Hay dos frases publicitarias que contribuyen a mi locura: “…y algo más” y “…del futuro, hoy”. Desconozco si la primera tiene como origen la muletilla con que Raúl Velasco despedía Siempre en Domingo, lo que sé es que me desquicia. Los dueños de boutiques, loncherías, panaderías y regalos se sienten impelidos a usar como sufijo una frase que se pasea por los límites de la nada. Ropa, accesorios y algo más. Tortas, sándwiches y algo más. Conchas, donas y algo más. ¿Regalos y algo más? En serio, ¿qué venden que no pueda ser regalado? Peor aún, hay además misceláneas que no conformes con la vaguedad de su género, optan por apellidarse “y algo más”. Pronto habrá tiendas que lo vendan todo… y algo más. Sé que la segunda frase goza de inmejorable salud a pesar de su avanzada edad. Hubo autos del futuro, hoy -que podríamos ahora llamar “autos del presente, ayer”-. Hoy hay lavadoras, tarjetas de crédito, casas y hasta jugos del futuro. Alguien seguramente inventó la máquina del tiempo del futuro hoy. Si actualmente gozamos de los productos del mañana, seguramente en estos momentos estamos inventando el Ford T y el Wright Flyer. Y hay quienes todavía pasan horas discutiendo la paradoja del abuelo.
Está de moda disparar a la primera, abunda la opinión de botepronto. Bien podría caer en juego fácil de calificar de “estúpidos” o “imbéciles” a quienes recurren, una y otra vez, a los dos comodines publicitarios que alimentan mi demencia. Pero he aprendido a disfrutar del té de azahar, he incluido la cumbia en mi playlist de musicoterapia y me ha dado por respirar profundamente. Quizá no estén tan mal.
Cuando el Messerschmitt Me 262 surcó los cielos por primera vez, los pilotos ingleses y estadounidenses se encontraron frente al avión del futuro. Por supuesto, ya existía; pero faltaban todavía años para que los jets se apoderaran del espacio aéreo. En el Me 262 se podían vislumbrar el F-14, el Concorde, el SR-71 y el Boeing 747. Vamos, el avión a reacción y la V-2 -primer misil de largo alcance- anticiparon el viaje a la Luna. En 1971 Michael Hart digitalizó la Constitución de los Estados Unidos y comenzó el Proyecto Gutenberg. El e-book existe desde hace más de cuarenta años. Para quienes todavía leemos en papel, ése es el libro del futuro.
Entre las buenas birrierías de Aguascalientes una destaca por sus guayabas y por su pastel de ídem. Es decir, la birria es excelente, eso es lo que le permite ostentarse como birriería; no obstante, y sin culpa ninguna podemos asistir a comer pastel o comprar una reja de fruta. Ahí hay birria, y algo más. A la vuelta de la casa hay dos imperios de fotocopiado, en la hora pico reciben libros, credenciales, documentos, fotografías en cantidades industriales. Ésa es la razón de su existencia, duplicarlo todo. Ah, y venden discos compactos y rentan computadoras; ahí consigues memorias flash y, de vez en cuando, un refrigerador de carnicería -lo juro-. Sin embargo, sería un fastidio rebautizar el negocio cada mes; enero: Fotocopias, Internet y una Mecedora, febrero: Fotocopias, Internet y una Rebanadora de Jamón. Son negocios de fotocopias, y algo más.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Ámsterdam andaban en bicicleta. Después de la guerra, poco a poco los Holandeses se enriquecieron, y cambiaron la bicicleta por los autos. Esto aumentó la velocidad, redujo las distancias, aceleró la economía, y algo más, el número de muertes en las calles aumentó se derrumbaron edificios para dar paso a las avenidas. Los choques y los atropellamientos adquirieron el estatuto de tema, su abundancia les abrió la puerta a las conversaciones, el enojo y a la protesta. Y algo más, tiempo después la crisis del precio del petróleo golpeó a los automovilistas. Entonces los ciudadanos exigieron lugar para la bicicleta, y regresaron a ella -no hay más que leer el artículo “Howthe Dutch gottheircycling infrastructure” y ver su video hermano-. En Copenhague, recientemente llegaron a la conclusión de que la bicicleta era la mejor manera de desplazarse. Imaginaron la mejor ciudad, trabajaron para lograrlo, y ahora son el segundo mejor lugar del mundo para vivir. Múnich, el primer lugar, también ha regresado a la bicicleta. Mikael Colville-Andersen lo cuenta en una TED Talk.
Las ciudades del futuro existen. Nosotros, en México, somos hombres y mujeres del presente. Construimos pasos a desnivel para autos. Y algo más. Y mucho más. Bloqueamos el paso a peatones con malla ciclónica. Tiramos casas para ensanchar calles. Inundamos el centro de estacionamientos. Nos rendimos frente al auto y desistimos de hacer andadores. El mundo ha encontrado soluciones para problemas que nosotros apenas saboreamos. Para qué acelerarnos. Para qué arreglamos la ciudad, si todavía no es un desastre. No, a nosotros nos gusta ser el México del presente hoy, y nada más.