El terror del mercado laboral / Borrador de futuro - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

Si bien es importante documentar y aportar proxys del mercado laboral con “datos duros”, existe una frialdad en el tema de la cual nadie se quiere hacer cargo: la miseria y el deterioro cultural de las personas.

Cuestión de formación. En economía se dice que la formación de capital humano, a través de la educación y la experiencia laboral, redituará en mejores salarios. Se habla de una rentabilidad reflejada en mejores trabajos y más ingresos disponibles. Así de fácil es el planteamiento. Pero, ¿qué hay detrás de eso?, ¿cómo reacciona el individuo?, ¿cómo afecta esto en su ambiente colectivo?

La formación de capital humano, en la modernidad, está sustentada en ser mejores, formar seres especializados, personas que tengan algo que aportar y que por ende se destaquen en la competencia laboral. Eso nos hará mejores personas, nos hará triunfadores, se dice. Poco se dice de la persona en sí. En esta modernidad, se vive arrastrando el monstruo de la “mediocridad” y el pesar de la vergüenza de ser “un bueno para nada”.

Viviane Forrester en 1996, señalaba que nada paraliza tanto como la vergüenza. Ella altera al individuo hasta la raíz, agota las energías, admite cualquier despojo, convierte a quienes la sufren en presa de otros; de ahí el interés de poder recurrir a ella e imponerla. La vergüenza permite imponer la ley sin hallar oposición y violarla sin temer protesta. Genera el impasse, paraliza cualquier resistencia, impide rechazar, desmitificar, enfrentar la situación. Distrae de todo aquello que permitiría rechazar el oprobio y exigir un ajuste de cuentas político con el presente.

En términos del mercado laboral, la misma Viviane complementa lo anterior y sentencia que la vergüenza debería cotizarse en la Bolsa, debido a que es un factor importante de las ganancias.

Nuestras generaciones tienen pavor a la obsolescencia, temen que la innovación y el desarrollo tecnológico nos desplacen. La seguridad del individuo se sostiene en la señalización que él mismo dé al mercado laboral (por señalización entendemos el cómo ese individuo se diferenciará del resto). Lógica de mercado pura. Individualismo. Uno se vuelve atrozmente egoísta y mezquino cuando tiene miedo.

Cuando éramos marxistas y discutíamos sobre economía, y sobre política también, sustentábamos la negativa a ser explotados. Ahora, la modernidad (el mercado) tanto nos ha reducido culturalmente que no sólo dejamos de discutir, sino que rogamos no dejar de ser explotados. Las horas extras y un menor tiempo de ocio son aspectos que le dan “sentido” a nuestra vida.

Para cerrar esta breve y violenta reflexión, los millones y millones de desempleados en México y el mundo no son el problema, el problema son las degeneraciones que se suscitan a partir de la escasez laboral. Hemos dejado de pensar y vivir con “el otro”. Somos dueños de nuestro propio destino, nos preparamos sin pensar en lo que podamos aportar, sino en cuánto podamos ganar en el futuro. Aclaro que el mensaje que se pretende acá no es valórico, no es mi campo, es simplemente la reflexión de alguien que pasa horas y horas en la oficina…


Recomendación. Forrester, Viviane (1996). El horror económico. Fondo de Cultura Económica.

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twitter: @ruelas_ignacio


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