Richard Wright – El gran concierto en el cielo / El banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
22/11/2024

            Fantaseando con analogías, posiblemente inútiles para la opinión de muchos, divertidas para otros, se me ocurrió comparar al guitarrista de The Beatles, George Harrison, con el tecladista de Pink Floyd Richard Wright, no precisamente en sus perfiles musicales, no en sus respectivas formas, ambas solventes y admirables aunque evidentemente diferentes, de entender e interpretar el rock, sino en el lugar que cada uno de ellos ocupa en sus respectivas agrupaciones. Con The Beatles, Harrison cobró fama como el silencioso y místico. En Pink Floyd, Rick Wright era probablemente el menos pretensioso en términos de protagonismo, hablaba poco y siempre a la sombra de David Gilmore y Roger Waters, como George marcaba distancia con John y Paul. En ambos casos sus composiciones eran discretas en términos cuantitativos, pero escandalosas si nos referimos al aspecto cualitativo.

            Con el Cuarteto de Liverpool, George Harrison se inmortalizó con “While My Guitar Gently Weeps” y “Something”, sin descartar todas sus otras grandes composiciones. Con Pink Floyd Wright dejó su firma en la obra maestra llamada “The Great Gig in the Sky” o “El gran Concierto en el Cielo” del inconmensurable álbum “The Dark side of the Moon”. Finalmente los dos, George y Rick, murieron de cáncer.

            Esta analogía, caprichosa si quieres, es sólo por distracción y para divertirnos un poco “just for fun”, finalmente, una de las mejores cosas de colaborar en La Jornada Aguascalientes es que gozas de absoluta libertad, y eso, créemelo, es una bendición. Lo cierto es que en El Banquete de los Pordioseros de esta semana tenemos sentado a la mesa al señor  Richard Wright, tecladista de Pink Floyd, hoy lo recordamos en su aniversario luctuoso, él murió el 15 de septiembre de 2008.

            Salvo tu mejor opinión, yo no me atrevería a decir que los músicos de Pink Floyd son virtuosos en sus respectivos instrumentos, Roger Waters no es un superdotado del bajo. David Gilmore es muy sensible y profundo en su ejecución, pero está muy lejos de ser considerado un virtuoso de la guitarra. Estarás de acuerdo conmigo que hay cualquier cantidad de guitarristas mejor dotados que Nick Mason y en honor a la verdad, Rick Wright no aspira a ser considerado uno de los mejores tecladistas en la historia del rock.

            Esta es otra curiosa analogía que encuentro entre Pink Floyd y The Beatles, tampoco los cuatro de Liverpool se pueden considerar como virtuosos ejecutantes de música, ¿John o George como dos de los mejores guitarristas? Jamás. ¿Paul como un virtuoso del bajo? Definitivamente no. ¿Ringo calificado como uno de los mejores guitarristas del rock? Sería faltarle al respeto a John y Jason Bonham, Neal Peart , Hill Bruford, Carl Palmer, etc. Sin embargo, los cuatro de The Beatles y los cuatro de Pink Floyd son individualmente como instrumentistas, muy solventes, no son los mejores, pero sus estándares de calidad son muy altos, y claro, extraordinarios compositores, ahí sí, quizás de los mejores.

            Pero al margen de eso, como agrupación, son incuestionablemente inmensos y sin la menor duda debemos considerarlos como dos de las bandas más influyentes y mejores en la historia del rock. Sus músicos, entendidos en el todo de cada una de estas dos agrupaciones, funcionan como engranajes de una maquinaria casi perfecta, y digo casi, porque la perfección, humanamente, no existe.

            Bien, pero ubiquémonos en Pink Floyd, y más concretamente en su tecladista Rick Wright, ese es el tema del Banquete de esta semana. Tres de los cuatro miembros de Pink Floyd han tocado juntos desde los inicios de esta agrupación, me refiero a Roger Waters, Nick Mason y precisamente Richard Wright, ya estaban los tres juntos en la producción de su impresionante primer álbum The Piper at the Gates of Down de 1967, pero la guitarra estaba en las manos de su fundador y principal compositor, Syd Barret, un músico que llevó el concepto de creatividad hasta sus últimas consecuencias; imposible hablar de Pink Floyd sin mencionar canciones de la inspiración de Barret como “Astronomy Domine” o “Interstellar Overdrive”. Para su segundo disco Saucerful of Secrets, “Platillo de Secretos” –nombre que por cierto compitió con el de “El Banquete de los Pordioseros” para nombrar definitivamente a esta columna que generosamente lees cada viernes–, estaba con ellos David Gilmore y desde entonces se mantuvo, sólida como una roca, esta  formación, hasta que en 1979, los problemas personales entre Roger Waters y Rick Wright eran insostenibles y Wright fue despedido de la banda, participó en la grabación y gira del ambicioso proyecto de The Wall, pero lo hizo como músico de sesión, curiosamente, lo costoso de la producción generó que los tres miembros de Pink Floyd registraran pérdidas en sus ingresos, el único que salió ganando económicamente hablando fue Rick Wright, porque él se limitó a cobrar su sueldo como músico de sesión sin importarle realmente los problemas para financiar este proyecto.

            Para el siguiente disco, The Final Cut, a decir de David Gilmore: “el peor disco de Pink Floyd, pero el mejor de Roger Waters” ya no aparece Richard Wright, regresó como invitado en la grabación de A Momentary Lapse or Reason, disco que marca la separación definitiva de Waters del grupo.

            Tuve la oportunidad de verlos tocar en vivo en el Foro Sol de la Ciudad  de México en la gira llamada “Pulse” para promocionar el álbum The Division Bell, que marca el regreso de Wright al grupo y es el primero en donde él, además de Gilmore y Mason, como miembros oficiales de Pink Floyd, prescinden de los servicios de Roger Waters.


            La última presentación de Pink Floyd completo, es decir, con Nick Mason en la batería, David Gilmore en la guitarra, Roger Waters en el bajo y Rick Wright en los teclados se dio en el marco del festival “Live 8” el 2 de julio de 2005. Fue extraordinario verlos tocar ante no sé cuántos miles de personas, y al terminar agradecer a la audiencia encadenados en un solidario abrazo.

            Como sucede con The Beatles, las probabilidades de que Pink Floyd se reúna son totalmente nulas, imposible, ahora que Richard Wright está en el Reino de lo Eterno   organizando su “Gran Concierto en el Cielo”, aquí abajo, en esta tierra de lo perecedero, Roger Waters y David Gilmore parecen no ponerse de acuerdo.

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