Centro Comercial Westgate, Nairobi, Kenia. 21 de septiembre de 2013. Prorrumpiendo con su clásico grito de batalla, Allahu Akbar, los milicianos islamistas de Al-Shabab seleccionan a los compradores no musulmanes preguntándoles el nombre de la madre del profeta Mahoma, quienes no responden a la pregunta, son ejecutados con un tiro en la nuca.
Como estamos en la era de las redes sociales, los extremistas comentan, vía Twitter, que el ataque tomó meses de entrenamiento y que éste es el más reciente episodio de la lucha entre Dar al-Islam, “la casa del islam”, contra los kuffar –infieles. Por último, agregan: “Por mucho tiempo hemos hecho la guerra contra los kenianos en nuestra tierra, llegó el momento de cambiar el campo de batalla y llevarla a su tierra”.
El presente artículo tiene por objeto explicar al amable lector quién es Al-Shabab y por qué ha ejecutado su más reciente ataque terrorista en Kenia.
Al-Shabab (“Los jóvenes”) es un movimiento islamista oriundo de Somalia, surgido a partir de la debacle de la Unión de Cortes Islámicas propinada por las tropas etíopes y sus aliados somalíes, el Gobierno Federal de Transición, en el año 2007. Desde entonces ha combatido a las fuerzas enviadas por la Unión Africana -principalmente de Uganda y Burundi.
En 2010, Al-Shabab realizó ataques con bombas y restaurantes en la capital de Uganda, Kampala, la noche en que se disputó la final de la Copa del Mundo. Aproximadamente 60 personas fueron asesinadas. Los islamistas dijeron que las acometidas estaban relacionadas con el papel desempeñado por Uganda en Somalia.
Inmediatamente, los focos rojos se prendieron en Washington: el Comando Africano estadounidense señaló que Al-Shabab estaba realizando una alianza con los grupos extremistas Boko Haram en Nigeria, y Al-Qaeda en el Magreb para realizar ataques contra objetivos occidentales.
Los estadounidenses saben de lo que hablan: en octubre de 1993 las tropas de élite, los Rangers y la Delta Force, fueron vapuleados por las milicias somalíes. Este incidente fue llevado magistralmente a la pantalla grande por el cineasta británico en la película La caída del halcón negro.
Al mismo tiempo, Al-Shabab realizó una alianza con el gobierno de Eritrea, archirrival de su enemigo Etiopía. En 2011, las Naciones Unidas reportaron que Eritrea apoyaba “financiera y logísticamente a Al-Shabab”. (CNN 22/09/2013).
A pesar de haber surgido como una organización de corte nacionalista, Al-Shabab se unió a Al-Qaeda en febrero de 2012. Además, el gobierno somalí reportó que cientos de combatientes extranjeros -veteranos de las guerras de Afganistán e Irak- provenientes de Arabia Saudita, Bangladesh, Pakistán, Sudán, Yemen y -aunque usted no lo crea- musulmanes de Estados Unidos y Gran Bretaña habían pasado a engrosar las filas de los islamistas somalíes.
El catalizador del ataque contra el Centro Comercial Westgate ocurrió en 2011, cuando las fuerzas kenianas ocuparon el puerto somalí de Kismayo, principal fuente de ingresos y centro logístico de Al-Shabab. Asimismo, otros señores de la guerra somalíes pasaron a controlar el tráfico de kat, el estupefaciente local, y el jugoso negocio de la gestión de residuos tóxicos. Finalmente, al aliado de Al-Qaeda en el cuerno de África sólo le resta la venta de carbón vegetal para cocinar, hecho a base de árboles quemados, lo cual contribuye aún más a la desertización de la zona “castigada con hambrunas bíblicas”. (El Mundo 23/09/2013).
En marzo del presente año, Al-Shabab advirtió a Kenia que no podría permanecer tranquila mientras interviniera en Somalia. De igual manera, el líder de Al-Qaeda, Ayman Al-Zawahiri, publicó hace una semana los requisitos para atacar: asegurarse que el objetivo sea de Occidente; tomar rehenes y tratar de evitar víctimas musulmanas.
La capital keniana, Nairobi, es particularmente vulnerable a los ataques de Al-Shabab, pues más de 250 mil somalíes viven en el distrito de Eastleigh, el cual es conocido como el “pequeño Mogadiscio”, principal fuente de recaudación de dinero y reclutamiento de los extremistas islámicos. Además, el grupo extremista keniano, Hijra, se ha convertido en aliado de Al-Shabab.
Los trágicos hechos acaecidos en Nairobi nos demuestran que el extremismo musulmán, a pesar de recientes debacles, no está derrotado y dista mucho de ser erradicado.
Aide Mémoire.- Mutti Angela Merkel hará sufrir, aún más, a los manirrotos europeos meridionales.
* Soren de Velasco Galván