La cumbre “iberoamericana” de la simulación / Nora Ruvalcaba en LJA - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Un colosal engaño significó la II Cumbre Iberoamericana de Agendas Locales de Género que Lorena Martínez Rodríguez organizó en la recta final de su fallida administración municipal. Ni cumbre ni iberoamericana fue la costosa reunión de funcionarios municipales de gobiernos priístas convocados por la alcaldesa de Aguascalientes, con la anuencia y apoyo del gobernador del estado, quienes siguen sin entender que su perpetuo trastorno narcisista es el culpable de que busquen  en otros el reconocimiento, admiración y grandiosidad que el mismo pueblo les ha negado en el desempeño de su función pública. El PRI los hace y ellos se juntan para formar, con cargo al erario público, sociedades de elogios mutuos. Las 800 personas que supuestamente llegaron de 23 países de Iberoamérica y el 80 por ciento de los estados de la República Mexicana “presentes” en la Cumbre de corte tricolor, fueron representados mayoritariamente por trabajadores del municipio a quienes obligaron a llenar el Teatro Morelos para mantener la simulación de “repensar” las ciudades desde los derechos de las mujeres. Ello explica la difusión institucional que el gobierno estatal y municipal han dado a la imagen personal de Lorena y José Carlos, con el objetivo de inflar a través de los medios masivos de comunicación las más grotescas banalidades de sus respectivos gobiernos y mostrarlos como modelo de políticas públicas con alcances de clonación que “deberían ser” replicadas más allá de lo que realmente son: ocurrencias histriónicas intrascendentes que sirven de fachada para ocultar los deberes constitucionales que todo funcionario público está obligado a realizar en el cumplimiento de su encargo. En materia de igualdad, los gobiernos emanados del PRI han sido los principales responsables de su enorme atraso histórico, y los graves rezagos que México padece en perspectiva de género no se resuelven por el sólo hecho de que algunas mujeres ocupen gubernaturas o presidencias municipales. La lucha contra la pobreza, el acceso a la educación, a los servicios de salud, a la participación en la economía, al proceso de toma de decisiones y equiparación de la defensa de los derechos de la mujer con la defensa de los derechos humanos, son asignaturas pendientes que no se cumplen por decreto. La igualdad de oportunidades no deja de ser un mito o una rimbombante declaración con la que muchos gobiernos se llenan la boca para escamotear la realidad. Según The Global Gender Gap Report  2012 (El informe mundial de brecha de género)  publicado por el Foro Económico Mundial, que evalúa a 135 países de acuerdo a sus brechas de género y cuyos resultados revelan la desigualdad entre hombres y mujeres, México se ubica en el lugar 84, muy por debajo de Nicaragua que se encuentra entre los 10 países más igualitarios del mundo por encima de Suiza, Alemania, Austria, Canadá y Estados Unidos. Nicaragua, con una economía emergente, es el más significativo ejemplo de combate a los desequilibrios de género en beneficio de las mujeres. Este informe examina cuatro áreas críticas de desigualdad entre hombres y mujeres en 130 economías de todo el mundo, que representan más del 93% de la población mundial, como son la participación económica de la mujer y las oportunidades reflejadas en salarios y empleos bien remunerados; logros en materia de acceso a la educación básica y superior; resultados obtenidos en las estructuras de poder y toma de decisiones; salud, supervivencia y esperanza de vida. Trece de las 14 variables utilizadas en este informe provienen de “datos duros” disponibles públicamente con indicadores de organismos internacionales, como la Organización Internacional del Trabajo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización Mundial de la Salud. Los países de más alto rango han cerrado más del 84% de las brechas de género, mientras que el país de menor rango ha cerrado un poco más del 50% de su brecha de género. La distribución equitativa de recursos y oportunidades entre la población masculina y femenina es una tarea que muy pocos gobiernos en México han entendido. La miseria seguirá teniendo rostro de mujer mientras los gobiernos de cualquier color simulen la igualdad con discursos o boletines de prensa. Los aspectos ancestrales y culturales de la desigualdad entre hombres y mujeres no desaparecerán con el simple “empoderamiento de las mujeres” que la socióloga Margaret Shuler define como “un proceso por medio del cual las mujeres incrementan su capacidad de configurar sus propias vidas y su entorno, una evolución en la concientización de las mujeres sobre si mismas, en su estatus y en su eficacia en las interacciones sociales.” Reducir la brecha de género implica que las mujeres tomemos conciencia de nuestra subordinación y decidir sobre nuestro cuerpo y nuestras  vidas, identificando nuestros intereses para transformar las relaciones, estructuras e instituciones que limitan nuestros quehaceres y perpetúan esa subordinación que impide alcanzar la igualdad por la que luchamos. La alcaldesa de Aguascalientes debe saber que la transversalidad es más que un discurso, más que un partido, más que una doctrina.


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