“La política es sin duda empresa inquietante, pero es menester entenderla en calidad de función creadora y hacer de ella un instrumento al servicio de los más altos valores. No ser cosechero sino sembrador, para honrarla, para reparar injusticia, para descubrir horizontes propicios y dar lecciones que merezcan ser imitadas por el mensaje de dignidad que entrañen”
Carlos Alberto Madrazo Becerra
En los últimos meses ha existido una grave inquietud en mi mente, y la misma tiene que ver con la poca aplicación que algunos de los miembros de la llamada clase política mexicana están teniendo al abordar temas que son de suma delicadeza, que para ellos parecieran no tener el mínimo interés, y que dan por descontados por la situación prevaleciente, que pareciera caracterizar a los más de las y los mexicanos, que no muestran la menor intención de preocuparse de un sinnúmero de situaciones que están determinando el rumbo que puede tomar el país en los próximos años.
Una de las situaciones que ilustra de excelente forma lo que aquí se señala, es el desinterés casi generalizado que están teniendo las propuestas que el gobierno federal está enviando al Congreso de la Unión, y que salvo algunos casos aislados como pudiera ser la reacción de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ante la Reforma Educativa ya aprobada, o la respuesta que ha dado Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la propuesta de Reforma Energética o la propia de Andrés Manuel López Obrador y MORENA sobre el mismo tema, no existe el menor dejo de atención a éstas o a la propuesta de Reforma Hacendaria, en los amplios sectores sociales, que como siempre tendrán la motivación para interesarse cuando ya se hayan aprobado y sientan lesionados sus intereses.
En particular llama poderosamente la atención que en lo que respecta a la propuesta de Reforma Hacendaria, los únicos que están atentos son los empresarios, mientras que la mayoría de la que aún se conoce como “clase media”, está ajena a este debate, y como siempre terminará pagando las consecuencias.
Pero regresando a la idea original de este texto, es casi increíble la actitud simplista o realmente simplona en que han caído muchas y muchos de los políticos que tendrían que estar acercando la información a todos los sectores sociales, si no quieren que en cuanto se apruebe la propuesta de Reforma Hacendaria, surjan agrupaciones de diversa índole, que traten de autonombrarse defensoras de los sectores lesionados por esta reforma, y se reproduzcan las movilizaciones y manifestaciones diversas que vuelvan a someter a nuestra dinámica social a un diálogo de sordos, donde los únicos beneficiados sean los que siempre salen ganando cuando existen los “ríos revueltos”, sin necesidad de que ellos sean “pescadores”.
La sociedad mexicana parece estarse acostumbrando a situaciones excepcionales, pero puede suceder que en algún momento recupere la memoria y se dé cuenta de que esto no está en el plano de la normalidad y el único recurso que le quede para restaurar su vieja normalidad sea a base de “manotazos”, entonces sí que no habría ganadores en este escenario.
Quienes deben estar haciendo lo propio son todas y todos aquellos que están aprobando las diversas propuestas de reforma, y aunque les sea engorroso y cansado, acercarse a buscar a sus representados para explicarles qué contiene cada propuesta y por qué fue su voto en el sentido que lo hayan dado. El sustentar un cargo de elección popular es un compromiso permanente de mantener informado al electorado, y es el regresar a cada momento a detallar lo que está sucediendo en los diversos espacios de debate, para que la gente tenga mayores elementos de análisis y pueda comprender qué es lo qué está pasando y hacia dónde vamos.
En la dinámica social y política que estamos viviendo no hay espacio para los “teléfonos descompuestos”, se deben usar todos los espacios disponibles para que la gente conozca de primera mano, qué es lo que está sucediendo y por qué. Nuestros tiempos no pueden seguir siendo caracterizados por la desinformación, y no podemos estar en espera de sorpresas, que nos tomen desprevenidos y que vayan a ser “caldo de cultivo”, para coyunturas ausentes de construcción democrática.
Hace unos días escuché a Enrique Galván Ochoa en la sección que tiene de manera cotidiana en el noticiero radiofónico de Carmen Aristegui, abordar el tema de ciertos elementos que contiene la propuesta de Reforma Hacendaria, y me llamó poderosamente la atención que enfatizó, respecto a la idea de aplicar IVA en rentas de casas habitación, lo referente a la situación que afrontarán quien están en cartera vencida (una especie de arraigo domiciliario), y así algunos temas más; la primera sensación que tuve es que quien formuló estos elementos dentro de la propuesta quiere encender el ánimo de millones de mexicanos que todos los días tratan de salir adelante, y que recuerdan muy bien como los gobiernos federales han saneado y salvado a una banca que jamás ha tenido compromiso con la nación, y que han sido privilegiados por decisiones absurdas, que solo los volvieron más soberbios y arrogantes. Quién puede olvidar el FOBAPROA, y quién puede negar que al momento de sanear las finanzas de esa banca que ahora es extranjera en su casi totalidad, los mexicanos comunes quisieran ver a un gobierno más comprometido con el pueblo que con los poderosos, que siempre son poco nacionalistas.
Por ello, insisto no todo mundo entiende el “arte de hacer política”, o mejor dicho “nos vemos en las urnas”.