obtienen su beneficio muy particular.
Todo tipo de personajes, “líderes de opinión”, socialités, artistas, deportistas, empresarios, banqueros, comunicadores, políticos, diputados, gobernadores, secretarios e incluso el mismo Presidente de México, saben que la ecuación es muy sencilla: Ayuda+Exposición Mediática=Beneficio personal.
A la gente le gusta que todos seamos solidarios con las penas, nos identificamos con los casos de vida y ellos (los que tienen el poder) saben que al estar haciendo eso obtendrán algún tipo de gracia a cambio, ya sea para cobrarla hoy o en un futuro no muy lejano. Además, los medios han aprendido que estos son buenos momentos para gestionar la oferta de caridad y lucrar con ella.
La explicación es muy sencilla, a final de cuentas, las personas necesitan estar “informadas” y la masividad del mensaje ofrecido por los medios, es el vehículo más veloz para generar ayuda.
De ahí que han surgido estos clásicos movimientos que ya todos hemos escuchado, visto o leído en las estaciones, los canales o los diarios: “Súmate ya”, “Toneladas de ayuda”, “Voces de auxilio” y otros más que nos invitan a apoyar al paisano en desgracia, pero… siempre hay un pero.
Apoyar o no apoyar, hasta aquí, insisto, usted decide. Sí ya lo hizo, la verdad es que lo felicito, si no lo ha hecho, seguramente tendrá motivos y no lo cuestiono. Pero déjeme decirle, el proceso de “invitar” a la gente a que apoye, es algo muy distinto a lo que nosotros imaginamos o podemos conocer gracias a las “noticias” de los medios.
Apenas la semana pasada cuando el presidente Peña Nieto acudió a Tamaulipas, en una de sus primeras visitas a las zonas afectadas, observamos a un mandatario indolente que paseaba cual “reina” en carro alegórico sobre su camión, evitando a toda costa siquiera poner los pies en suelo lodoso.
Vaya, una historia que da realidad a esto que comento.
Un amigo personal se ofreció como voluntario para ayudar en la zona afectada allá en Tamaulipas, la región donde comenzó a trabajar es Ciudad Mante, ubicándolos mejor, es el poblado de El Limón el que fue afectado por el desbordamiento del río Guayalejo. Hasta ese sitio arribó el presidente Peña Nieto, más o menos a las tres de la tarde, sin embargo desde las siete de la mañana y hasta horas después de que se marchó el mandatario, no se hicieron trabajos de ayuda, puesto que como ocurre siempre, el Estado Mayor Presidencial llegó, cerró el lugar (vaya ironía) y no permitió ningún tipo de movimiento por cuestiones de seguridad.
Digamos que en realidad esa fue una jornada perdida en materia de apoyo, pero al siguiente día los encabezados decían lo contrario: “Peña Nieto ayudó a los damnificados”.
A mí me parece bien que quien quiera ayudar, simplemente lo haga, quizá hasta alejado de reflectores y con el único espíritu de ser copartícipe del bienestar de los demás.
Y lo digo porque ahora también sale a relucir, vía redes sociales, que en Veracruz a los damnificados, las despensas alimenticias que usted y yo donamos las están vendiendo a 35 pesos. Veamos: si usted fue al centro comercial o a la tienda de la esquina y compró esos alimentos o productos, si usted usó un vehículo, si se fue caminando, si se trasladó en bicicleta, en taxi o camión para llegar al centro de acopio y entregar su aportación, si usted hizo todo eso sin reclamar un solo peso, puesto que lo efectuó de buena fe y con la mejor de las intenciones, ¿por qué diablos alguien está cobrando 35 pesos por esa despensa?
Pues bien, déjeme decirle querido lector que hay gente que aprovecha su buena fe, sus ganas de ayudar para lucrar con ella. Hay personas en las altas esferas del poder que aprovechan esto para meter su aportación en una bolsa con un logotipo particular y que ganan con lo que usted da. Creo que debemos aprender a ver más allá de la televisión, la cual manipula y edita conceptos para brindar realidades distintas. Las imágenes que aparecen están perfectamente seleccionadas para lograr objetivos previamente establecidos.
La buena fe de muchos “líderes” dura lo que los flashes de las cámaras fotográficas y termina cuando se van lo medios.
Insisto no estoy en contra de la ayuda, por el contrario aplaudo a todos héroes anónimos que se unen con el prójimo, los invito a seguir apoyando, pero hay que saber por qué medio hacerlo, puesto que no todos ayudan con la única finalidad de ayudar, hay quienes buscan algo más y en eso también debemos hacer distinciones. No todos somos iguales.